La droga estaba repartida en 8 tanques, mezclada con combustible para evitar ser detectada
Jorge Gobea, director de Senafront.
El tráfico de cocaína líquida por las costas panameñas es cada vez más frecuente. Este martes, en la comunidad de Tikantiki, Guna Yala, el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) decomisó 144 galones de la droga que eran transportados en ocho tanques azules, cada uno con capacidad de 18 galones. La droga se encontraba en una embarcación artesanal tripulada por Rafael Caicedo Alabarca y Eloy Pimentel Cuñapa, dos jóvenes entre 30 y 40 años de edad de origen indígena, que alcanzaron un acuerdo de pena de 90 meses de prisión al declararse culpables este miércoles por el delito de posesión agravada de sustancias ilícitas.
El director de Senafront, Jorge Gobea, indicó en conferencia de medios que se trata del tercer y mayor decomiso que hacen las autoridades en esta modalidad. La cantidad de droga líquida decomisada “puede transformarse en 350 kilos de cocaína en pasta con un valor en el mercado aproximado de $11.7 millones”, subrayó el jefe de Senafront. “Es una importante incautación porque su estado líquido puede pasar desapercibido. La operación es consecuencia de un esfuerzo regional que estamos realizando”, señaló Gobea.
La droga se encontraba en una embarcación artesanal tripulada por Rafael Caicedo Alabarca y Eloy Pimentel Cuñapa, dos jóvenes entre 30 y 40 años de edad de origen indígena.
A este operativo anteceden dos decomisos más. Uno que ocurrió a inicios de año pero en menor cantidad, un tanque. Y otro más de dos tanques registrado en 2023.
El caso en mención se efectuó mediante una operación marítima liderada por los agentes costeros de Senafront que contaban con información de inteligencia sobre la embarcación artesanal. La lancha fue interceptada y al momento de analizar los galones confirmaron las sospechas.
Las autoridades están al tanto sobre la participación de grupos indígenas de las comarcas, que habitan las costas y que se prestan para dar apoyo al narcotráfico. Esta colaboración no se limita al transporte de droga, sino que también se traduce en proveer combustible, logística, custodia de las sustancias en el trayecto que involucra su comunidad, o esconder la droga en sembradíos y las islas. “Es una realidad evidente”, sentencia Gobea.
Las autoridades están al tanto sobre la participación de grupos indígenas de las comarcas, que habitan las costas y que se prestan para dar apoyo al narcotráfico.
El destino de la droga aún no lo tienen claro las autoridades, aunque el fiscal de droga de Colón y Guna Yala, Ovidio Antunes deberá continuar con la investigación para seguir el rastro y alcance del grupo criminal organizado que tiene vínculos con las comunidades indígenas.
El procedimiento para compactar la droga a estado sólido, requiere separar los líquidos por el método de decantación y después solidificar la droga. En Panamá las autoridades no han ubicado este tipo de laboratorios, pero mantienen de cerca las investigaciones para seguir la trazabilidad de la sustancia y su destino.
El fiscal indicó que al transformar la sustancia de líquido a sólido se pierde entre un 10% y 15% de la droga. La sustancia líquida se usa comúnmente en el proceso para hacer la pasta del clorhidrato de cocaína, siendo el combustible uno de los mezcladores esenciales para su elaboración.
Al ser transportada en estado líquido resulta más difícil su detección para las autoridades o para los canes entrenados en la materia. Disfrazar la droga en tanques con combustible podría justificar su uso para la embarcación en caso de ser sorprendidos por las autoridades.
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