Ernesto Pérez Balladares: "Los intereses económicos y políticos de los diputados priman en el manejo del partido"

El expresidente de la República Ernesto Pérez Balladares y fundador del PRD, reconoce que la actuación de los diputados afecta el desempeño del gobierno y del colectivo, por eso insta al mandatario Laurentino Cortizo a retomar la Secretaría General en el próximo congreso 


Ernesto Pérez Balladares.

Ernesto Pérez Balladares, presidente de la República de 1994-1999, es firme al decir que no está de acuerdo en que el gobierno de Laurentino Cortizo renueve la concesión de los puertos de Manzanillo y Balboa, porque la empresa ha incumplido el contrato. Reclama que las condiciones de hoy, con un Canal ampliado y una zona logística desarrollada, son muy distintas a las que tenían el país hace 20 años cuando durante su gobierno se otorgó la concesión con la empresa Panamá Ports, que se apresta a extender la concesión por 25 años más. Pérez Balladares también habló sobre las supuestas pugnas que existen por el control del colectivo entre el secretario General del Partido Revolucionario Democrático (PRD), Pedro Miguel González y el vicepresidente José Gabriel Carrizo. No pasa de diferencias de criterios, dijo. No obstante, señaló que nunca es tarde para recuperar la Secretaría General y por lo tanto, el apoyo del partido.  

Debe ser el presidente de la República quien también ostente el mando del partido. De esa forma, aseveró, contará con el respaldo de los diputados de la Asamblea Nacional. No como ocurre ahora, los diputados controlan el colectivo a favor de sus propios intereses políticos y económicos privando los intereses del gobierno y el objetivo del país.

Me gustaría conocer su apreciación sobre las negociaciones que se adelantan en la renovación de la concesión sobre el manejo de puertos que en este momento está a cargo de la empresa Panamá Ports.
Vamos a empezar por el inicio. Nosotros heredamos dos puertos, Cristóbal y Balboa, que estaban operando, aunque en muy malas condiciones porque se había dejado de dar mantenimiento por muchísimos años. Entonces lo que hicimos fue hacer una licitación internacional en la que participaron varias empresas, Kawasaki Heavy Industries, otra japonesa, la que actualmente mantiene la concesión, e incluso en un viaje de regreso mío del Oriente, me pidió con muchísima vehemencia el presidente ejecutivo de Bechtel que fuera a hablar con ellos a su sede. Yo, aunque ya estaba adelantado el tema del concurso, accedí a ir. En esa junta directiva con el señor George Shultz, en ese entonces presidente de la directiva, me pidió un mes más para hacernos una oferta que en sus palabras, Panamá no podría rehusar. Contrario a lo que hubiera sido el curso normal, accedí a dar un mes más para que diera la participación de Bechtel que, dicho sea de paso, fue la peor oferta que recibimos. En esas circunstancias escogimos lo que tenemos ahora. Se hizo el mejor contrato que fue posible pero luego vinieron la petición de concesiones para nuevos puertos. Recuerde que a esta empresa se le dio dos puertos funcionando. Las concesiones se dieron áreas construidas para hacer calados, dragados, todo muy distinto. Luego se estableció la equiparación, que no hace ningún sentido, y lo que se había negociado no es lo que en efecto se ha dado. 

En mi entendimiento ha habido un manejo muy irregular de la administración de ese puerto por parte de la empresa en el sentido que se han hecho inversiones innecesarias que generan depreciaciones, lo cual te da un flujo de efectivo, pero no te da ganancia. Como consecuencia, los dividendos son menos. Y como eso hay una serie de circunstancias que hacen, en mi concepto, la experiencia de darle el contrato a esa empresa, inaceptable.

En este momento parece que el gobierno está centrado en renovar la concesión...
Si, pero yo creo que uno puede decirles con cariño y sinceridad, que el gobierno tiene la mejor oportunidad de lograr un mucho mejor contrato o con estos señores, o con otros. Siempre y cuando tomemos como prioridad los intereses nacionales y no acomodar a nadie. Yo creo que el gobierno puede, perfectamente bien, decir que no va a renovar este contrato automáticamente porque ha habido incumplimiento, y lo ha habido, y luego abrir una negociación o con ellos mismos, o yo preferiría una negociación internacional para un nuevo operador de los puertos.

¿Eso acarrearía consecuencias de demandas internacionales por parte de la empresa en contra del estado?
Déjeme decirle que si alguien tiene querellas internacionales en contra de la empresa es el gobierno de Panamá, no son ellos los que se pueden querellar contra nosotros por la forma en cómo han administrado este contrato. 

¿Las pautas de negociación son las adecuadas?
Por qué aceptar esos términos cuando debieron dar muchísimo más en los últimos tantos años de operación y esto es como una compensación mínima de lo que nos debía haber tocado si se hubieran respetado los términos originales de este contrato. Esta empresa la participación del estado es de 10%, pero estoy de acuerdo en que se debía haber una auditoría mucho mejor de la que se hizo de la Contraloría para realmente investigar el uso de esos fondos, si eran necesarias esas inversiones, los costos que se están manejando por servicio que están muy por encima de los costos que se dan en otros lados. Además, déjame decirte algo, veía en estos días una entrevista que le hicieron al exadministrador del Canal, Alberto Alemán Zubieta, y dijo muy ciertamente que las circunstancias de hoy son distintas a las de 20 años atrás cuando se negoció el contrato. Que hoy tenemos un Canal expandido, oportunidades que no teníamos entonces, y si estos señores han incumplido aprovechemos la oportunidad para hacer las cosas mejor de aquí en adelante.



En los partidos políticos cuando hay discusión política hay enfrentamiento de ideas. Eso es saludable, no veo que sea criticable, al contrario, entre más puntos y contrapuntos haya, más se enriquece la discusión al final del día.


¿Qué pasa en su partido? Se ha dicho que hay una pugna entre el secretario general, Pedro Miguel González, y el vicepresidente de la República, Gabriel Carrizo, por el control del colectivo y luego con fines electorales.
Lo primero que tengo que decirle es que no doy por cierto lo que se dice. Yo pienso que hay una insatisfacción por parte de la dirigencia del partido por no haber logrado lo que pretendieron lograr en su momento. Esa insatisfacción, desde mi punto de vista, viene desde el momento en que son los diputados los que manejan el partido. Es decir, los intereses de la Asamblea, de los diputados, intereses políticos y económicos, son los que privan en el manejo del partido y no los intereses del gobierno y el objetivo del país. De manera que yo no estoy seguro que eso que dijiste sea una realidad.

¿Se refiere a la pugna entre Carrizo y González?
Yo siempre he pensado que es el presidente de la República quien debe liderar el partido, el que debe ser secretario general, lo sigo diciendo y pensando. Esa fue nuestra experiencia tanto conmigo como con Martín Torrijos. En ambos casos fuimos primero secretario general, sí, y luego presidente, sí. Pero nunca es tarde para recuperar la secretaría general y en consecuencia el apoyo político del partido para llevar adelante los propósitos del gobierno. Así que a mi me parece que, en toda forma, quien debe liderizar el partido es el presidente Laurentino Cortizo. Eso no significa que eventualmente y en el próximo relevo, no sea el que herede esa dirigencia, o el que pueda aspirar a ser el dirigente el vicepresidente Carrizo que tiene todo el derecho de serlo. Pero la coyuntura actual, lo que exige es que sea el presidente Cortizo.

Entonces ¿por qué hubo una solicitud de renuncia al Secretario General?
Eso lo hicieron miembros del Consejo Directivo Nacional, muchos de los cuales están trabajando en el gobierno, como con una especie de molestia por algunas declaraciones del Secretario General. Pero ese es un tema que no pasó a mayores, es una coyuntura del momento y nosotros vamos hacia una nueva elección de delegados y renovación del Comité Ejecutivo Nacional del partido.

Entonces ¿no hay choque entre Pedro Miguel González y Carrizo?
Puede haber diferencias de criterio. En los partidos políticos cuando hay discusión política hay enfrentamiento de ideas. Eso es saludable, no veo que sea criticable, al contrario, entre más puntos y contrapuntos haya, más se enriquece la discusión al final del día.

¿Tienen fecha para el próximo Congreso?
Que yo sepa no, pero no estoy participando activamente en lo que pasa o no pasa en el partido. Simplemente estoy mirando desde fuera.

La Junta Directiva de la Asamblea Nacional está por elegirse. Los candidatos del PRD que suenan, Crispiano Adames y Benicio Robinson, han sido muy cuestionados en la opinión pública, en caso de aspirar a la presidencia. Me pregunto si eso no causa corto circuito con lo que pide la ciudadanía, que es más transparencia en la gestión...
Tienes que entender que en la democracia gana la mayoría. En una elección interna manda la mayoría de los diputados, si se equivocan o no, es subjetivo. Pero déjame decirte algo, los candidatos que tenemos, no quiero criticar a nadie, pero me parece que son muy superiores a lo que dijo el actual vicepresidente del Molirena, que me pareció inaudito. Te reitero, es una decisión de la Asamblea, mayoritaria y es la forma en que funcionan las elecciones internas. Si a la ciudadanía no le gusta, su opción es elegir otro tipo de diputados en la próxima elección.

¿Eso no arrastra una mala imagen de su partido en las próximas elecciones?
Es posible. Sí, eso no está fuera de las consideraciones. Es posible que tanto sea el descontento que puede llevarnos a una mala imagen o una pérdida electoral.

¿En qué momento, cuando se sientan los presidentes en la silla presidencial, después de haber pasado por una gran campaña en la que escucharon todas las necesidades del pueblo, se disocian de esa realidad? Es un ‘mal’ de casi todos los presidentes...
Yo quiero retomar el tema de la secretaría general del partido, creo que uno de los mecanismos políticos más interesantes que hay en las democracias, sobre todo en las de pequeño tamaño como la nuestra, es mantener un permanente contacto con los dirigentes de tu partido y a través de ellos con los electores. Si tu cortas ese vínculo quedas forzado a hacer cosas menos productivas para seguir entendiendo lo que la población quiere y siente. Por eso es por lo que me parece que el presidente de la República es quien debe liderar el partido y mantener el contacto directamente con los compañeros del partido y la población.

Los presidentes tienen una docena de ministros y funcionarios que les pueden poner al tanto, opinión pública, con lo que no le costaría mucho trabajo conocer lo que pasa del otro lado de la cerca...
Eso es entendible, posiblemente esté rodeado de un grupo de personas que le dicen que todo va bien, además muchas de las opiniones que se leen, por lo menos en los medios de comunicación, son opiniones parcializadas que tienen su intencionalidad y en muchos casos el Ejecutivo las descarta. Dice, estos están molestando porque quieren esto, o porque no está de acuerdo. Por eso te digo que el contacto con los dirigentes políticos es fundamental, y nos está haciendo falta eso, no se ha dado en esta administración y ojalá se pueda rectificar.

¿Cuál debe ser la estrategia del gobierno en materia económica en la etapa pos-pandemia?
Lo primero es hacer los cambios necesarios para que la empresa privada se sienta adecuadamente protegida legalmente y que no haya mecanismos que no son transparentes sobre todo en la adjudicación de contratos, y los reclamos que puedan surgir. Este es el momento en que el gobierno tiene que sentarse a evaluar los gastos públicos, en la medida en que pueda crecer la inversión privada puede empezar a manejar y bajar el gasto, la inversión se tiene que dar. Un mecanismo que se está evaluando es la Asociación de Empresa Público-Privada, pero el nivel de gasto público debe ser revisado.

La situación por la que atraviesa el país en materia económica ha obligado a adquirir más deuda para equilibrar las finanzas públicas. ¿Cuál sería el manejo que usted haría en este escenario?
Lo primero que te quiero decir es que doy gracias a Dios que no estoy en la presidencia (risas). Ninguna decisión es fácil en estas circunstancias. Los niveles de deuda pública han aumentado muchísimo y es evidente que estamos en un nivel de deuda pública que ya no se puede pensar en subirlo mucho más. Sin embargo, te voy a dar un orden de magnitud. Nosotros tenemos ahora mismo una deuda pública en relación con el Producto Interno Bruto (PIB), de alrededor de 70%. Muchos de los países europeos que tanto hablan de las listas, y santas listas, y las listas europeas, tienen una relación deuda-PIB arriba del 100%. Esto quiere decir que su deuda es mucho mayor al PIB del año. Nosotros no queremos llegar allá, pero entiendo que estas son las circunstancias que jamás se habían vivido. Además, entiendo que uno de los componentes del PIB es lo que se llama gasto público, y lo que se ha hecho es financiar el gasto de la única forma posible, cerrada la economía privada, que era mediante financiamiento de la deuda pública. Con esto no estoy diciendo que lo debemos seguir haciendo, pero entiendo lo que se hizo.

A este ritmo, ¿cuánto más debemos adquirir deuda sin que afecte a nuestro grado de inversión y calificación a nivel internacional?
Las calificaciones dependen de muchas otras cosas aparte de los niveles de deuda versus PIB. Hay mucha gente que se pregunta: cuándo vamos a pagar eso. Nunca se va a pagar. Las deudas públicas de los países jamás se pagan, se refinancian. Lo que esperas es que el nivel de duda se mantenga y que suba el nivel del PIB para que la relación entre ambas sea una situación manejable. Pero es mentira que la deuda pública de los países se paga, no se paga.

Pero tampoco es una carta abierta para seguir contrayendo deuda...
Claro que no, porque estamos en niveles de endeudamiento que nos ponen en niveles de peligrosidad. Hay luces amarillas, hasta aquí está bien pero no sigan. Hay que enfocarnos en ver cómo hacemos para que la economía crezca mediante la inversión privada, más que la inversión pública.

En los últimos gobiernos se han enquistado un sistema lobista para agilizar pagos, hacerse de contratos, y otras prácticas amañadas que ahuyentan la inversión privada. El gobierno apuesta a la inversión de la empresa privada, pero tiene una “economía de amiguetes” como lo definió Guillermo Chapman. ¿Quién quiere invertir así?
Lo primero que te quiero decir es que ese método que describes tan bien se llama corrupción. Las cosas hay que llamarlas por su nombre. En la práctica de mi administración lo que hicimos con la invitación de empresas privadas para hacer obras públicas era que se determinaba el tipo de obra, el financiamiento que requeríamos, las condiciones que estaban, y luego hacíamos que todos los que querían participar las aceptaran como buenas. Entre ellas también estaba cuando el Estado va a pagar, cómo va a pagar, y lo único que se hacía en el momento de la licitación o de oferta de precio, era elegir el mejor precio para el Estado. De esa manera no había discusión, así hicimos las licitaciones. El otro tema es inversión meramente privada. El inversor requiere transparencia y un órgano judicial que asegure el cumplimiento de la ley y ahí tenemos una tarea ardua, en ambos temas.

¿El gobierno está consciente de que tenemos ese problema y que debe corregirse?
Esa pregunta hay que hacerla al gobierno, yo afortunadamente no soy gobierno. Pero entiendo que hay consciencia de que tenemos que cambiar a un sistema judicial que funcione y a tiempo, que no tengamos la dilación que tenemos en el actual y que quien infrinja le ley sea castigado ejemplarmente. El inversor no está obligado a venir a Panamá, puede ir a Costa Rica, o a Colombia, a cualquier país, nadie te fuerza a venir a venir. Lo haces porque hay condiciones favorables para el desarrollo económico, para la empresa, o si siente que la inversión va a ser segura, que hay transparencia en el gobierno. Si esos criterios no se dan, evidentemente el inversor opta por otro sitio.

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