Conflicto entre Ucrania y Rusia peligra la seguridad alimentaria en 2023

América Latina y el Caribe ven comprometido el acceso a los alimentos e insumos claves para la agricultura regional, advierte estudio de Cepal, PMA y FAO



Los precios internacionales del trigo continúan un 24% por encima de los valores de octubre de 2021.


El próximo año se proyecta complicado en materia de seguridad alimentaria para el mundo, de continuar la guerra entre Ucrania y Rusia.

La crisis, en la que coinciden varias amenazas de carácter productivo, comercial, climático y geopolítico, no sólo peligra la seguridad alimentaria, sino que podría conducir a la región y al mundo a grandes retrocesos en materia de pobreza, desigualdad, acción climática y desarrollo sostenible.

El conflicto bélico entre ambos países es visto como una de esas grandes dificultades de los últimos 15 años. Al igual que lo fue la crisis de 2008 o la reciente pandemia de Covid-19. Así lo revela el estudio titulado “Hacia una seguridad alimentaria y nutricional sostenible en América Latina y el Caribe en respuesta a la crisis alimentaria mundial” elaborado por el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y la Cepal.

El documento publicado en diciembre de 2022 explica que el conflicto armado interrumpió la cadena de suministros, lo que ha creado presiones sobre los sectores productivos.

En este contexto la región de América Latina y el Caribe ve comprometido el acceso a los alimentos e insumos claves para la agricultura regional.

Como primer punto hay que recordar que la destrucción de la infraestructura y el bloqueo en los puertos del Mar Negro dificulta la salida de la mercancía almacenada en Ucrania y Rusia.

En agosto pasado lograron salir los primeros embarques que se exportaron de estos países gracias a un acuerdo firmado en julio de 2022 con la intervención de Turquía.

Cuando esto se concretó, se reflejó en una caída del 11% en los cereales. Sin embargo, los precios internacionales del trigo continúan un 24% por encima de los valores de octubre de 2021.

El informe advierte que la guerra amenaza la producción mundial de granos en el 2023. En Ucrania, faltan el combustible, la mano de obra y, en muchas zonas, la maquinaria para sembrar. Alrededor de un tercio de los cultivos y los terrenos agrícolas podrían no ser cosechados o cultivados en 2022.

Los países de la región dependen en gran medida de la importación de estos productos.

En el caso de Panamá es dependiente en relación con las importaciones de cada categoría de los siguientes productos: trigo (-40 millones de dólares), maíz (-104 millones de dólares), aceites vegetales (-49 millones de dólares), carnes (-132 millones de dólares), cereales (-204 millones de dólares), productos agropecuarios (-1,988 millones de dólares).

Panamá importaba de Rusia el 30% de fertilizantes que ingresaban al país. Brasil es el principal mercado de las exportaciones rusas de fertilizantes, no sólo en la región, sino también a nivel mundial. Argentina, Nicaragua, Uruguay y Colombia importan entre un 10% y un 20% de sus fertilizantes. Guatemala, México, Costa Rica importan entre el 20% y 30%, mientras que Surinam y Ecuador el 30% y el 40%, y el Perú y Honduras más del 40%.

La región Latinoamericana y el Caribe no depende de Rusia y Ucrania en sus importaciones de cereales y aceites vegetales, pero esto no ha sido un factor que atenúe el alza de precios por la guerra. No obstante, depende de Rusia para los fertilizantes, y los alivios internacionales impuestos a estos productos no han logrado frenar la escalada de precios.  

El mayor incremento lo ha presentado el precio de la urea, seguido del superfosfato triple y el fosfato diamónico. Como advierte el estudio, es probable que los precios de los fertilizantes se mantengan altos debido a la incertidumbre en el suministro y a los altos precios del gas natural.

Al sumar los costos de los agroquímicos y los combustibles se alcanzan precios superiores del 40% de los costos. El valor de los fertilizantes prácticamente se triplicó desde 2017 y los precios de los combustibles se duplicaron, lo que ha tenido un impacto importante en los costos totales. América Latina importa cerca del 85% de los fertilizantes que utiliza, es la región del mundo que más depende de las importaciones de estos productos, puesto que la capacidad de producción regional ha sido baja en relación a la demanda.

En el caso del trigo, Rusia y Ucrania representaron alrededor del 30% de las exportaciones mundiales; en el del maíz, su participación conjunta fue de aproximadamente un 20% del mercado mundial y en el del aceite de girasol, del 55%.

Para la temporada 2022/2023, se prevé una reducción de la producción mundial de maíz del 3,7%, más intensa que la registrada durante la pandemia. Esto se debe a las reducciones en la producción en la Unión Europea y los Estados Unidos, y a reducciones adicionales previstas en Ucrania. La producción mundial de trigo, a su vez, debería aumentar ligeramente en la temporada 2022/2023, en la medida que la reducción de la producción en Ucrania se está viendo compensada por un aumento en otras zonas productoras.

La India, el segundo mayor productor mundial de trigo, ha enfrentado temperaturas extremas en la última primavera, mucho antes de lo esperado, lo que ha afectado la producción y contribuido al aumento de los precios internacionales del grano en mayo y junio de 2022.

En la Unión Europea, a las altas temperaturas se ha sumado el hecho de que el 47% del territorio se encuentra bajo advertencia de sequía y el 17% en estado de alerta (Comisión Europea, 2022).

Por ello, la cosecha de trigo finalizada a mediados de 2022 se redujo un 4% respecto del año pasado. En el caso del maíz, la reducción de la producción en la temporada 2022/2023 se estima en un 15%.

Las disminuciones de las cosechas de cereales tienen también un impacto en la ganadería. Los productores de ganado, aves y cerdo enfrentan aumentos de los costos de los granos y la energía, además de brotes más frecuentes de enfermedades.

América Latina y el Caribe como región tiene un superávit agropecuario anual de más de $127.000 millones, equivalente a 200 dólares por habitante, más que cualquier otra región del mundo, a excepción de Oceanía. Aun así, la gran mayoría de los países de la región están expuestos a los problemas de producción y comercialización y a las alzas de precios derivados de la guerra en Ucrania, pues son importadores netos de trigo, maíz y aceites vegetales.

INFLACIÓN 

El alza de precios de los productos básicos agrícolas se traduce en inflación para los consumidores finales. Esto está sujeto al grado de dependencia del comercio internacional, al nivel de apertura comercial del país, de las políticas de protección de los mercados internos, la dieta y la disponibilidad de sustitutos.

En la región los precios han aumentado más que la inflación general de fines de 2018. En Panamá, Nicaragua, el Ecuador y Guatemala, los alimentos corresponden a más de tres cuartos de la inflación en los últimos 12 meses en los hogares del primer quintil y a cerca de la mitad en los del quinto quintil.

La inflación, en especial de los alimentos, representa un problema adicional -se lee en el estudio- para una recuperación inclusiva, porque afecta más a los países y hogares de bajos ingresos que gastan una alta proporción de sus ingresos en alimentos.

El incremento en los precios de los alimentos no solo impacta a las familias de menos ingresos, sino que sin un ajuste, ocasiona problemas para acceder a una dieta saludable, inseguridad alimentaria y hambre.

La pobreza extrema es uno de los principales impulsores de la migración. En la región, 8 de cada 10 migrantes optan por ir a Estados Unidos.

Entre muchos otros factores de riesgo, la población migrante se ve afectada por una alta incidencia de inseguridad alimentaria.

RECOMENDACIONES

Como parte de las medidas paliativas que recomienda el informe describe que muchos países han optado por activar los programas de alimentos para contrarrestar el hambre adquiriendo los productos de la agricultura familiar con cuotas y proyectos de inversión.

Otra acción refiere a fortalecer la institucionalidad de los sistemas de protección social con metas y objetivos claros, planes y estrategias. Fue una lección aprendida durante la pandemia, los países que demostraron sistemas sólidos de protección social plantaron la mejor cara a la crisis.

En materia de fertilizantes se recomienda garantizar el acceso a los pequeños productores, los más vulnerables y condicionar la eficiencia en el uso de estos insumos.

En este sentido, sugieren dar crédito a tasas favorables y los subsidios que los países otorgan a los agricultores sean gradualmente condicionados a su transición a una producción más resiliente. Algunos países, como Panamá, buscaron otros mercados para compensar las importaciones de fertilizantes de Rusia.

No obstante, la recomendación es dirigir un plan regional de seguridad alimentaria capaz de dar respuestas a la actual crisis. Para ello se recomienda formar un grupo de trabajo regional liderado por Celac y coordinado por Cepal, FAO y PMA, con una hoja de ruta para implementar el Plan para la Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre 2025 de la CELAC, incluidas medidas basadas en la información empírica disponible para mejorar la situación alimentaria a 2030.

No hay comentarios

Publicar un comentario