Por mapas de cincuenta años el mundo se ha esforzado por terminar con el flagelo de las drogas. En 1961 los representantes de todos los países ante las Naciones Unidas firmaron la "Convención Única sobre Estupefacientes" donde se establecieron las pautas en la interminable lucha contra las drogas.
Política sin duda, que ha despertado voces que solicitan un replanteamiento, un nuevo enfoque para atacar el negocio que produce, bajita la mano, mas de 350 mil millones de dólares anuales, pero que hasta ahora no ven con resultados positivos el esfuerzo efectuado a nivel internacional.
Estados Unidos, país donde se registra la mayor población adicta y consumidora de cocaína, ha mantenido una línea firme enfocada en la represión contra los carteles de la droga encargados de la producción, transporte y distribución de la droga.
Pero la fórmula no ha dado con los resultados esperados; cada vez se suman mas consumidores, el precio por gramo es mas accesible, entran toneladas de cocaína por las fronteras norteamericanas a pesar de los grandes operativos internacionales que se realizan por agua, tierra y aire, y la droga se expande a nuevos mercados como el asiático y europeo.
Con este problema en el tapete, los gurús de la droga se preguntan ¿qué hacer para neutralizar el problema en las condiciones actuales?
La Casa Blanca que no cedía un milímetro en la implementación de la política represiva reconsideró la estrategia, y presenta una nueva forma de abordarlo; una política "basada en la ciencia" donde el problema de las drogas sea mas bien un asunto de salud pública y seguridad ciudadana.
El documento presentado a través de la oficina del Zar Antidrogas Gil Kerlikowske, se basa en 100 puntos donde lo primero es tratar de reducir el consumo, aumentar la prevención y ofrecer nuevas alternativas al encarcelamiento que producto del aumento de penas por narcotráfico han abultado las prisiones estadounidenses.
Una estructura muy parecida a la planteada por Beckley Foundation. Una organización que diseminó la necesidad de re evaluar la lucha antidrogas para "convencer" a quienes aún se resisten a que éste problema debe buscar nuevas aristas, pues la actual según Beckley, lleva a un camino ciego.
Con esta filosofía, su fundadora Amanda Fielding agrupó las voces de Bill Clinton, Jimmy Carter, George Shultz, Juan Manuel Santos, Vicente Fox, César Gaviria, además de varios premios Nobel, artistas, y académicos de distintos países y les pidió que rompieran el Tabú, y declararan públicamente, a través de un video que lleva el mismo nombre "breaking the tabú", que era necesario un replanteamiento en este aspecto.
Uno de los puntos básicos del principio Beckley se centra en la forma en cómo se aborda el tema de los adictos, su tratamiento y/o la encarcelación de traficantes menores que reciben penas muy altas engrosando la población carcelaria pero con pocos resultados positivos en esta batalla.
Así es que el gigante contra las drogas, el que influye en la forma de combatir las drogas en países vecinos y productores; Estados Unidos, se atreve a hacer un giro en esta historia y ordena a sus agencias federales a centrar sus esfuerzos en la prevención; otorgar un poder a los médicos para actuar ante los primeros síntomas de adicción, expandir los tratamientos, y de ser necesario prolongar la atención médica a quienes ya lo reciben.
Muy a lo lejos del horizonte, Beckley lleva el tema a un límite impensable para algunos gobiernos; la legalización de todas las drogas.
Un panorama con el que difiere el Zar Antidrogas norteamericano, que aunque está convencido de que este problema no se resuelve con arrestos y legalización, ahora la lucha antidrogas tiene cara de médicos y de enfermeras por encima de la encarcelación, ha dicho Kerlikowske ante los medios.
Una postura firme a nivel federal, aquella de la no legalización de las drogas, pero que contrasta con la permisividad de consumo recreativo y medicinal, y en algunos casos de venta de la mariguana en 17 Estados norteamericanos. Colorado y Washington se sumaron a esta lista en octubre 2012.
Para el próximo año, el paquete de reformas que impulsa la Casa Blanca estará acompañado de un presupuesto de 9,600 millones de dólares distribuidos en programas policiales, 3,700 para la interceptación y 1,600 millones dirigidos a programas internacionales.
Con esto, se pretende reducir la población carcelaria del país, bajar la demanda de la droga y evitar que se expanda el mercado de consumo dentro de las fronteras norteamericanas.
Tan solo en las cárceles federales 94,600 internos, 48% de la población carcelaria, siguen presos por delitos relacionados con drogas según las estadísticas del Departamento de Justicia de EU.
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