Testigo describe castigos por no colaborar con lo que los jefes querían escucharno

La exfuncionaria del Consejo de Seguridad, Betsaida Quintero, describió que ella y varios compañeros fueron amenazados y presionados para declarar que se hacían seguimientos a políticos y se pinchaban teléfonos durante la administración Martinelli

Una jornada difícil vivió este jueves la fiscalía en el juicio que se le sigue al expresidente de la república Ricardo Martinelli, luego que testigos de la defensa declararan ante el Tribunal presiones por parte de la Fiscalía o del Consejo de Seguridad para que 'colaboraran' con información de los pinchazos y seguimientos ilegales ocurridos entre 2012-2014.

Betsaida Quintero, quien laboró en el Consejo de Seguridad del 2009 al 2015, narró lo que ella llamó torturas psicológicas y sanciones por no decir lo que sus jefes querían, Rolando López y Jacinto Gómez, secretario y subsecretario del Consejo de Seguridad respectivamente.

Calificó al primero como un "monstruo", y en voz alta dijo que había esperado este momento para contar todo lo que ha vivido, para alzar la voz por todos sus compañeros.

Explicó que en el Consejo de Seguridad pasaron "tiempos tensos, difíciles, de persecución y tortura psicológica porque ellos (los jefes) querían que nosotros cooperáramos sobre temas que no teníamos conocimiento, sobre los pinchazos y de una máquina que se perdió, y no sabíamos".

Para la fiscalía, no obstante, el testimonio de Quintero es inocuo. El fiscal Aurelio Vásquez, considera que sus palabras tendrán que contrastarse con otros miembros del Consejo que han narrado las situaciones ilegales que ahí ocurrieron durante el periodo que abarca la investigación contra el exgobernante. "¿En qué aspectos colaboró para efecto de la defensa o de la fiscalía? en nada. Ahora le toca al tribunal valorar a la funcionaria y si su testimonio, comparado a todos los que han desfilado en la audiencia, tiene peso probatorio o no", señaló Vásquez.

A Quintero se le quebró la voz mientras recordó uno de los episodios que más dolor le causó. Entre llantos, reseñó los momentos en que la tuvieron separada, en un edificio, sola por tres meses seguidos como una forma de castigo por no colaborar con la investigación.

"Me tocó ver a mis compañeros cómo los cargaban por ahí, muchas veces a empujones como si fuéramos criminales. Me tocó ver al testigo protegido cómo lo llevaron con varios SPI acompañado", delineó al Tribunal.

Explicó que el tiempo que permaneció aislada del resto de sus compañeros no hacía absolutamente nada. Toda la jornada laboral la pasaba sentada en un sillón que había en el edificio vacío, sin funciones o herramientas para trabajar "solo porque no cooperaba". La cooperación, en palabras de la declarante, consistía en decir que seguían a políticos.

Lo anterior, según sus palabras, era bajo la anuencia de Jacinto Gómez quien de vez en cuando "se daba sus vueltas y la veía".

CON EL CAMBIO DE MANDO
Quintero ingresó al salón de audiencia en horas de la tarde. Era la tercera testigo de la defensa, y que también formaba parte de la lista de declarantes de la Fiscalía pero que luego desistieron de su comparecencia. Se sentó en el banquillo central frente al Tribunal y describió con ahínco el proceso que ocurrió en la entidad de inteligencia cuando ingresó la nueva administración del presidente Juan Carlos Varela.

Después de describir sus funciones en el Consejo, que abarcaron varios departamentos, como orden público y operaciones e inteligencia, a pregunta de la defensa recordó que la última vez que había visto al testigo protegido fue cuando lo trajeron de Chiriquí, al momento en que entró el gobierno de Varela. "Lo fueron a buscar a Chiriquí porque querían que él cooperara con las investigaciones que estaban haciendo", explicó.

Enseguida manifestó que el testigo protegido se entrevistó con Varela. Aunque no le consta haber visto este encuentro, se enteró por medio de uno de sus compañeros, Elvin Ortiz, sobre la entrevista que sostuvo el testigo protegido con el entonces mandatario. Quintero pudo observar que ese día el Consejo de Seguridad estaba tomado por los agentes del Sistema de Protección Institucional (SPI).

Rememoró que logró conversar con el testigo protegido por espacio de diez minutos cuando éste se encontraba en la antesala del Consejo, y fue ahí cuando él le confesó que lo estaban "presionando para colaborar con la información sobre los pinchazos, y luego lo convencieron para que cooperara", declaró.

Quintero dijo que no quiso seguir hablando con él porque tenía temor de que el personal que laboraba con Gómez interpretara que se estaba poniendo de acuerdo con él.

"Todos pudimos escuchar al testigo protegido que pidió perdón a las víctimas frente al tribunal por lo que había hecho. Lo más importante es que reconoció lo que los hechos y que la evidencia material que recopiló ha servido en este juicio", contrastó el fiscal Vásquez cuando ofreció declaraciones a los medios al finalizar la jornada.

EL CASTIGO DE LA GARITA
La exfuncionaria del Consejo de Seguridad, que actualmente labora en la Dirección de Investigación Judicial de la Policía Nacional, relató cómo los jefes llamaban a varios de sus compañeros para ser interrogados, que les pedían informes de las actividades que se hacían en el departamento de Orden Público, y que al entregarlos, en su caso en particular, los jefes le decían que no estaba cooperando. Dijo que le hicieron repetir el informe en tres ocasiones. También fue testigo de cómo dos de sus compañeros, Julio Palacios y Carmen Salinas, fueron interrogados por un largo tiempo sin poder ir a almorzar.

"Con Julio no les gustó la respuesta que dio y lo mandaron de vacaciones y después a cuidar la garita, como castigado", manifestó al tribunal.

Luego se refirió a otro de sus compañeros, Mikol, fue una "canallada lo que le hicieron porque estaba pasando por momentos familiares difíciles y lo mandaron para la garita". Una situación similar describió con William Pittí, hoy prófugo, testigo de la defensa, y que la Fiscalía ya saborea su cuestionario.

La testigo manifestó que cuando ofreció una entrevista en el despacho del magistrado Harry Díaz, en agosto de 2015, cometió una imprudencia.

La misma consistió en afirmar que por órdenes del exgobernante Martinelli se retiraron las tarjetas magnéticas que utilizaban el testigo protegido, William Pittí y Rony Rodríguez, para ingresar al edificio 150 en el que se pinchaban los teléfonos.

Estas palabras las había dicho previamente en una declaración jurada ante la Fiscalía Auxiliar en el mes de marzo del mismo año. No obstante, explica que cuando solicitó al magistrado Harry Diaz, fiscal de la causa, retractarse, éste le comunicó que no era posible porque las declaraciones ya se habían vertido.

Este tema, el de las tarjetas magnéticas, fue motivo de cuestionamiento por parte de la Fiscalía y la querella al punto que al finalizar la sesión, y molesto por la hora, el juez Roberto Tejeira llamó la atención a las partes para que se centraran en los hechos jurídicos que tenían relevancia en el caso.

"Aquí quedó claro que la funcionaria señaló que le quitaron las tarjetas magnéticas por orden del Presidente Martinelli pero después quiso retractarse. Lo dijo en la fiscalía y en la Corte, los hechos jurídicamente relevantes son los hechos penales y la acusación. Ella no dijo nada, se dedicó a hablar de lo que ocurrió después", señaló el fiscal Vásquez.

"Las tarjetas las retiraron pero no recordé que las mantenían en la secretaría para abrir si alguien venía a hablar con Rony Rodríguez", intentó aclarar la testigo.

Durante su declaración Quintero narró que en una ocasión le tocó ver a Mikol en la oficina de Rolando López, y en otra a William Pittí, alias Guillermo, a quien le quitaron el equipo y lo mandaron a la garita porque le habían dicho que hablara contra Martinelli, y como no accedió. lo asignaron a la garita ubicada en la entrada trasera del Consejo de Seguridad.

Funciones que no competen al personal entrenado en blanqueo de capitales e inteligencia, sino a agentes especiales.

Estas asignaciones eran como una ofensa para las unidades, un castigo, reiteró Quintero.

La testigo refirió que en marzo pasado, cuando dio inicio el juicio, fue citada por la Fiscalía y acudió, pero ese día se suspendió la audiencia. Indicó que se encontraba con una lesión en el tobillo. Después no volvió a ser requerida por los fiscales.

"Al valorar que tenía una lesión decidimos llevar a uno y no a otro. La fiscalía, la defensa y la querella, tienen las entrevistas de lo que han dicho los testigos, pero uno no controla lo que van a decir los testigos en la audiencia, como tampoco con quién se ha reunido y con quién ha conversado", justificó el fiscal Vásquez sobre la renuncia de la fiscalía a este testigo.

"Nosotros a quienes estamos esperando es a dos testigos de la defensa que ahora están prófugos Rony Rodríguez y William Pittí, ellos son quienes tienen que clarificar lo que ocurría", zanjó el fiscal Vásquez.

Finalmente Quintero, quien tiene 16 años de laborar en la Policía Nacional, manifestó en tono molesto que la amenazaron con quitarle su ascenso a Sargento I, a lo que ella contra atacó diciendo que no tenía denuncias en su hoja de vida, y que no se metieran con su trayectoria.

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