Yuri Pittí: “Hemos generalizado el concepto de que familia es un espacio seguro, y no necesariamente es así”

Lo dice por el aumento de casos de niñas menores de 14 años embarazadas que acuden a recibir atención a Aplafa. “Miles de niños viven en familias donde se normaliza la violencia”, asegura Yuri Pittí, gerente de planificación y monitoreo de Aplafa


Yuri Pittí.

Miles de niños y adolescentes viven en ambientes violentos en los que se normaliza la violencia y el embarazo adolescente. Durante la pandemia, la Asociación Panameña para la Planificación Familiar (Aplafa) registró un aumento del 50% de niñas menores de 14 años que acudieron para recibir atención por motivos de abuso sexual. Cada vez llegan más niñas embarazadas a esta institución que al año atiende a más de 40 mil personas por diferentes causas. La falta de indicadores, como una encuesta de salud sexual y reproductiva, que la última se efectuó en 2014, impiden tener una claridad sobre la gravedad del problema en nuestro país, lo que esconde cifras grises. Yuri Pittí, Gerente de planificación y monitoreo de Aplafa, describe la necesidad de plantear un diálogo para normar o legislar sobre salud sexual integral, una deuda del estado con la sociedad y especialmente con la población infantil y adolescente, que se ve mermada en los instrumentos que deben estar a su disposición para conocer sus derechos, denunciar los casos de abuso y recibir respuesta de las autoridades.

¿Cómo evalúa la situación de la salud sexual y reproductiva de las adolescentes que acuden a buscar ayuda en Aplafa?
Somos la tercera región del mundo con mayor cantidad de embarazos en adolescentes. Eso nos hace una región que obliga a los países a tomar medidas.

En Panamá estamos hablando alrededor de una proporción de 10 mil embarazos de adolescentes al año. Eso en cinco años son 50 mil y tenemos una sociedad que se resiste a ver esto como un problema. Hace falta mucha desmitificación de las razones reales de los adolescentes. Una de ellas es la normalización del abuso sexual infantil. La normalización de adultos con adolescentes, abuso sexual en los hogares.


En Aplafa la experiencia en los últimos años nos habla de un aumento proporcional de las menores embarazadas niñas de menos de 14 años. Estamos hablando que las niñas están siendo abusadas cada vez a menor edad.

De estas 10 mil, ¿cuántas pueden ser menores de 14 años?
En Aplafa la experiencia en los últimos años nos habla de un aumento proporcional de las menores embarazadas niñas de menos de 14 años. Estamos hablando que las niñas están siendo abusadas cada vez a menor edad. Un elemento importante que hay que mencionar, es que la mayor parte de estos abusos se dan en los hogares, tienen vínculos con estas menores.

¿Por qué no hemos sido capaces de romper el círculo y seguimos viendo abuelas de 30 años?
No hemos sido capaces de mostrar capacidad para dialogar. Además, hemos sido una sociedad muy egoísta. Hemos generalizado el concepto de familia que es un espacio seguro para todos, y no necesariamente es así. Hay muchísimos niños viviendo en familias violentas, donde se esconden los abusos o se normaliza el embarazo adolescente. Hay una responsabilidad del estado de tomarse esta tarea y apropiársela y asegurar la igualdad de condiciones para todos.


¿Esa cifra gris de la que hablaba, en qué porcentaje se puede calcular?
Creo que no es una cifra que podamos estimar de forma precisa. Pero los embarazos de adolescentes que no están llegando a las autoridades es un asunto regional.

Pero en algún momento la autoridad se entera...
Sí, sin embargo, cuando comparamos las personas condenadas por delito de abuso sexual hacia jóvenes no necesariamente coincide con la cantidad de abusos porque hay muchas familias que deciden no de denunciar. Lo otro es que no necesariamente la sociedad considera el hecho de que un adulto esté abusando de una adolescente sea así, porque la adolescente no está en capacidad de dar el consentimiento, hay una relación desproporcionada en diferencia de poder.


Las escuelas y los maestros siempre han sido sensores, receptores importantes de denuncias. Una gran cantidad de denuncias que llegan a las autoridades se reciben de los maestros que han identificado situaciones de abuso gracias a que pueden ver a los niños en las escuelas. 

Durante la pandemia, ¿cómo fue este comportamiento?
La pandemia fue un parteaguas para el mundo. Pero en Panamá se redujo el acceso a los servicios de salud, incluyendo los relacionados a la salud sexual y reproductiva. Aunque estamos hablando de embarazos adolescentes que están registrados en el sistema de salud pública, es muy alta la probabilidad que existan cifras grises en adolescentes que no recibieron atención gineco-obstetra durante la pandemia. Además, tenemos que recordar que al inicio de la pandemia cuando se suspendieron las clases presenciales, una preocupación generalizada fue que los niños, niñas y adolescentes se iban a ver expuestos a situaciones de violencia en los hogares al estar las escuelas sin clases presenciales. Las escuelas y los maestros siempre han sido sensores, receptores importantes de denuncias. Una gran cantidad de denuncias que llegan a las autoridades se reciben de los maestros que han identificado situaciones de abuso gracias a que pueden ver a los niños en las escuelas. También hay una reflexión importante sobre la desprotección a la que están expuestos los niños, niñas y adolescentes y es apenas una de las banderas rojas.

Al momento en que un niño, niña o adolescente se anima a denunciar lo que le ocurre, ¿recibe la respuesta adecuada?
Una de las grandes deudas del estado panameño hacia esta población es el respeto al derecho al acceso a la información. Somos un país que tenemos muchísimos años demostrando una incapacidad de diálogo para normar o legislar sobre salud sexual integral. En esa deuda se ha condenado a muchísimos niños, niñas y adolescentes a no tener la información. Los programas de salud sexual y reproductiva estamos hablando de una serie de conocimientos que requiere el menor que incluye la forma de poder identificar situaciones tempranas de abuso sexual. El poder diferenciar lo que es un trato adecuado de un adulto hacia un niño, niña o adolescente, e identificar límites. Ese acceso a la información debería brindar las herramientas para que ellos sepan denunciar estos casos. Nos encontramos con casos de personas adultas que en esa edad se dan cuenta que durante su infancia fueron abusadas. Cuando se piensa de abuso sexual infantil se piensa en la penetración inmediatamente y no necesariamente es así. Estar expuesto a dos personas teniendo sexo, a imágenes, videos, o que sea grabado desnudo, tocado inapropiadamente, que no haya penetración o que ésta no necesariamente sea vaginal sino por otras vías, todas esas situaciones son abusos. Muchas veces no se entiende como tal. O que sean impulsados a tener conversaciones que transgreden los límites del respeto y del trato adecuado en un niño, es un abuso.

¿Usted cree que la ley en contra de los pedófilos sea útil en la prevención de futuros abusos?
Hay un tema judicial punitivo y otro educativo de cambio de mentalidad. La brecha de conocimiento entre lo que aprobamos en leyes que van más hacia lo punitivo, y la educación que brindamos a la población para que permita internalizar situaciones e identificar abusos y saber cómo denunciarlas y no normalizarlas, esa brecha se tiene que cerrar.

La pandemia fue un parteaguas para el mundo. Pero en Panamá se redujo el acceso a los servicios de salud, incluyendo los relacionados a la salud sexual y reproductiva. Aunque estamos hablando de embarazos adolescentes que están registrados en el sistema de salud pública, es muy alta la probabilidad que existan cifras grises en adolescentes que no recibieron atención gineco-obstetra durante la pandemia.

¿Cómo identificar a un pedófilo y qué tipo de medidas deben tomar los padres al respecto?
Lo fundamental es poder conocer todo lo que implica una situación de abuso. Hay abuso psicológico, físico, y usualmente el perfil de las personas agresoras, su patrón de comportamiento es que no tienen acceso sexual o carnal a la víctima en un primer momento. Sino que tienen acercamiento a través de conversaciones, mostrando imágenes, tocamiento, aunque de vista no parece con mala intención. Genera momentos a solas con el niño o niña y eso es lo que a veces es más difícil de ver. Por eso es importante que a los niños les hablemos de límites en los espacios y muestras de cariño. Que se les enseñe que no debe ser normal que en su espacio puedan irrumpir tíos, primos, abuelos o que cualquiera pueda bañarlo o vestirlo. Que no se normalice que alguien de la familia cercana o extensa los siente en las piernas permanentemente, que se les obligue a tener muestras de cariño, porque eso desdibuja los límites y coloca al niño en una situación difícil porque vivimos en una sociedad que gira en el adulto. Se les enseña a los niños que no pueden estar en desacuerdo con los adultos, que hay que seguir sus órdenes y esos patrones culturales, cuando hay abuso sexual, generan un vacío y confusión. Es una situación más difícil de identificar y sobreponerse.


Nosotros en Aplafa recibimos 40 mil personas al año de todas clases sociales, identidades de género. Nosotros hemos tenido una línea de trabajo en la que priorizamos poblaciones vulnerables y entre ellas está la identidad sexual. Lo importante es que se asegure el acceso a la salud sexual de estas personas.

¿Cree que la falta de conocimiento o una mejor educación sobre la salud sexual y reproductiva choca con los principios religiosos que impiden irradiar este tipo de información?
Creo que hay un mal entendimiento de lo que se entiende por salud sexual y reproductiva. Cuando se censura la educación sexual como un derecho de los niños y adolescentes, se hace bajo criterios que banalizan la importancia de esto o que sobredimensionan otorgando un aspecto negativo a los programas de salud sexual integral. Las evidencias que nos da aplicación de estos programas en la región, es que un mayor acceso a la información no tiene como resultado, necesariamente, un inicio más temprano de las relaciones sexuales, todo lo contrario, se atrasan. Pero, como usualmente el tema de la educación sexual y reproductiva se ve como un tópico relacionado directamente a las relaciones sexuales, se omiten otros aspectos importantes como el papel que pueden jugar los niños, niñas y adolescentes y que conozcan el cuerpo por sus nombres. Eso ayuda a poner palabras en situaciones de abuso. Ayuda además a la ruptura del ciclo de la pobreza por el hecho de que el niño pueda planificar su vida, saber cuántos hijos quiere tener en el futuro, cuándo los debe tener y qué metas profesionales debe completar. Además, omite uno de los factores que yo considero de los más importantes, que es que ellos puedan volverse agentes multiplicadores en sus familias y comunidades.

Tenemos que, por un lado, niega el acceso a la educación sexual integral, y por el otro apuesta a la capacidad de las familias para brindar la información a las familias. Pero, cómo hacemos con aquellos niños, niñas y adolescentes que están siendo abusados en sus familias. Como hacemos con esos padres y madres jóvenes que no tuvieron acceso a esa educación sexual integral y que ahora son padres de niños a los cuales no saben cómo transferir esa información.

En este tema también me mete el tema de identificación de género, ¿qué tan frecuentes son las consultas en Aplafa de jóvenes que buscan orientación al respecto?
Nosotros en Aplafa recibimos 40 mil personas al año de todas clases sociales, identidades de género. Nosotros hemos tenido una línea de trabajo en la que priorizamos poblaciones vulnerables y entre ellas está la identidad sexual. Lo importante es que se asegure el acceso a la salud sexual de estas personas. En Aplafa tenemos varios programas y personas especializadas en distintos temas. Gran parte de la oposición a estos programas tiene que ver con la discriminación de las personas LGTBI. Tiene que ver con la estigmatización de esta población.

¿Cuáles son las zonas del país de mayor incidencia en embarazos de adolescentes?
En este momento encontramos una mayor incidencia en Panamá Este, Colón y Veraguas. De hecho, la última como una de las provincias con más casos. Son chicas que no han recibido la información adecuada, muchas en situaciones de pobreza. Una gran cantidad de las jóvenes muestran afectaciones a su salud mental.

¿Quiénes son estas jóvenes?
Recibimos chicas de todas las clases sociales. Hay un estigma de que las situaciones de abuso suceden en las poblaciones indígenas, o en afrodescendientes, pero el abuso está en todas las clases sociales.

¿Qué secuelas mentales presentan estas chicas a lo largo de su vida cuando sufren abusos?
Principalmente se encuentran casos de depresión, ansiedad. Una gran cantidad de jóvenes embarazadas expresan que durante el embarazo pensaron en el suicidio, se desdibujan las expectativas laborales y académicas en el futuro, hay una gran incidencia de deserción escolar pese a que las leyes han cambiado y se debería permitir que continúen en clases. Algo fundamental es que, en la mayor parte de los casos, aún en aquellos que no hay abuso, hay una gran ausencia de la figura paterna. Es un caminar de la adolescente sola en la mayor parte del camino.

¿Por lo general conservan a sus bebés o los dan en adopción?
Sí, los conservan. Hay un factor cultural determinante en eso.

¿Qué me puede decir de las guías del Ministerio de Educación sobre la orientación que se ofrece a los niños para poder detectar un posible abuso?
Lo primero es que las guías son una iniciativa del gobierno en turno como lo ha habido antes y las habrá. La dificultad principal es que mientras no tengamos una legislación marco que norme las iniciativas que cualquier gobierno quiera implementar, hay una desconexión entre los propósitos y los contenidos que se brindaron. Las primeras observaciones que hacemos de las guías es que en muchos casos se brinda mucha información sobre los órganos de salud sexual y reproductiva, las clases de biología, pero cuando aborda la cuestión del abuso sexual infantil que es de profundo interés, hay dificultad en ponerle nombres a los tipos de abusos. Además, hay una insistencia en que el niño hable con adulto, pero no se coloca una expectativa de lo que debe responder el adulto porque hay quienes encubren los abusos y ocasionan que el niño desista de poner la denuncia. Por eso es importante que aparezca en las guías el nombre de las instituciones, los números que pueden llamar. Finalmente hay una guía dirigida a madres adolescentes en la que dan directrices de cómo amamantar y los cuidados con el niño, pero se olvida el impacto, el trauma que tiene el embarazo para una joven y en cierta forma están haciendo algo de lo que no son capaces.

¿Qué consecuencias mentales tiene una adolescente o niña abusada sexualmente?
Hay muchos estudios que hablan de cómo los niños abusados durante la infancia en el futuro presentan más dificultad para relacionarse o presentan cuadros de ansiedad y depresión que les dificulta desempeñarse eficientemente en un trabajo, tener relaciones sanas. Se ha mostrado que las mujeres víctimas de abuso sexual durante la infancia tienen mucha más probabilidad de ser víctimas de otro tipo de violencia durante su infancia.

Si el aborto es legal a razón de un abuso, ¿qué tanto se acude a esta opción?
Yo creo que hay varias dificultades, la primera es cultural. Hay una cultura que empuja a la niña y adolescente a ver la maternidad como meta única y una sociedad que tiene normalizado que una niña tenga un hijo. Agregaría que aún en los casos donde hay abuso y violación, hay tanta demora en los procesos y tanta resistencia de una parte importante de panameños que ocupamos cargos en instituciones del estado para brindar opciones a las niñas y darles a conocer la ley. Hay un gran obstáculo en que no se diferencie las responsabilidades del estado y la cuestión de la religión, lo que son los derechos de las personas y las creencias religiosas.

Es un debate difícil...
Lo importante es que se le brinden las opciones y ella pueda decidir. En un país con una gran pobreza y cantidad de personas no han tenido acceso a educación sobre estos temas, y no están teniendo acceso a la educación en general, la primera responsabilidad de un funcionario que recibe a una niña o adolescente en una situación de abuso es darle a conocer la ley y las opciones y que ella pueda decidir.

¿Cuál ha sido la incidencia del virus de papiloma humano y la clamidia en la población adolescente?
El virus del papiloma humano en Panamá es uno de los más altos índices. Todavía los porcentajes de vacunación son muy bajos y en virus en una gran cantidad de casos no se manifiesta. La persona puede estar bien y seguir contagiando.

¿Qué hace Aplafa cuando recibe un caso de abuso sexual?
Nosotros no somos una instancia de denuncia así que orientamos a la persona cómo y dónde denunciar. Hay un protocolo general que aplica para todos. Hay una ley sobre el bienestar superior del niño o adolescente y la persona que está en conocimiento de un abuso está obligada a denunciar con la agravante cuando se trata de un trabajador social, psicólogo, médico, policía o educadores. Cuando nosotros recibimos un caso de este tipo, además de estar en varias redes, llamamos a las instituciones que están a cargo.

La experiencia nos dice que cuando se trata de abusos en el hogar el pedófilo evita dejar marcas. Los tocamientos son de otro tipo, el cuerpo del niño no se utiliza necesariamente para penetración, se tocan los senos, la vulva, pero de forma sutil, que no haya daño y que no sea identificable el abuso.

¿Qué tan rápido responden las instituciones?
En el caso de menores de edad, usualmente son bastante rápidas. En el momento de contactarse con la persona y darle acompañamiento. Yo creo que la lentitud muchas veces está a lo largo del proceso y también que hay un sistema sobrecargado, hace falta mayor inversión para dar respuesta. Nos encontramos con instituciones, sobre todo en el interior, con oficinas que tienen pocos trabajadores, pero atienden cientos de casos de distintos tipos. Hay una falta de inversión del estado en las instituciones encargadas de atención integral a víctimas.

Una persona que resultó embarazada por un caso de abuso, por lo general han sido abusadas antes, pero sin que nadie se de cuenta, ¿cómo pasa esto?
La experiencia nos dice que cuando se trata de abusos en el hogar el pedófilo evita dejar marcas. Los tocamientos son de otro tipo, el cuerpo del niño no se utiliza necesariamente para penetración, se tocan los senos, la vulva, pero de forma sutil, que no haya daño y que no sea identificable el abuso. Pueden pasar años con este tipo de abusos. Depende del caso y el tipo de agresor. Puede ser una violación por un extraño, consumada inmediatamente. El pedófilo puede estar en casa. Pero hay que diferenciar los conceptos: está la violación y el abuso sexual, y hay diferentes tipos de agresiones que se distinguen por el territorio en que se dan. La que se da en el hogar, la que se da afuera en la vía pública. Lo que lo diferencia es el nivel de acceso que tiene el agresor a la víctima y el nivel de relación. En el caso del agresor sexual que está insertado en una institución educativa, en una religiosa, o en un hogar, el abuso inicia por lo psicológico porque hay una situación de poder, hay una investidura que llama al niño al respeto a lo que digo y hago. Pero también hay una relación de confianza de los padres y madres hacia esa persona, se atreven a dejar a sus hijos con ellos porque también los han abusado psicológicamente. Han generado una relación con los padres, han generado un clima de confianza y hay agresores que por mucho tiempo han abusado de sus víctimas.

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