Javier Darío Restrepo, el maestro universal de la ética tenía la convicción de que el periodismo, al que dedicó 53 años de su vida, era su espacio, su profesión, su necesidad
El maestro y periodista Javier Darío Restrepo dedicó 53 años de su vida al periodismo. Era un icono de la ética. Quienes tuvimos la dicha de compartir con él sus enseñanzas enriquecimos el ejercicio periodístico, solventamos dudas, y aprendimos de un verdadero maestro. Recientemente participó en un diplomado organizado por el Centro Latinoamericanos de Periodismo y el Instituto Republicano Internacional. Fue en esa ocasión cuando concedió una entrevista a La Estrella de Panamá.
Pronunciaba frases muy útiles. Una de ellas se refería a la línea divisoria entre la vida privada del funcionario y la noticia. Decía que ésta solo se debía divulgar si afecta al ejercicio público.
Descubrió su profesión casi por casualidad, cuando tuvo la necesidad de comunicar los resultados de unas competencias deportivas. Entonces, veía su futuro como sacerdote. Pero la pasión se apoderó de su dedicación y encontró su carrera a la que definía como inigualable. Era un docente universal. Un hombre de extrema sencillez, humildad, y de gran riqueza intelectual y humana que nunca probó la Coca Cola.
¿Nunca le han llamado idealista de llevar la ética a su máxima expresión?
Sí, me lo han dicho muchas veces que mi pensamiento es idealista y me alegra que me lo digan porque el periodismo tiene que verse desde el punto de vista de sus ideales y no de sus torpezas.
¿Cómo decidió que quería ser periodista?
Porque era lo que me nacía de dentro, correspondía a mi vocación y a mis habilidades. Uno siempre trabaja en las posibilidades que tiene. Uno se siente feliz el día en que una posibilidad de esas se realiza. Yo miraba mis posibilidades y todas venían a lo mismo, la posibilidad tuya es informar, te gusta escribir, eso era lo informal, y a lo largo del tiempo se ha ido evolucionando y ha ido madurando.
¿Hasta donde los conflictos familiares del político pueden afectar el bien público?
Generalmente esos conflictos familiares tienen que quedarse en el interior de las familias. Sólo en casos muy extraordinarios pueden ser tocados por la información pública. Suponiendo que un conflicto familiar sea la posesión de una finca y resulta que la misma fue adquirida con malos dineros o que corresponde al bien público y no a la familia. Entonces ahí el problema familiar de la familia se convierte en el bien público.
Hablando de temas electorales, ¿cuál es la línea que separa la vida personal de un político y la que debe ser noticia?
La vida de un político deja de ser tan personal cuando roza o tiene que ver con el bien público. Entonces, yo tengo que respetar la vida íntima de un político cuando esa vida no afecta el bien público. Pero cuando afecte, tengo que entrar en esa parte de la intimidad. Se tiene que entender que hay dos partes de esa intimidad, la del ciudadano común y corriente ciento por ciento, la intimidad de un bien público no es cien por ciento, puede ser 80/20. ¿Por qué?, porque hay una parte de la vida del funcionario que tiene que ver con el bien público y ahí es donde el funcionario se tiene que sentir subordinado a los intereses del bien público.
¿Cómo valora el periodismo de nuestros días?, ¿es ético?
Es que nunca ha sido un periodismo ético, siempre es un periodismo en busca de los ideales éticos. Se corre el peligro de las generalizaciones, es un peligro en el que caemos mucho los periodistas al hacer afirmaciones generales. Es un periodismo en busca de eso.
¿Cómo se logra que la ética se imponga ante los intereses económicos de los medios?
Cuando la ética convence tanto al periodista como a los lectores para que se esté produciendo un periodismo de calidad, la ética vende. La capacidad vendedora de la ética está en relación directa con la calidad de los principios éticos. Hay que entender que desde los comienzos que para uno el periodismo es independencia. De la misma manera en que los seres vivos necesitan del aire, la luz o el agua, el periodismo necesita independencia. Es imposible ser periodista sin ser independiente.
Cuando esa independencia se ve vulnerada en las redacciones por presiones editoriales, ¿cómo lo debe manejar el periodista?
Manejarlo con prudencia y no con aire de héroe, y segundo, manejarlo con la identidad que eso significa que usted tiene que ser independiente si quiere hacer un buen trabajo. Eso lo tienen que entender todas las redacciones, y deben entender también que todas las formas de dependencia que adopta un medio de comunicación son formas que lo destruyen. Depender de un gobierno, de un partido, de un candidato, de una agencia de publicidad, son formas de condenar a muerte una empresa periodista.
¿La tecnología ha arrinconado al periodismo al punto de caer en una crisis?
Yo creo que es crisis sobre todo del periodista porque las tecnología no son buenas ni malas. Se puede decir, que las tecnologías son inocentes, la palabra inocente es que no hacen daño. Las tecnologías son buenas o malas según el uso que se haga de ellas. Son un instrumento formidable para los periodistas o pueden ser el cultivo de la pereza, ya el periodista no quiere salir a la calle porque le basta una tecla, o acudir a Google para solventar sus preguntas. Un periodista que se auto destruye de esa manera está haciendo un mal uso de la tecnología. AL contrario, si la utiliza para ampliar su radio de acción, entrar a buscar donde no es fácil la información, y toda sus bondades es un auxiliar para el periodismo. He dicho la palabra clave, es un auxiliar, no es un amo del periodismo.
En tiempos de política la sociedad se divide y los periodistas son atacados por cualquier parte cuando los hechos no les favorecen, ¿cómo debe enfrentar el periodista esta situación a pesar de que le revista la ética o la independencia?
Ahí es donde se requiere una firmeza muy grande en la identidad profesional del periodista. Y esa identidad indica cuál es su amo, que es toda la sociedad. Eso es lo que el periodista tiene que defender como defiende su identidad: no cambie mi nombre y apellido porque ahí es donde está mi identidad, no me cambie mi profesión o mi nacionalidad porque eso es parte de su identidad. Uno defiende esos principios porque son parte de su identidad, y el periodista que tiene una identidad fuerte defiende esos factores como defiende su vida. El que por el contrario, vende barato su identidad no merece ser periodista y casi que ni merece ser humano, porque le falta dignidad.
Mucho se ha hablado sobre el futuro del papel, ¿continuará el periódico impreso?
Usted le está hablando a un representante de la cultura del papel, amo la cultura del papel, pienso en papel, y por tanto tengo la seguridad de que el papel nunca desaparecerá porque responde a unas expectativas humanas, a logros humanos. Me acaba de suceder eso, yo dirigía una prestigiosa revista en la que estaba muy contento en la dirección de la revista, a los 8 años me llegan los gerentes de planta y me dijeron que había problemas económicos y que había que hacer el cambio a lo digital y queremos que usted siga dirigiendo pero en lo digital. Chao hermano, yo pertenezco al papel y yo la cosa digital la manejo como fuente de información para mí. Es la cultura que uno ha absorbido, los milenials apuestan todo a lo digital, los viejitos como yo de 86 años apostamos al papel con una fe irreductible.
¿Se puede intuir que el trabajo de un periodista es bueno o malo aunque no se tenga conocimiento de periodismo?
Sí, es que el conocimiento del periodismo es apenas uno de los elementos. El elemento principal es la pasión del periodista por el servicio público. De modo que hubo una discusión en Colombia sobre la tarjeta de periodismo en la que hacían necesario que todo periodista tuviera una. Lo discutíamos en el círculo de periodistas y alguien dijo entonces que Gabriel García Márquez no podría ser periodista porque no tiene tarjeta, entonces son formalismos que pueden ser superados por lo esencial. Una tarjeta o un reconocimiento como esos es totalmente secundario, lo esencial es el servicio que se presta a través de la información.
¿Por qué nunca ha probado la Coca Cola?
Porque desde un principio lo vi como un símbolo de la degradación capitalista. Todo en ella es la expresión del capitalismo, su forma de publicidad, su presentación, sus consumidores.
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