América Latina, un "oasis" para los grupos extremistas

El documento “El radicalismo islámico en América Latina. De Hezbolá al Daesh”, publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos, revela que la región latinoamericana está expuesta a ataques terroristas

Panamá corre el riesgo de ser blanco de las organizaciones yihadistas. Así lo señala un informe del Instituto Español de Estudios Estratégicos que publicó el documento: “El radicalismo islámico en América Latina. De Hezbolá al Daesh”. En el texto identifica plenamente las debilidades de la región latinoamericana, que ve muy lejana la posibilidad de un atentado de estos grupos, a pesar de haber tenido dos experiencias trágicas en Argentina en la década de los 90.

Latinoamérica es aprovechada por los grupos extremistas para desplazarse impunemente, o casi sin ser detectados, gracias a la complicidad de algunos Gobiernos que incluso se han negado a cooperar plenamente con las autoridades estadounidenses, y demás servicios de inteligencia de la región, sobre la presencia de estos grupos en sus territorios. Según el reporte, estos gobiernos son Cuba, Venezuela o Trinidad y Tobago.

“El único país latinoamericano que podría padecer una amenaza real y directa hasta el momento es Panamá, por su condición de miembro de la coalición internacional liderada por Estados Unidos.

Panamá se ha unido a la coalición a principios de 2015, convirtiéndose en el primer país de América Latina que se sumó a los esfuerzos de combatir el terrorismo internacional”, cita el análisis del Instituto español.

El informe tiene la autoría de Alexandra Dumitrascu y se publicó en diciembre de este año. En él, la máster en relaciones internacionales y en terrorismo yihadista, identifica la debilidad de los servicios de inteligencia de la región en cuanto a la capacidad que tienen para enfrentar la amenaza del terrorismo yihadista en la región, “ya que no en muchos casos han sido considerados como instituciones fuertes dotadas de herramientas para afrontar los distintos desafíos y amenazas”, se lee.

Más que una amenaza directa para los países latinoamericanos, los sería para Estados Unidos como enemigo declarado de las organizaciones yihadistas. No obstante, es posible que a medida que la seguridad y la vigilancia aumenten en el Norte y en Occidente, y ante la imposibilidad de llevar a cabo atentados en el seno de esas sociedades, se contemple América Latina para atacar contra intereses occidentales, con las consecuencias que ésto conllevaría.

Ha sido habitual entre los países de América Latina crear la falsa percepción de que este es un fenómeno ajeno, negando la vinculación del radicalismo islámico con la región, y la posibilidad de que se vuelva a producir algún ataque de similares magnitudes a los de Argentina. Tal ha sido el caso de Brasil, donde las autoridades políticas han rechazado admitir la creciente presencia de miembros de distintas agrupaciones yihadistas en el país, negándose incluso a calificar de terroristas a grupos como Hezbolá o Hamas, entre otros.

La especialista en temas de terrorismo recoge información puntual de inteligencia, hechos concretos y las consecuencias de los mismos.

DAESH, UNA AMENAZA
Por primera vez, el informe del Departamento de Estado de Estados Unidos sobre terrorismo, alerta sobre el efecto del Daesh en América Latina.

En él se indica, así lo recoge el trabajo de Dumitrascu, que más de 100 individuos de la región han viajado a Siria e Irak, algunos en compañía de familiares, para afiliarse a las filas de la organización terrorista. El subcontinente ha servido como apoyo ideológico y financiero para la organización.

En el informe del Departamento de Estado de Estados Unidos, en marzo de 2016, el almirante Kurt Tidd, del Comando Sur, alertaba acerca de la creciente radicalización islámica en América Latina. En este sentido, el caso de Trinidad y Tobago es preocupante para los especialistas, porque alrededor de 70 ciudadanos viajaron a Siria e Irak para unirse al Daesh. En agosto, las autoridades del país informaron que 9 han sido detenidos en Turquía en su intento de cruzar la frontera. Hasta ahora, Daesh ha publicado múltiples entrevistas cuyos protagonistas han sido ciudadanos trinidenses.

El caso de Brasil también llama la atención de las autoridades. En la víspera de los Juegos Olímpicos, un grupo radical yihadista Ansar al-Khilafah Brasil, declaró lealtad al líder del Daesh, Abu Bakr Al Baghdadi, convirtiéndose en la primera agrupación de América Latina que se declara públicamente afín a un determinado grupo terrorista.

La experta en el tema analiza la relación entre el crimen organizado y el radicalismo y lo define como ‘un matrimonio de conveniencia’, en donde unos y otros se aprovechan mutuamente de las ventajas que la relación les proporciona.

En este sentido, apunta a Hezbolá como uno de los principales grupos asociados al crimen organizado.

“El clan Barakat representaría uno de los mejores ejemplos de convergencia entre el crimen organizado y el terrorismo en la Triple Frontera. Roger Noriega, exsecretario de Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental, en un discurso ante el Comité de Asuntos Exteriores de Estados Unidos en 20123, puso de manifiesto la estrecha colaboración entre el cartel de los Soles con el Cartel libanés constituido por Walid Makled, con estrechos vínculos con Hezbolá. Ambos carteles, a su vez, habrían cooperado con la guerrilla de las FARC, el principal proveedor de cocaína a Venezuela. En este sentido, una aerolínea venezolana habría dispuesto de servicios regulares a Damasco y Teherán para proveer con narcóticos a Hezbolá e Irán, además de facilitar el transporte de personal y armas a ambos países. La trama salió a la luz con la detención de Walid en Colombia, quien a pesar de ser requerido por Estados Unidos por tráfico de drogas, fue extraditado a Venezuela”, se lee en el estudio.
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El informe explica que “en Colombia, la organización criminal Joumaa realiza actividades de tráfico de droga y lavado de dinero desde hace años y sus ingresos van directamente a las arcas de Hezbolá. Sus relaciones con los Zetas colombianos es un secreto a voces; durante más de una década la organización se ha encargado de vender droga al brazo del grupo mexicano que posteriormente es vendida en Estados Unidos.

En 2015, la Oficina del Tesoro de Control de Activos Extranjeros congeló los activos de dos ciudadanos libaneses, y de un tercero de origen alemán, vinculados con miembros de Joumaa, a los que proporcionaron apoyo a sus actividades de lavado de dinero y tráfico de drogas”.

TERRORISMO ISLÁMICO EN AMÉRICA LATINA
En 1992 dos atentados marcaron la historia de Argentina. En marzo un coche bomba estalló en la entrada de la embajada de Israel en Buenos Aires ocasionando la muerte de 29 personas. La autoría del mismo fue asumida por la Jihad Islámica, brazo armado de Hezbolá. Tres miembros de Hezbolá tomaron parte en el atentado: Fayez Moughnieh, exomcandante de Hezbolá, Hussein Mohamad Ibrahim y José Salman El Reda. El primero fallecido en 2008 en una explosión de un coche bomba en Damasco.

Dos años después otro atentado golpeó la comunidad judía de Argentina cuando una camioneta estalló frente a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) causando 87 muertos y 300 heridos.
Hoy en día, la justicia de ese país aún no ha esclarecido el que podría considerarse el mayor atentado islámico suicida en América Latina.

El fiscal que investigaba la causa, Alberto Nisman y su adjunto, Marcelo Martínez, presentaron el informe en el que acusaron directamente a Irán de ser el principal artífice del atentado y cuya ejecución la había encargado Hezbolá. La justicia argentina determinó que fueron las máximas autoridades iraníes quienes tomaron la decisión de llevar a cabo el ataque terrorista contra la sede judía, aunque la ejecución del mismo se encomendó a miembros de Hezbolá. Como consecuencia, se solicitó la búsqueda y captura internacional de los ocho altos funcionarios iraníes y un miembro de Hezbolá.

Entre los requeridos estaban desde el expresidente de Irán Ali Akbar, y varios exministros, además de dos diplomáticos.

Los servicios de inteligencia de Estados Unidos e Israel, la red de Rabbani sigue activa, y a pesar de haber una orden de detención internacional, no ha sido una limitante para que éste se desplace a través de la región en numerosas ocasiones sin mayores dificultades. Su nombre ha estado vinculado a varios intentos de atentados como el del aeropuerto J.F. Kennedy de Nueva York en 2007, cuya autoría corrió a cargo de tres ciudadanos de Guyana, en colaboración con un imán de Trinidad y Tobago.

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