La interrogante sobre el destino de la droga en dos operaciones

La Fiscalía acusa al mayor Alexis Cedeño de apropiarse de droga en dos operaciones, pero las versiones de los testigos se contradicen en cuanto al actuar del policía que enfrenta cargos por tráfico de drogas, entre otros

En el golfo de Chiriquí se asoma una isla bañada en aguas paradisíacas. El esplendor de esa tierra de abundante vegetación casi inhóspita en medio del Océano Pacífico, no solo deslumbra a los turistas. En isla Parida también se esconde droga entre las tupidas plantas.

En septiembre de 2015, el mayor Alexis Cedeño, jefe de la Unidad Especial de Asuntos de Fronteras, tenía una misión en aquella isla. Había recibido información de inteligencia del colombiano Kike Longas, fuente que proporcionaba datos a la Unidad y a la embajada norteamericana por más de siete años, sobre una droga escondida en esa tierra virgen.

OPERACIÓN ISLA PARIDA
Para ejecutar la operación, Cedeño debía informar al fiscal de Drogas de Chiriquí, Carlos González, cuya jurisdicción abarca el archipiélago donde se asoma la mencionada isla. Así lo hizo mientras desayunaban juntos en el restaurante de un hotel en David, la capital de Chiriquí, acompañados de sus colaboradores, capitán Henry Candanedo y el mayor Francisco Obaldía.

Por lo ocurrido en esta operación, la Fiscalía acusa a Cedeño de “haber traficado aproximadamente 1,700 paquetes de droga y de haber utilizado a la Unidad Táctica de la Policía engañándolos con que intervendrían una embarcación con droga que nunca llegó”. La tesis de la Fiscalía es que la mercancía fue transportada en el barco de Kike y después vendida al crimen organizado en Costa Rica. No obstante, las versiones de quienes participaron en la operación difieren en cuanto al destino de la droga hallada en la isla.

En la operación participaron varios agentes al mando de Cedeño: el subteniente Eva Díaz, el cabo Jonathan Sánchez, el capitán Henri Candanedo y la fuente Kike.

LOS TURISTAS
La idea era hacer un paseo a la isla simulando ser un grupo de turistas, pero había que dejar los uniformes en casa para evitar levantar sospechas.

La unidad táctica de operaciones antidrogas ubicada en el sector de Limón, según el capitán Candanedo, tenía dos fines: brindar apoyo mientras estaban en la isla y en caso del hallazgo, retornarían al atolón con la fiscalía para desenterrar la droga y proceder a la interdicción. “Para que ese equipo de la UTOA estuviese en ese punto, debía tener el visto bueno del director de la Policía y estar en el área, ya que para esa fecha ellos no tenían unidades destacadas en Chiriquí”, manifestó Candanedo a la Fiscalía.

Llevarían un GPS para que, en caso de localizar el “caleto”, el aparato les enviara la coordenadas exactas para programar la acción policial.

El fiscal, según Cedeño, le dio luz verde a la operación de forma verbal y autorizó la participación de Kike.

Cuando llegaron a isla Parida, observaron una casa de dos plantas donde habían diez personas. Los agentes, simulando ser turistas, se ubicaron en la playa.

Kike y la chica se reunieron con las personas en la casa, mientras que el resto permaneció en la costa.

El único que se separó momentáneamente del grupo fue Cedeño, quien en compañía de la fuente buscó un lugar con señal para el GPS.

El mayor llevaba una cámara oculta, como solía hacer en cada operación. En esta ocasión, las imágenes serían útiles para mostrar al fiscal el sitio donde se escondía la droga. Ahora forman parte de las evidencias que tiene la Fiscalía contra Cedeño.

LOS ‘CALETOS’
Cuando entró la noche, el grupo de unidades salió con la fuente en busca de los “caletos”. El capitán Candanedo describe que después de hacer el recorrido ubicaron el punto: a un metro de la superficie observaron varios bultos. El relato de Candanedo describe que Cedeño tomó fotos a todo y luego selló el escondite. “No se sacó nada de ahí”, declaró a la Fiscalía.

El punto de discordia en este caso se centra en los testimonios. El cabo Sánchez manifestó a la Fiscalía que se extrajo la droga. Describe que se hallaron cuatro tanques de 55 galones cada uno de donde sacó la sustancia que luego transportaron en una embarcación sin motor hasta un barco.

“La caleta del barco estaba en la cocina”, dijo Sánchez, quien al llegar vio que “el escondite lo estaban sellando con fibra de vidrio”. De ahí retornaron a la casa y esperaron el amanecer.
Candanedo lo desmiente diciendo que él “tendrá que explicar por qué dijo eso”, le respondió a la Fiscalía.

Lo curioso es que Cedeño, después de haber localizado el cuantioso hallazgo, nunca volvió a la isla para hacer la interdicción policial. Candanedo explica que había un desajuste logístico entre el tiempo y las lanchas que debían intervenir.

VERSIÓN DEL FISCAL
La Fiscalía imputó cargos a Cedeño por supuestamente apropiarse de la droga y venderla en aguas internacionales a un grupo de narcotraficantes en Costa Rica, país que limita con esta zona.

También resalta la versión del fiscal González. En una declaración a la Fiscalía, dijo que se reunió con Cedeño a los días de que éste había estado en la isla. Lo recuerda porque le preguntó cómo iba el caso de isla Parida, y Cedeño le respondió que estaba trabajando con Panamá el tema.

Subraya que ni Cedeño ni Candanedo le mencionaron la droga hallada en los escondites. En caso tal, dijo, “los hubiera comisionado por escrito, porque era evidente la existencia de la droga para poder legalizarla”.

El fiscal González comentó que para autorizar la operación en isla Parida, Cedeño debió levantar un informe. “Nunca hubo tal información por escrito”, dijo. Si la hubiese habido, el fiscal debió emitir un papel con la autorización. En vez, el fiscal afirma que solicitó más información.

González, con 16 años de servicio en el Ministerio Público, fue destituido en enero de 2017 de manera inesperada, sin ninguna justificación de sus superiores. El Ministerio Público no quiso ofrecer una entrevista a La Estrella de Panamá para conocer las causas del despido u otro detalle del caso Cedeño.

OPERACIÓN TRIPULANTE
Candanedo mencionó que después de un tiempo, Cedeño le dijo que manejaba información de la fuente Kike, de que había una droga oculta en una nave en el embarcadero de Juan Díaz.

El muelle se asemeja más a un cementerio de barcos que a la actividad marítima. Irradia abandono, poca vigilancia y sin un faro que alumbre por las noches.

LA DROGA DEL BARCO
Aquel 22 de septiembre de 2015, según la Fiscalía Contra el Crimen Organizado, que investiga el caso, se halló una nave con más cantidad de droga de la que fue incautada por la Fiscalía de Drogas durante una operación comandada por Cedeño. La Fiscalía sostiene que en la embarcación habían mil paquetes de droga y de ellos solo se decomisaron 538 kilos.

Cedeño le había comentado a Candanedo que la droga incautada en el embarcadero guardaba relación con la operación de inteligencia en isla Parida y que gracias al trabajo de Kike se había logrado la incautación. Una operación que forma parte de las evidencias en contra del mayor.

CONTRADICCIONES
Cedeño encomendó a varias de sus unidades, el capitán Henry Candanedo, capitán Luis Torrero, subteniente L. Justavino, subteniente J. Guerra, agente V. Ferri, cabo C. Lara, F. Guillen, K. González, entre otros, a que fueran al embarcadero en mención.

Los testimonios de estas personas, como en el caso anterior, se contradicen en algo básico, si Cedeño y Kike extrajeron droga del barco y la sacaron del muelle antes de que llegara la fiscal. Tres de ellos señalan que sí, otros, por la oscuridad y la posición en que se encontraban, no pueden confirmarlo. Cedeño lo niega.

Una de las unidades, K. González, policía con dos años de antigüedad en la Unidad de Cedeño, narró su versión. Dijo que ese día Kike, que usaba un pasamontañas negro, llegó al embarcadero junto a Cedeño en un pick-up blanco. Ambos se estacionaron a unos metros de un barco. Con una flexible, Kike hizo un hueco en el interior de la nave y de ahí se extrajeron sacos con droga que pusieron en el pick-up que conducía Kike. Luego, ambos partieron del astillero, supuestamente, con la mercancía en la parte trasera de la camioneta. Pero antes de retirarse, Kike lijó y borró el nombre del barco.

El mayor ordenó, según González, “que esperaran un tiempo a que la fuente saliera del área para traer a la funcionaria de la Fiscalía y dar paso al allanamiento”. Pasaron un par de horas y a las 10 de la noche arribó la fiscal Marlen Moreno. “Buscaron” la embarcación con droga, aunque González afirma “que todos ya sabían cuál era”. La fiscal pidió acercarse a la nave montada en unos troncos como si estuviera en reparación. Se inició la diligencia y el cabo V. Ferri, otro agente de la Unidad, “hizo cortes en la cabina que permitieron descubrir más sacos escondidos. Para entonces, Cedeño ya había vuelto”, según la narración de González.

La Fiscalía reclama que el procedimiento en el barco debió esperar la presencia del fiscal. Cedeño niega que se apropió indebidamente de la droga. Alega que es ridículo lo que señalan bajo presión sus unidades, pues cualquiera se percataría del hecho, y que González varió su versión un año después de vertida ante las repreguntas de la Fiscalía. Añade que él llegó por sus propios medios. Destaca que en el libro de registro del Servicio Nacional Aeronaval (Senan) que vigila el embarcadero, no consta ninguna extracción de sacos antes de la presencia de la Fiscalía.

Cedeño deduce, por las declaraciones de sus compañeros a las que ha tenido acceso, que en noviembre de 2016 los fiscales y agentes judiciales “presionaron a una de sus unidades hasta el punto de hacerla llorar para declarar falsedades bajo el argumento de no ser imputada con supuestos cargos y que también hicieron lo mismo con los agentes del Senan”.

Lo que no sabe Cedeño es cómo llegó la mercancía al barco ni quién la introdujo, su esfuerzo consistía en asegurar la incautación. Cedeño justifica que Kike borró el nombre de la nave para evitar cuestionamientos de los dueños de la droga, “porque si salía públicamente el nombre del barco, lo iban a relacionar por medio de los trabajadores en el desembarcadero de Juan Díaz”, dijo.

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