El futuro de la generación de la prueba PISA 2019

El 18.5% de la población entre 15 y 24 años esta desempleada, esta es la generación de la prueba PISA 2009 que no logra insertarse en el exigente mercado laboral, ¿qué le espera a los muchachos de la prueba PISA 2019?

Una mezcla de situaciones están cocinando el caldo de cultivo para una de las peores pesadillas sociales y políticas del país.

Los resultados de la prueba PISA que se revelaron hace unas semanas, aún no se traducen en lo que ya se evidencia de los resultados obtenidos en la prueba PISA 2009.

Esa generación, la que se midió 10 años atrás, ya muestra los severos síntomas de exclusión en el mercado laboral: ausencia de capacidades blandas; falta de conocimiento técnico; y un aumento de la población de muchachos que ni estudia ni trabaja, conocido como Ninis, entre otras cosas.

Los resultados de la prueba Pisa 2019 que resaltan las serias dificultades para comprender lectura y realizar operaciones matemáticas simples; el alto porcentaje de desempleo juvenil entre los jóvenes entre 15 a 24 años que muestra una tendencia ascendente (18.5% en 2019); sumada a la deserción escolar de 14 mil estudiantes por año, la triplicación del delito en 8 años, y la ausencia de un plan estructurado para contrarrestar lo antes mencionados, brindan un panorama sumamente preocupante que requiere de urgente intervención del gobierno, la empresa privada y la sociedad.

Los recientes resultados de la prueba PISA 2019, que posicionaron a Panamá en el sitial 71 de 79, se resumen en simples palabras: 2 de cada 3 de nuestros adolescentes no entiende lo que lee y 4 de cada 5 no puede realizar operaciones matemáticas básicas.

Estos rendimientos, según el consultor empresarial René Quevedo -quien alerta sobre un diagnóstico complicado de la situación juvenil en Panamá, en un mundo donde la economía del conocimiento y la tecnología elimina empleos repetitivos-, presagian un agravamiento de la exclusión productiva y laboral de los jóvenes en el próximo futuro.

Es una realidad. Una simple mirada a la situación del empleo juvenil confirma el grado de exclusión de los muchachos en el campo laboral y las complicadas perspectivas para su reinserción laboral.

EXCLUSIÓN LABORAL
“Los jóvenes entre 15 a 29 años, que obtenían 1 de cada 4 empleos hace 10 años, sólo lograron 1 de cada 12 nuevos empleos a partir del 2009 (entre el 2018 y 2019 fue 1 de 27). Esta tendencia incluye a la Generación PISA 2009, que hoy tiene 25 años de edad”, analiza Quevedo.

En el 2009 se graduó de Bachiller 1 de cada 2 estudiantes que inició el Primer Ciclo, en el 2018 fue 1 de 3, y más de 14 mil adolescentes abandonan el sistema escolar todos los años. Hoy enfrentamos la más grave crisis de empleo juvenil en 13 años, el mayor número de “Ninis” en 15 y la peor explosión delictiva de la historia.

Nos encontramos también frente a un escenario en el que se triplicaron los delitos comunes, a pesar de que la economía mostró índices positivos. Quevedo añade otro dato: En el 2016 se cometieron 630,739 delitos, es decir, 1.2 por minuto, lo cual infiere que el delito no reportado superó el 90%.

El deterioro de indicadores como el desempleo y deserción escolar en los últimos tres años sugerirían que probablemente estos índices han empeorado. “De hecho, entre el 2007 y 2017, el porcentaje de adolescentes en nuestras cárceles subió de 23% a 37% de la población penitenciaria”, alertó.

En un entorno en el que los jóvenes buscan espacios y mayor equidad ante un mercado que exige competencias actitudinales, uno podría preguntarse, ¿cuál es la perspectiva de inclusión de la generación PISA 2019 que tiene graves dificultades para entender textos simples y que mira la educación como una pérdida de tiempo?

Las respuestas se palpan en las siguientes cifras. En los últimos 5 años, 23,032 jóvenes entraron en el rango de edad de entre 15 a 24 años. De ellos, solo la mitad encontró trabajo y 8,050 no estudian. Como consecuencia, el número de Ninis alcanzó los 25,872, lo que superó el crecimiento poblacional en cinco años producto de los altos niveles de deserción escolar y las escasas perspectivas de empleo en un mercado ‘hostil’ para estos muchachos.

Los empleos que requerían un menor grado de escolaridad, como la construcción, se han contraído. Este sector perdió 23 mil empleos en cinco años, más del 70% en los últimos dos años. Lo que empujó a los jóvenes a buscar trabajo en otros sectores con exigencias superiores a las acostumbradas.

¿ES POSIBLE LA INCLUSIÓN?
En la situación antes descrita, ¿cómo podrá la generación Pisa 2019 lograr un empoderamiento económico que le brinde independencia financiera a mediano o corto plazo? La respuesta apunta a la inminente necesidad de reducir la deserción escolar en la educación premedia y media, y desarrollar programas técnicos de rápida inserción laboral para que estos jóvenes sean capaces de ganarse la vida.

Una oportunidad, a criterio de Quevedo, se ubica en las alianzas público privadas y público sociales para crear empleo incluyente y oportunidades para esta población a través de emprendimientos que permiten a los grupos vulnerables la posibilidad de generar ingresos dignos en actividades derivadas de los proyectos de inversión pública y privada.

Hay más jóvenes buscando trabajo que la capacidad del mercado laboral para absorberlos. Y para empeorar la situación, según la reciente encuesta de Expectativa de Empleo efectuada por ManpowerGroup, el 75% de los empleadores no planea hacer nuevas contrataciones en el primer trimestre de 2020. Lo que habla del nivel de confianza por parte de la empresa privada en la inversión, basada en las perspectivas económicas para el próximo año que ya las calificadoras de riesgo han reducido a 4.5%. Sin inversión privada no habrá empleo.

Aunado a lo anterior, la educación debe orientarse a generar competencias que requiere el sector privado. Pero, no dejar de lado el incentivo al emprendimiento, modalidad favorita de los jóvenes que tiene mayor impacto en la tecnología.

La discusión parece centrarse en mejorar la calidad de educación, que si bien es muy necesaria, poco se habla de la idiosincrasia de los jóvenes y los canales a través de los cuales reciben información. “Éste parece ser, más que un problema de comunicación, de conexión”, describió el consultor.

Mejorar los contenidos educativos no será funcional si los muchachos continúan en otro canal que tiene un mayor grado de influencia sobre sus decisiones de vida. Es un fenómeno inédito. La tecnología y la influencia de la misma sobre los milenians. “Solo hay que dimensionarlo: en el mundo solo por Whatsapp y Facebook Messenger se transmiten 41.6 millones de mensajes por minuto”, resaltó Quevedo.

El más reciente informe del Instituto Nacional de Estadística y Censo de la Contraloría, confirmó el aumento del desempleo general al 7% en 2019.

Esto parecía previsible debido a factores como el cambio de perfil de expansión económica post ampliación del Canal, el crecimiento económico que crece a un ritmo más lento y al patrón histórico de los años electorales.

Lo más contradictorio es que estos cambios los habían anticipado los organismos financieros internacionales, que al mismo tiempo, aconsejaron a Panamá sobre los empleos que se verían afectados.

CONFLICTIVIDAD SOCIAL
Cada mañana el presidente del país recibe un informe sobre las marchas o protestas que se desarrollarán en el país durante el día. La mayor parte de ellas ocurre por falta de atención de los gobiernos en asuntos básicos: salud, vivienda, mejora de carreteras, el alto costo de la canasta básica, y contando. Estas manifestaciones sociales ubican a Panamá como uno de los países con mayor conflictividad social en América Latina.

Lo advertía en 2012 el Informa del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo titulado “La protesta social en América Latina”, en el que ubicaba a Panamá como el país con mayor conflictividad social por habitante de la región. Estas protestas, por ahora, no tienden a escalar, pero hablan de las condiciones de vida de los habitantes y la capacidad de respuesta de los gobiernos de turno. Son una olla de presión.

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