La diplomacia que se puso a prueba por un terreno para los chinos

En medio de presiones y amenazas, el Ejecutivo ubicó tres terrenos para la embajada de China en Panamá, una decisión con el aval de los americanos que al inicio objetaron dos opciones en Clayton, pero finalmente terminaron siendo vecinos de sus rivales comerciales

El gobierno de Juan Carlos Varela se veía en aprietos para encontrar un sitio y cederlo a la embajada de China Popular, luego de establecer, sorpresivamente, relaciones diplomáticas, en junio de 2017.

Se enfrentaba ante un serio dilema sobre qué terrenos cederles. Esto, sin contar que para los norteamericanos, el hecho de que Panamá nunca les consultara que pretendían abrir las puertas a su mayor competidor comercial, prácticamente era una traición de un socio histórico. Había temor de cómo los estadounidenses podían reaccionar.
Varela había tomado una decisión y sabía que las presiones vendrían por temas varios: “Chantaje y doble moral”, a juicio de Varela.

El primer paso de Estados Unidos fue llamar a consulta a los embajadores de los países que habían dado golpe de timón diplomático. Un hecho que Varela interpretó como “lobby de Taiwán presionando a Washington”.

En las filtraciones del móvil del expresidente Varela del portal varelaleaks.com, se publica una conversación con la canciller y vicepresidenta Isabel Saint Malo de Alvarado, en la que se retrata paso a paso la escogencia del terreno que darían a los chinos, las “amenazas” y presiones que sortearon los funcionarios en este proceso. Por considerar que son de interés nacional, este medio se permite reproducir algunos fragmentos para que la sociedad los contextualice.

LAS ALTERNATIVAS
Tres opciones se barajaban para la sede diplomática china: la primera en el sector de Clayton, frente al colegio Chino Panameño, una zona boscosa que enfrentaría la resistencia de los grupos ambientalistas, además carente de servicios públicos y sin zonificiación. La segunda tenía un componente oculto, una historia que no querían revelar Varela y De Saint Malo. Este terreno, el primero que habían mirado los chinos, también ubicado en Clayton de 3.5 hectáreas a lado de la Nunciatura, por temas de “seguridad” y la cercanía con la embajada norteamericana, quedaba descartado.

“Y si contamos la segunda de Clayton la gente entendería lo que pasó, pero bueno”, señalaba Varela.
“Esa no”, decidió Saint Malo.

La embajada de Estados Unidos instalada en Clayton, había objetado las dos posibilidades.

LAS CRÍTICAS Y PRESIONES
Al verse impedidos de ceder una tierra en Clayton, se abría una tercera alternativa que consistía en un terreno en Amador en manos de la Fundación Amador, pero la idea recibió un aluvión de reproches de opositores.

“Todas las críticas vienen del Partido Revolucionario Democrático (PRD), que tomaron dinero de Taiwan y no dieron el paso, y que han hecho fortunas y ni siquiera han hecho un mueso. Es político. Les dolió, le recordara las 5 hectáreas que se llevaron”, rebatía Varela.

La canciller empezaba a sospechar que detrás estaban los norteamericanos.

“Así es, fue Amcham (cámara de comercio americana), yo le escribí”, confirmaba el Presidente.

El Ejecutivo se encontraba en una encrucijada contra reloj por la próxima visita del ministro de relaciones exteriores de China que apresuraba con recibir el contrato de las tierras de Amador para rubricarlo oficialmente. Encuentro que se canceló por iniciativa de los chinos, que al ver el panorama nublado, decidieron dar más tiempo a Panamá para aclarar el tema.

A todo esto se sumaba el informe sobre gestión de transparencia elaborado por el Departamento de Estado de los norteamericanos, en el que agregaba el ingrediente de China como un asomo de corrupción en los tratos que realiza ese país con otros Estados.

Todas estas alertas, sumada a los mensajes en las redes sociales, por ejemplo, el del excanciller Jorge Eduardo Ritter, a quien el presidente llamó “borracho”, o el del senador republicano Marco Rubio, anticipaban las complicadas relaciones con Estados Unidos que se avecinaban. Algo que para Varela era incomprensible.

“Si envían (los norteamericanos) algo que no gusta contestamos”, defendía Varela.

Era el primero en dar el arriesgado paso de reconocer a China en nombre de un país soberano y sentía que era una injusticia. Cosa que motivaba a la Canciller a poner “operadores políticos para reventarlos”.

Por la mente de Varela se cruzaba ofrecer a los nuevos inquilinos el terreno de la Fundación Omar Torrijos. A su juicio, el PRD no había cumplido con la Ley que creaba la parcela para efectos culturales.

El 15 de septiembre, el Presidente se propuso buscar terrenos para la embajada: “Tengo tres horas viendo terrenos. Este tema los americanos lo han manejado muy mal. Clayton tiene varios puntos. Inclusive el que yo escogí de la Nunciatura está a nombre de la Cancillería y tiene un desarrollo de por medio, Embassy Suites. Hay otro ideal que está a la misma distancia casi del chino panameño lleno de carros. Es buena opción. El de 15 hectáreas podría ser dando 5 y 10 en custodia. Son las dos opciones que veo pero debemos de ser firmes”, enfatizaba Varela.

“No sé presidente, ¿vamos a resolver un problema con otro problema?” preguntaba Saint Malo. “Siento que no debemos buscar más problemas. ¿Qué pasó con el chino panameño?”, inquiría la canciller.

“He pagado un costo por esto y además amenazas”, respondió Varela. Ambos terrenos fueron objetados en la época de (John) Feeley (exembajador de Estados Unidos en Panamá), pero es capricho. Entre Nunciatura y embajadas hay 500 casas de Embassy suites”, insistía Varela.

“Y lo siguen objetando, en las llamadas recibidas han sido reiterativos en que Clayton tan cerca tampoco, reiteradamente”, alertaba De Saint Malo.

“¿Tú has visto la embajada que están haciendo los rusos?, le contestaba Varela.

De Saint Malo preguntaba al Presidente si estaría dispuesto a sentarse con los norteamericanos y escucharlos. “Yo no quiero mas líos”, confesaba la canciller.

Lo de los rusos sabía que había generado muchísimos problemas.

No tenía sentido pelearse con sus socios históricos por un terreno, pero sí a dialogar sobre el mismo. La Canciller le comentó al Presidente que en un evento reciente la agarró Elías Baumann (de asuntos internacionales del Departamento de Estado norteamericano) para decirle que no vuelvan a lo Clayton. “Parece que ellos saben lo que uno está pensando o saben las cosas antes que uno...”, se sorprendía De Saint Malo.

“Créeme el de la Nunciatura estaba perfecto. Es un relajo cómo lo han manejado, les han dicho que no a 3 terrenos eso no es ser cortés y todos se consultaron", refutaba Varela. “No lo veas como pérdida de dignidad y soberanía, míralo como cortesía con un socio. Si ellos han llevado esto como relajo nosotros llevémoslo bien”, aconsejaba la Canciller.

“Y menos amenazar al Canciller de un país y un Presidente, te crearon pánico, eso no está bien. Todo se ha consultado”, persistía Varela. Ella admitió que le crearon pánico aunque “fue un mensaje cortés”, explicaba.

“Bueno, tenemos dos opciones, una validar con la agencia de inteligencia (CIA), encargada de hacer los informes de riesgo al Departamento de Estado, el de 15 hectáreas (cerca del colegio) chino panameño con derecho a uso de 5 (hectáreas), y un terreno nuevo mas distante”, concluía Varela.

El nuevo terreno se encontraba a un kilómetro de distancia de la embajada norteamericana. El otro era solo a 300 metros. Había que ser firmes antes del miércoles.

“Podría ser, solo contémoslo porfa, para ya no más líos. Coincidía en que Clayton era mejor, pero ya no quiero más líos con los norteamericanos”, suplicaba De Saint Malo.

Varela se apostaba a elevar el tema de consulta con la CIA en Estados Unidos y la Canciller continuaría hablando con la embajada.

“El otro es un parking, ¿sería entonces la primera opción?”, pregunta la canciller.

“Correcto, está a un kilómetro de la embajada norteamericana, si validan ese tenemos una buena opción para ofrecer”, reiteraba Varela.

“Hagamos el intento”, sugiere la mujer.

“No, comuniquémosles, exigía Varela. “Ya objetaron uno”, añadía.

“Dos”, corregía ella, “Clayton y Amador”.

De Saint Malo hacía un balance de la reunión con Roxanne: “Fue buena. Reiteré cómo llegamos a Amador por dos opciones previas descartadas por ellos (una que ahora indican que está ok). Eso hace 3 opciones objetadas por ellos incluida la ideal para nosotros que era el lote asignado para esto. Le quedó muy claro. (...) Me indicó no ser la experta, por lo que quedó en ver con su equipo de inteligencia y comentarme hoy mismo si es posible. También elaboré bastante sobre nuestra disconformidad por el manejo en general del tema. El chino panameño me reconfirmó que esta ok también pero entendió temas boscosos”.

“El ideal es donde están los carros”, contestó Varela. “Ya lo presenté a Doug, lo sentí bien le pedí apoyo, están agradecidos de Amador”, puntualizaba.

Tomando en cuenta la complacencia de los norteamericanos de que Panamá retiraba la idea de poner a la embajada en Amador, Varela daba la orden a De Saint Malo de anunciarlo, pero el detalle es que aún no habían avisado a los chinos que habían descartado el tema de Amador. Se encargaría él mismo de hablar con el representante de China en Panamá, embajador Wei Qiang, quien no tuvo objeción sobre el terreno de Clayton que servía de estacionamiento.

La reacción de Estados Unidos ante la posibilidad de instalar a los chinos en Amador había sido “fuerte”. Según los funcionarios, no se hubiera tenido que llegar a todo lo anterior si ellos hubieran dicho “ok” al terreno de Clayton en primera instancia.

El 28 de septiembre de 2018, Varela se reunió con el personal de la CIA y le manifestó su disgusto por la forma en que el Departamento de Estado había manejado el tema. “Ellos están muy por encima del State”, aseguraba Varela.

Finalmente los norteamericanos aprobaron la nueva ubicación de sus vecinos. Varela se encargó del canje de notas con el embajador de China en Panamá.

En estos momentos la embajada de China en Panamá está ubicada en un edificio de la ciudad en espera a los trámites de diseño y construcción de la sede.

La excanciller y vicepresidenta Isabel Saint Malo fue contactada por el diario pero no respondió los mensajes.

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