En el laberinto de los muros invisibles

A Moisés no le incomoda hablar del pasado, lo narra con naturalidad aunque al recordarlo se le nota cierta nostalgia entrecortada con el arrepentimiento. De aquellos momentos recuerda en particular cuando vivía en una casa con piscina en San Francisco, tiempo cortos aquellos donde no se podía calentar la cama por huir de la ley y del enemigo.

Son las diez y media de la mañana y nos encontramos en la Avenida A del Chorrillo frente a la fundación Movimiento Nueva Generación que dirige Héctor Brands.

Mientras llega Héctor, Moisés me cuenta que era el cabecilla de una banda asalta bancos en la ciudad. "Bobincho" como le apodaban, llegó a ser tan temido por el centro bancario que colgaron su foto en las paredes de los bancos para que el personal estuviera al tanto.

Sus hazañas malévolas lo llevaron a la cárcel en mas de cinco ocasiones, y seis veces se fugó. Entre ellas de la paradisíaca Coiba, una isla que fue utilizada como una colonia penal situada a una hora en lancha del sur de Veraguas.

Desde ahí buscaba como meter algo que me generara dinero para mandar a casa, me dice. Mandaba a comprar droga afuera y se las ingeniaba para entrarla, así logró sobrevivir en el encierro y enviar dinero a sus hijos, hoy tiene diez.

Entre las rejas culminó su quinto año escolar, pero en pocos minutos Moisés me muestra su astucia en el negocio y me relata todo un plan logístico y de inteligencia que implementaría para asaltar un banco. Pertenece a la zona de "patio sucio", donde hay una pandilla del mismo nombre alineada a otra de las mas fuertes en estos días.

Me recuerda cuando se llevaron 40 mil dólares de una sucursal y los billetes estaban marcados de rojo, quedaron regados por todas partes; "¿se acuerda? ese fui yo".

Otros tiempos, ahora en su boca tiene la palabra de Dios que repite constantemente desafiando a Satanás.

Libró a la muerte en varias ocasiones, ahora aunque los bolsillos no tienen tantos verdes, se llena de fe y le pide fuerzas a Dios para continuar la promesa que hizo por sus hijos; no delinquir mas.

El Chorrillo consta de 10 cuadras donde operan 14 pandillas aglutinadas en tres grupos que tienen dominio del territorio dividido por cuadrantes, no hay libre tránsito.

"Para la cuadra de enfrente no pude coger, tengo que estar cambiando de carro, me conocen el carro paila (bala)", me dice al señalar los edificios ubicados a menos de cien metros de donde estamos parados.

Quien nace dentro de este mundo su referencia ideal de modelo de vida es la que imprime la pandilla Observa cómo se desarrolla el estatus de su líder y compara el esfuerzo que debe hacer, incluso para superarlo, así le es mas fácil incorporarse a ellos tomando en cuenta las dificultades que presenta la cuadrícula de su geografía.

La única figura que ven del Estado es la policía, una imagen hasta el momento represiva que intenta cambiar la percepción de la comunidad con un nuevo programa comunitario recién implementado que intenta una proximidad con los uniformados apostados en cada esquina del barrio. Algunos de los trescientos noventa policías desplegados en El Chorrillo y Santa Ana pretenden renovar los lazos de confianza y servir de vínculo entre el ciudadano y sus necesidades.

Un modelo exitoso en las favelas de Brasil que se imita en los barrios rojos de la ciudad de Panamá. En Chorrillo aún garantiza el libre tránsito de una cuadra a otra, pero las autoridades apuestan a que surta iguales o mejores resultados que en Curundú, donde ya se ensayó. La gran diferencia es que en El Chorrillo no existen donde emplear a sus residentes como se hizo con construcción del proyecto habitacional Nuevo Curundú.

Los Chorrilleros no encuentran un Estado beneficiario, el rol lo toma la organización criminal, las iglesias evangélicas y los políticos cuando están en torneos electorales. En realidad el concepto de justicia en la base de la población ya no requiere del Estado, se arregla entre ellos.

Incluso las decisiones por quien votar van de acuerdo al político que apadrine la cuadra, así se tira la línea.

Los discernimientos incluso pueden ser sobre las ocupaciones del departamento desocupado. En estos edificios un alto porcentaje de casas se usa para depósito de armas o de droga, otras veces sirven como clínicas improvisadas o refugios para curar heridos.

Sus dieciocho mil habitantes aprenden desde niños el idioma que prima entre las paredes sin importar en qué edificio haya nacido; el código del silencio.

Las autoridades viven pendientes de otros temas que restan interés al barrio donde ni por equivocación uno quisiera llegar.

Los jefes de estas bandas, muchos, están en las cárceles. Por irónico que parezca es casi el único lugar seguro que les permite vivir, en la cuadra corren mas riesgo sus vidas.

Después de la invasión, cuando los ataques militares norteamericanos dejaron destruido El Chorrillo hubo una mayor disponibilidad de armas en la calle. El monopolio del tráfico de droga terminó y surgieron varios grupos delictivos que tomaron las riendas del negocio ilícito, surgieron pequeñas células delictivas que proliferaron por el descuido social.

La primera pandilla de Barrasa, barrio contiguo a Chorrillo, fue El Clan Agua que recogió el nombre por los atracos que hacían bajo la lluvia a los autos que quedaban varados en la avenida contigua. En la misma década de los ochentas surgió otra pandilla llamada los Tiny Toons que asaltaba locales comerciales y vehículos de reparto. Y al igual que han evolucionado el número de pandillas también la forma violenta en que hacen los crímenes; homicidios, venta de mariguana, cocaína, crack e incluso tumbe de alijos de esas drogas.

Estas organizaciones también prestan otros "servicios" como el sicariato y tienen contacto directa o indirectamente con el tráfico de armas y droga hacia otros países y en el mercado local.

Las pandillas se han multiplicado en forma exponencial. En cinco años (2007-12) el numero de pandilleros aumentó en 441%. Es decir, de 1,385 se incrementó a 7,500 según las estadísticas del Ministerio de Seguridad.

Los informes del Sistema de Integración de Estadísticas Criminales SIEC han detectado un marcado desplazamiento de las pandillas a otros sectores como San Miguelito, Chepo, Arraiján, Capira, Chorrera, David. Toman dominio del territorio y acaban con las chicas, por eso se ha elevado la cantidad de muertes.

En el mes de mayo se dispararon los homicidios; 72, el mismo mes del año pasado se contaron 35 muertos. El SIEC atribuye los números rojos a rivalidades entre los grupos por dominio del territorio que les permite controlar el narcomenudeo en zonas de alta densidad poblacional.

Aracelly Casanova, directora del SIEC, está preocupada por las recientes estadísticas; casi el 60% de los homicidios son cometidos por menores de treinta años, el 90% es con arma de fuego, lo que dice mucho sobre la disponibilidad de armas ilegales en el mercado.

Solo unos datos ilustran el tema; la población penitenciaria creció un 60% en un sistema que ya tenía una sobrepoblación del 100%.

La reincidencia delictiva es de mas del 60% y un porcentaje similar de privados de libertad no ha sido juzgado.

Cuando uno vive en estos territorios no puede llevar una vida normal; la primera barrera del niño es su bajo autoestima provocado posiblemente por abusos o maltrato físico; la mayor parte de los pandilleros son hijos de madres adolescentes que venden su cuerpo, sus padres están en prisión; los muchachos desertan del sistema escolar, piensan que es una pérdida de tiempo y lo abandonan antes de entrar a secundaria; después vienen los linderos invisibles del barrio; caminar por los espacios con autorización de sus residentes y pandilleros; y por último el estigma social los condena de por vida por haber nacido en El Chorrillo.

Los moradores viven presos de sus gentes y su entorno. En ocasiones los problemas de miseria quedan a un lado para intercambiarlos por un status; zapatillas, televisores, equipos musicales, prisioneros también de un sistema consumista.

En el barrio se ha perdido el respeto a la justicia, a la autoridad y los conflictos se "resuelven" con sus propias formas.

"Yo no le temía a la policía, me podían estar persiguiendo y yo le decía por favor para el carro y yo me bajaba y me los quitaba de encima ta tan ta tan", llegué a ese punto", me explicaba Moisés.

Avanzó la mañana y conversamos con Héctor Brands y René Quevedo, un consultor que conoce al dedillo todo sobre prevención secundaria.

"Quizás se tenga la idea que la única relación que pueda existir con estas personas es una relación de asistencialismo; de ayudas, me dijo René Quevedo.

A pesar de la gravedad del problema, no existe, en este momento, un programa con evidencia estadística comprobable del proceso de reinserción en el país.

Evidenciada por la situación busqué respuestas en la oficina de Desarrollo Social Seguro del MIDES a cargo de la licenciada Fania Ruíz.

Me cuenta que el proyecto "Acción por una Esperanza" nació en el 2005 y trata de intervenir en zonas de mayor vulnerabilidad. El plan para estos jóvenes incluye tres fases; inician voluntariamente 40 a 50 chicos y de ellos el grupo empieza a reducirse prácticamente hasta llegar a 5 o 7 chicos que capacitados en la última fase se insertan en el mercado laboral.

El problema medular es que Ruiz no tiene idea que sucede con estos jóvenes después de tres meses, con una preparación limitada nadie les da seguimiento.

No cuentan con estadísticas de quienes permanecen en sus trabajos por mas de seis meses o un año.

La dirección de Ruiz tiene un presupuesto anual de cien mil dólares con los que pagan gastos operativos; movilización, capacitaciones, recurso humano especializado y traslados. En total trabajan 21 funcionarios. Su directora me dice que tiene claro que las "características de las pandillas en el 2005 no son las mismas de ahora, la fase uno resulta, así lo determinó la evaluación, y falta una revisión en la fase tres". Las actividades de la oficina en estos momentos no están en el Chorrillo.

Manuel Zambrano director del PROSI me acepta que no existe un programa que registre resultados medibles. Mas bien realizan actividades temporales como la actual; rostro-voces en conjunto con la OPS que brinda una metodología para empoderar a la población, próximamente se implementará en Chorrillo.

Zambrano indicó que actualmente está en busca de recursos en entidades extranjeras. Tal vez unos 20 o 30 millones podrían invertirse en una entidad que formule un plan integral con cifras medibles y de seguimiento. Por qué el gobierno no proporciona estos recursos, me pregunté. No hay respuesta a eso.

Me cuenta que está a punto de concluir la ejecución de un fondo proporcionado por el Banco Interamericano de Desarrollo de 22 millones invertidos en canchas deportivas, centros de cumplimiento, entre otros, pero no cuenta con un programa científico que demuestre estadísticamente la reinserción social y laboral de los jóvenes en riesgo.

"Aquí hay cientos de manos que se formaron en forma empírica que pueden ocuparse en mil cosas, pero lo mas fácil es poner en la esquina un contenedor de arroz para ellos" fue una de las quejas que me dio Brands en su oficina.

Al minuto agregó Quevedo; "históricamente, tanto el Estado como el sector privado han planteado soluciones asistencialistas, de subsidios y ayudas sociales, las cuales han contribuido poco a la reintegración sostenible de estos grupos a la sociedad".

Brands enumeró todos los programas dirigidos a disminuir la delincuencia que han implementado los gobiernos anteriores, ninguno con resultados cuantificables.

La problemática requiere de la intervención del sector privado para lograr acompañar a los jóvenes en el proceso de reinserción. El Estado puede responsabilizarse parcialmente, pero los empresarios deben tener una parte activa en el proceso; con donaciones, seguimiento laboral, empleomanía, en esto coinciden los expertos.

El Chorrillo tiene varios guías espirituales en los que se puede capitalizar una luz de esperanza hasta ahora sin explotar; "hasta el pandillero mas violento respeta el nombre de Dios, siempre y cuando sepa que ése es un verdadero hombre de Dios y que tiene un testimonio. Es quien se ha metido en el estómago de la bestia. Cuando ya pasaste la segunda línea; cuando ya cometiste un homicidio es mas difícil venir hacia acá" afirma Brands.

La fe toca la luz mas profunda que esconde un pandillero, estremecido por un hecho trágico se ilumina; cuando la desgracia toca fondo, es en ese momento regresa el alma al cuerpo, pero con una mente distinta.

Lo único que respetan los pandilleros es la iglesia, aunque se haya matado al más intimo de los amigos. Pero si deciden abandonar los pasos de Dios enseguida "viene la orden y tiene el punto rojo nuevamente" me explica Brands.

Usar las redes existentes en lugar de enfocar nuevos esfuerzos en programas individuales de diferentes entidades sería una alternativa.

"Nuestros prejuicios nos llevan a juzgar al prójimo y antes de tiempo nos convertimos en inoperantes antes de tratar de reinsertarlos porque desconocemos su mundo, sus vivencias" decía Brands.

No es crear lástima hacia el prójimo, "ahora mismo los que están secuestrados son los que viven en el barrio, pero dentro de poco los que podemos estar secuestrados somos los que vivimos en el país".

Un reto para la próxima administración que sin distingo de banderas debe plantearse como prioridad en calidad de urgente en la agenda nacional.

Mientras esto llega, Moisés está clarito que los jóvenes cuando están sumergidos en el ocio, trabajan para la oficina del diablo.

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