Centroamérica y el Caribe urgen ayuda de la Unión Europea para paliar efectos de la guerra

Las secuelas de la pandemia y el desencadenante de la guerra en Europa crean una “tormenta perfecta” que los gobiernos deben enfrentar con recursos limitados


La Comunidad del Caribe urgió a la Unión Europea la necesidad de buscar una arquitectura financiera para disuadir el tema migratorio invirtiendo en la seguridad económica y la calidad de vida de nuestros pueblos.  


Europa quiere volver la mirada a Latinoamérica en un tiempo clave en que necesita encontrar más aliados en medio del conflicto armado entre Rusia y Ucrania. Las consecuencias de la guerra ya las siente Latinoamérica, y se presentan como una “tormenta perfecta”, según describió la canciller panameña Erika Mouynes durante la reunión que se desarrolló este 3 de mayo en Panamá con la presencia de 18 cancilleres de Centroamérica y el Caribe, y el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrell.

El Caribe, junto con Centroamérica, es la subregión  más vulnerable al alza de precios internacionales provocados por la guerra en el corazón de Europa que ha desencadenado el alza en los precios de los alimentos, ya que todos los países importan cereales para el consumo. Aunado a esto, el alza en el precio del petróleo, el gas, sumados a la inflación y las amenazas de la migración irregular y la lucha contra el crimen organizado, pone a los  gobiernos en un reto histórico que deben enfrentar con recursos limitados.

“¿De dónde vamos a sacar recursos para los programas de asistencia social, el financiamiento que requerimos para la lucha contra el cambio climático, un enemigo permanente? se preguntó Mouynes durante la apertura del encuentro.

La Comunidad del Caribe urgió a la Unión Europea la necesidad de buscar una arquitectura financiera para disuadir el tema migratorio invirtiendo en la seguridad económica y la calidad de vida de nuestros pueblos.  

Los países están anuentes sobre la urgencia y magnitud de los retos que enfrentan, pero exigen a la Unión Europea “acelerar su compromiso de cooperación para encontrar las soluciones de nuestros pueblos”, dijo el ministro de relaciones exteriores de Belice, Eamon Courtenay, en la conferencia de prensa que marcó el final de la reunión.

“El aumento de la volatilidad financiera y el miedo global al riesgo perjudicará la inversión extranjera que todos estábamos esperando recibir”, abonó la canciller durante su intervención.

Aunado a lo anterior, la depreciación de las monedas locales provocará una mayor inflación. “Parece que se nos presenta la tormenta perfecta”, aseveró Mouynes, como parte de los desafíos que le esperan a la región.

Sin duda estos tiempos están marcados por un “contexto geopolítico difícil, muy difícil”, admitió Borrell.

Así se alcance la paz mañana, los estragos de la guerra se van a mantener, la evolución del conflicto ha segmentado al mundo, es un nuevo orden mundial que obliga a las economías a ser menos dependientes del petróleo y acelerar la transición a  las energías renovables.

“Deben cesar las listas negras y tener un acercamiento que sea inclusivo. Se deben tomar en consideración las jurisdicciones pequeñas, abrazar un financiamiento a los países pequeños”, sugirió el ministro de Relaciones Exteriores de Belice, Eamon Courtenay, quien ostenta la presidencia protempore de la Comunidad del Caribe (Caricom).

Pareciera que Europa se olvidó de Latinoamérica, hasta que la necesitó. Desde 2015 no se desarrolla un encuentro entre ambas regiones. En este tiempo el mundo se ha transformado, sufre las secuelas de la pandemia en la recuperación económica y cuando pensaba que alzaba la cabeza, se desata una guerra amenazante en el viejo continente.

El representante de la Unión Europea, Josep Borrell, quiere acercar a sus antiguos socios, “desarrollar una agenda positiva para preparar una cumbre con la UE en el segundo semestre de 2023”, anunció.

No es una cumbre solo para tenerla, sino, para enviar “un mensaje político fuerte, es para trabajar juntos en una agenda común basada en tres pilares: transición verde; transición digital y una transición social”, describió el canciller europeo.

Su intervención también se centró en las columnas del desarrollo: gobernanza democrática e instituciones fuertes; libertad política; prosperidad económica y adherencia social. De no tenerlos, advirtió, el costo será enorme, dominado por la corrupción, “se convertirá en un proceso tóxico”, enfatizó.

Los cancilleres también abordaron el tema de la migración irregular. Borrell no sale de su asombro de la cantidad de migrantes que atravesaron la selva darienita en 2021 con destino a Estados Unidos, aproximadamente 134 mil migrantes.

La propuesta de Mouynes consiste en sumar fuerzas como bloque unido al momento de tomar decisiones en debates internacionales y en las votaciones de las Naciones Unidas. “Nuestros votos del mismo lado de la balanza pueden reclamar un peso específico”, pronunció como mecanismo para que se atiendan los desafíos de la región.

No obstante la iniciativa de la mayor parte de los países, Borrell recordó que Nicaragua vive bajo un régimen dictatorial, violatorio de los derechos humanos, no obstante descartó retirar la representación diplomática de la Unión Europea de este país, porque “no se gana nada”, sentenció.

Mientras se desarrollaba la reunión de cancilleres, en las afueras del hotel un grupo de trabajadores de la construcción del Sindicato Único de Trabajadores repudió la presencia de Borrell en Panamá, alegaban que “venía a tirar la línea a los países de la región” sobre la forma en que debían reaccionar ante el conflicto en Europa. 

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