Claire Nevache: “administración Cortizo marcada por pandemia, guerra y conflictos sociales”

La politóloga Claire Nevache, investigadora asociada al CIEPS analiza los hechos que marcaron la administración de Laurentino Coritzo y los retos del próximo gobierno



Claire Nevache.


Antes de pasar la página, es oportuno hacer un balance de la gestión de Laurentino Cortizo. ¿Qué hechos marcaron su gobierno? ¿Cómo debe enfrentar la siguiente administración los retos pendientes y las reformas estructurales inevitables y que urgen arreglo? Nuestra invitada, la politóloga Claire Nevache, investigadora asociada del Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales (CIEPS) pone en perspectiva la situación del país y los desafíos que enfrentará el gobierno entrante.

¿Cuál es el balance de la administración Cortizo?

Me parece un gran tema que conversar cuando todos estamos mirando hacia el futuro, y los próximos cinco años y girar la página. Pero antes, vale la pena hacer un balance y ver qué podemos recordar de la gestión de Laurentino Cortizo. Lo primero es que Panamá no está aislada de las dinámicas internacionales, de lo que pasa a nivel mundial y estuvo durante estos cinco años en el corazón de varias tormentas internacionales que pasaron bastante sobre la gestión de Cortizo. Eso es innegable.



La consecuencia de esta guerra ha sido una crisis migratoria.


A seis meses de haber tomado el poder empieza una pandemia mundial que duró dos o tres años y que tuvo repercusiones, no solo en Panamá, sino a nivel mundial sobre los sistemas de salud, la economía, la vida social de los países, una contracción global de la economía que afectó a Panamá. Luego, las consecuencias se han visto a nivel mundial: la deuda interna se multiplicó, las tasas de desempleo aumentaron, empresas cerraron.



Panamá se ha convertido en un nudo, un punto clave de la migración internacional y de las situaciones trágicas y de peligro en el Darién. 


Poco tiempo después de empezar a salir de esa dinámica tan compleja, empieza otra crisis mundial como es la invasión de Rusia a Ucrania, que cuando era mencionada por el presidente la gente lo tomaba en tono de burla, como si estuviera buscando excusas, pero había algo cierto en eso. La consecuencia de esta guerra ha sido una crisis migratoria, y en particular una crisis de inflación que no solo se debió a la guerra, sino como consecuencia de la pandemia, pero que pesaba muchísimo sobre el poder adquisitivo de los panameños. Una situación de salubridad pública, económica internacional muy compleja a lo que se agrega de que Panamá, en pocos años se convirtió en el corazón de una crisis migratoria gravísima de tránsito de personas que vienen de América del Sur, África y el Caribe.

Panamá se ha convertido en un nudo, un punto clave de la migración internacional y de las situaciones trágicas y de peligro en el Darién. Lo segundo general que podemos decir del gobierno Cortizo, es que ha sido un periodo bastante conflictivo, muchas movilizaciones sociales como nunca han habido en Panamá.



Durante la pandemia hubo protestas de menor tenor porque estábamos encerrados sobre el tema de la dificultad económica que estaban viviendo las personas.


Para hacer un recuento de esto, en 2019 a pocos meses de asumir el poder Cortizo intenta hacer una reforma constitucional que era una promesa de gobierno que estaba tratando de cumplir. Hay una gran protesta en la calle por varios motivos, pero en particular de una juventud muy activa de esos cinco años diciendo ojo, esos no son los temas que queremos discutir. De ahí empieza la pandemia.



A partir de 2022, las mayores protestas que se han registrado en el país, producto del poder adquisitivo provocado por la herencia de la inflación internacional.


Durante la pandemia hubo protestas de menor tenor porque estábamos encerrados sobre el tema de la dificultad económica que estaban viviendo las personas. Luego, en el 2021 protestas inéditas sobre las reformas electorales. A pesar de que en Panamá tenemos reformas electorales cada cinco años, normalmente no es un tema que genera mayor atención o preocupación por parte de la sociedad. Pero en esta ocasión, sí. La población se preocupó por las reformas electorales porque sentían que estas reformas, en particular de la fórmula del residuo, impedía que nuevos actores de la libre postulación entraran en la competencia y encontraran un lugar de representación.

A partir de 2022, las mayores protestas que se han registrado en el país, producto del poder adquisitivo provocado por la herencia de la inflación internacional, se paralizó el país durante seis semanas en reclamo al precio de los alimentos y medicamentos. Realmente la población sentía que su bolsillo no daba más. Recientemente le dieron a Panamá un nuevo ranking que sitúa a Panamá como el cuarto país de mayor desigualdad, entonces en un contexto así, cuando suben los precios las personas menos aventajadas tienen mayor dificultad para hacer frente al costo de la vida. El año pasado, hubo unas protestas aún más importantes por el tema del contrato minero.

¿Cómo surgieron los movimientos inéditos de protestas en contra de la actividad minera?

Es una buena pregunta, porque además de las grandes manifestaciones que hemos mencionado, en Panamá hay protestas todos los días en reclamo de servicios básicos. Realmente hay una población que tiene un nivel de desasosiego, de descontento, de malestar y desconfianza ante las instituciones que es muy alto. Nosotros en el CIEPS lo hemos medido y la desconfianza ante la calidad de los servicios públicos es muy alta.

¿Hay una cifra?

Depende de los servicios. Algunos marcan un poco mejor, otros un poco peor, pero en general es muy alto el descontento. Lo que es aún más alta es la desconfianza ante los partidos políticos, las instituciones, la Asamblea Nacional, el Ejecutivo, la institución electoral. En este sentido los partidos políticos y la Asamblea Nacional marcan por debajo del 10%. Muy poca credibilidad. Pero lo que pasó en 2022 y 2023 fue que en buena medida había un descontento que se pudo haber anticipado mejor porque hay una sensibilidad muy fuerte en la población panameña en temas de ambiente. En el CIEPS hicimos una encuesta preguntando a las personas si les importaba más privilegiar el crecimiento económico a costas del medio ambiente o viceversa y el 65% de los encuestados prefirieron el medio ambiente. Hay una sensibilidad real del medio ambiente en la población. No es cierto que es una preocupación de clase media alta del país, es transversal. Lo que pasaba es que todos esos problemas, como el contrato minero, transitaban por instituciones que eran desacreditadas por la población, en la que no había confianza, había sospecha de que había trampa, corrupción. Realmente la población estaba indignada por el contrato por la sensibilidad ambiental sincera, que se sumó a un descontento muy fuerte hacia el cúmulo de escándalos de corrupción. Agrego algo, si uno retoma el plan de gobierno que presentó Laurentino Cortizo al país en campaña y por el cual votaron, hay que reconocer que o hizo o intentó hacer la mayoría de las propuestas que dijo.

¿Qué opacó el gobierno?

Los escándalos de corrupción que venían o del Ejecutivo, o con sospechas que podía estar involucrado y de la Asamblea Nacional. Luego hay otra cosa, la muy baja capacidad del Estado y fiscal que nos acaba de recordar el Fondo Monetario Internacional. Panamá tiene una capacidad de recaudación fiscal baja, se habla del 7% cuando normalmente estábamos en un 10% y eso era de lo más bajo en Latinoamérica. Eso lo compensamos con los ingresos del Canal y la deuda. Hay muy poca capacidad para que los programas que se crearon, los ministerios que se crearon - cultura y Mujer que eran reivindicaciones históricas - se hicieron nombramientos en la Corte Suprema de Justicia como independientes. Sí ha habido cosas positivas, el problema es que los programas o ministerios nuevos, si no tienen un presupuesto adecuado para funcionar, quedan en papel. Es lo que la población está sintiendo.

¿En el momento de las peores protestas de 2023, que hubiera hecho el presidente?

Creo que el problema es que cuando uno está frente a una ola de descontento tan importante de alguna manera no esperada, es difícil reaccionar. Lo cierto es que cuando la población y la juventud salieron a la calle, que lo hicieron desde agosto en la Asamblea Nacional oponiéndose al contrato minero y dando muchísimos argumentos, no se les escuchó. Se debe tratar de ser muy transparente y de rendir cuentas. Esto último podría haber sido, por ejemplo, tomar medidas inmediatas para pacificar la situación y apaciguar las cosas. Dar razón en algunos temas y rendir cuentas. Si alguna administración promovió un proyecto que generó una crisis social, lo normal en los países es que algunos miembros del gobierno debían devolver su puesto. Luego el presidente puede decidir seguir nombrándolos, pero eso habría dado una señal de que se estaba escuchando a la población.

Los próximos años requieren de grandes consensos para enfrentar temas estructurales con pluralidad de posiciones. ¿Cómo conciliar las fuerzas en el próximo gobierno?

Va a ser un gobierno bastante original porque probablemente no habrá mayoría en la Asamblea Nacional y por lo tanto tendrá que negociar con las fuerzas políticas, sentarse en torno a la mesa y encontrar soluciones a los problemas graves y estructurales: la Caja de Seguro Social es uno, las consecuencias del Cambio Climático es otro, la situación fiscal es bastante crítica y podemos seguir con la calidad de los servicios públicos. El problema es que hemos tenido una campaña política con muy poca política. Hemos tenido una campaña en la que sobre todo, los temas cruciales, no hemos tenido realmente visiones de país en las que algún candidato nos lleve a salidas completas u horizontes. Hemos tenido una campaña con poca política y más bien con disputas de personas y liderazgo. Eso es muy importante porque nos deja un poco en la incógnita de cuál va a ser el tipo de política que dominará.

Entonces, ¿cuál es la fórmula para los consensos?

Vamos a tener que volver a dialogar y va a ser difícil porque en Panamá las mesas de diálogos que han sido instancias paralelas a las instituciones del Estado, se han visto desacreditadas porque no han logrado dar las respuestas ni los resultados que esperaba la población y porque no sienten que los representan los actores que están ahí. Tendremos que demostrar todavía más inclusión, negociar con todas las fuerzas políticas del país, todas, no solo las que suelen negociar entre ellas, y dar solución a los problemas pendientes.

¿Cuál debería ser la forma en que Panamá debe afrontar la crisis migratoria?

No es un tema únicamente de Panamá. El país debe tener los ojos puestos sobre las elecciones de Estados Unidos porque todos los migrantes que pasan por el Darién tienen como objetivo Estados Unidos y Joe Biden y Donald Trump tienen posiciones migratorias muy diferentes. Por lo tanto, es muy probable que pongan una presión muy fuerte a Panamá para parar el flujo migratorio. Dicho eso, hemos tenido en el pasado crisis migratorias en las que las personas están dispuestas a arriesgar su vida, en el Darién o en el Mediterráneo, por ejemplo, porque vienen de lugares sumamente empobrecidos o en guerra. Una forma es tratar de solucionar la situación de estos países. La otra lección es que ninguno las para. Las personas están dispuestas a arriesgar su vida y lanzarse. Si se les trata de parar normalmente encuentran otra ruta más peligrosa. Hay que encarar esa situación como una crisis humanitaria.

Pero verlo como crisis humanitaria tampoco ha generado una fórmula para abordarlo, las rutas son peligrosas...

El flujo migratorio tiene un impacto ambiental en Darién, aunque hay que reconocer que el impacto ambiental es muy anterior a la migración, pero es una crisis regional. Panamá no puede con medio millón de personas al año, cuando tiene una población de 4 millones. Ningún presupuesto de Estado lo resiste. Tienen que ser soluciones regionales que atiendan la crisis humanitaria y en la que algunos actores paramilitares o al margen de la ley se aprovechan de la miseria de estas personas en diferentes maneras. Entonces hay que atender las aristas de esta crisis y hablar con los países vecinos.

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