Después de una reunión con Ricardo Martinelli, Richard Fifer retomó el control de la empresa y se creó una estrategia para sacar provecho de información privilegiada que se usaría en la Bolsa de Valores
Por más de tres semanas, Richard Fifer, CEO (Chief Executive Officer) de Petaquilla Minerals Ltd., intentaba concertar una entrevista con el presidente Ricardo Martinelli con el fin de persuadirlo de abandonar sus intenciones de despojarlo de su cargo en la junta directiva de la minera. El 7 de septiembre, después de mucho esfuerzo, finalmente Fifer se sentó frente al presidente.
El brillante geólogo y empresario iba prácticamente de rodillas. Estaba dispuesto a sacrificar muchas cosas con tal de no perder el control sobre el negocio de oro con el que había soñado toda su vida.
Tan solo unas semanas antes, Martinelli había advertido a la directiva de la minera que no daría el permiso de exportación del mineral si Fifer continuaba como director ejecutivo de la compañía, que había firmado un contrato con el Estado para la exploración y explotación de oro, plata, cobre y otros metales en el distrito de Donoso, provincia de Colón, en 1997.
Había muchas cosas contra Fifer. No solo era la mala sintonía entre él y el presidente, sino la presencia, en la junta directiva de Petaquilla Minerals Ltd., de ejecutivos que presionaban por una administración más honesta y responsable.
LA CARTA AL PRESIDENTE
La Estrella de Panamá tuvo acceso a un documento que da constancia de la cita. Se trata de una carta con el membrete de Petaquilla Minerals Ltd., dirigida al entonces mandatario Ricardo Martinelli, con la firma digital de Fifer.
La nota, fechada el séptimo día de septiembre, era amable y cordial, daba cuenta de los resultados de la reunión en un tono que parece denotar un reciente acuerdo entre las partes.
“Le agradezco que me haya recibido hoy en su despacho, nuestra amistad de más de dos décadas ha quedado plasmada al dirigirse a mí como Richi”, se lee en el primer párrafo de la misiva.
Seguidamente, marca la hoja de ruta a seguir para definir el monto del impuesto fiscal que se finiquitaría con el ministro de Comercio e Industrias, Roberto “Bob” Henríquez, quien, a juzgar por la redacción, aparentemente también participó en la reunión.
La narración pondera el impacto positivo que tendrá la mina en las comunidades aledañas y para el Estado, en concepto de regalías (de 2% a 4%), además de la rentabilidad de la empresa a nivel internacional.
En la misiva, de una página, también se establece que los términos para la recuperación de la deuda de la empresa y el inicio del pago de impuestos serán definidos con el entonces ministro de Comercio e Industrias.
El exministro Roberto Henríquez, contactado por este diario, manifestó que su condición de salud no le permite tocar el tema. Con esa referencia, se negó a responder las preguntas de este diario.
En aquel momento, Petaquilla Minerals Ltd. había adquirido una deuda millonaria con una firma de Nueva York, con tasas de interés exageradas (35%), arraigadas al riesgo que representaba el proyecto.
La situación de Petaquilla era caótica en ese aspecto; los plazos estaban vencidos o a punto de vencer y la empresa solo contaba con $12 millones en efectivo que durarían apenas unos meses. El panorama, no obstante, no era tan oscuro, a juicio de Fifer, quien mantenía una excelente relación con los prestamistas.
“Una vez concluido el esfuerzo de definir el impuesto fiscal impositivo del proyecto — continúa la carta— , vemos con mucho entusiasmo su visita al área, con el fin de concretar sus apreciaciones personales de un proyecto innovador de prácticas ambientales para asegurar el impacto positivo en el desarrollo del área”.
Al despedirse, Fifer deja los formalismos a un lado y tutea al presidente, tal vez con el deseo de hacer énfasis en el entendimiento al que habían llegado durante la visita.
“Agradezco, Ricardo, tu invitación a que nos mantengamos continuamente comunicados vía electrónica para que todas las decisiones sean consultadas contigo. Miro con entusiasmo seguir trabajando estrechamente para asegurar tu gestión exitosa”, culmina la carta.
Algo ocurrió en aquella visita para que Martinelli cambiara drásticamente de actitud con respecto a Fifer, a quien anteriormente había señalado como persona no confiable.
Muchos podrían imaginar que pudo haber traspaso de dinero en efectivo, o la cesión de acciones ya emitidas de la empresa, o promesas de réditos sobre la venta de oro de la mina. Eso, o como algunas mentes especulan, manipulación de las acciones en la Bolsa de Valores, basado en el conocimiento de la fecha en que el gobierno concedería el permiso de exportación de oro, lo que dispararía las acciones en la bolsa de Toronto.
En cualquier caso, la nota de Fifer parece respaldar la hipótesis de que Martinelli conocía a fondo los movimientos de la mina y seguiría de cerca las acciones de la empresa en la Bolsa de Valores de Canadá. Las acciones podrían adquirirse a través de la casa de valores Financial Pacific o por cualquier otra vía disponible para este propósito.
Así lo hizo saber Mayte Pellegrini ante la Fiscalía. La oficial de la casa de valores Financial Pacific en su momento denunció a la fiscalía la compra y venta de acciones de Petaquilla a través de una cuenta relacionada con Martinelli, transacciones, según Pellegrini, efectuadas a través de Saxo Bank. La operación también pudo hacerse, como lo hubiera hecho cualquier inversionista, a través de una sociedad anónima o por medio de un tercero. Pero en este caso, había un elemento especial: el conocimiento de las interioridades del negocio. Saber comprar y vender.
LA RESPUESTA
“Martinelli le dio su confianza a Fifer y así se lo hizo saber en un correo electrónico. Dicen que otro resultado de la reunión era que miles de acciones registradas de la compañía cambiaron de manos”, asegura una fuente consultada por La Estrella de Panamá que ha estudiado el tema a fondo.
Cualquiera que haya sido la razón, la cita provocó un giro rotundo en la relación entre ambos, que más adelante cosecharía sus frutos. En noviembre, los accionistas votarían por personas de confianza, tanto de Martinelli como de Fifer.
La fuente, que sigue de cerca el caso Petaquilla, manifestó al diario que Martinelli envió un correo electrónico a Fifer “en el que le agradecía su visita y que esperaba que Roberto Henríquez y Fifer pudieran ponerse de acuerdo, que el resultado fuera beneficioso para las partes”, manifestó esta persona.
Agrega que Martinelli le envió buenos deseos a la mina y dejó por sentado su deseo de visitar el proyecto.
El hecho se consumó. Los trabajadores lo registran así. “No me atrevo a mencionar el nombre, pero sabemos que sí había personas del gobierno que tenían parte de este pastel. Dentro de la mina nos enterábamos de estas situaciones. Había visitas que se daban al proyecto y los intereses que habían de por medio. El expresidente fue dos veces al proyecto. No sabemos cuál era el interés”, afirma Eric De León.
Las palabras del sindicalista Santos Gómez se hacen eco de la versión de De León. “Cuando se consiguió el permiso de exportación de oro, a los dos días estaba un helicóptero allá arriba, que traía a Martinelli y a un grupo de gente. Hubo fiesta; repartieron vino en los sitios donde tenían su campamento. Se celebró que habían conseguido el papel”, describe Gómez.
Pero, a partir de la segunda semana de septiembre, Fifer había perdido el mando de la compañía. Chris Davie tomó el control del proyecto. Fifer no se presentaba a las reuniones de junta directiva, pero esta situación no duró mucho tiempo.
CUENTAS QUE NO CUADRAN
Fifer tenía un as bajo la manga que difuminaría el desgreño administrativo que reinaba en la empresa con el que se enfrentó Chris Davie, el nuevo director ejecutivo de la empresa.
“Encontré un número de irregularidades en el uso de los dineros, pero no tuvimos tiempo de investigar por completo estos asuntos. Era claro que el equipo administrativo de Vancouver, Canadá, que era muy competente, estaba frustrado por la imposibilidad de controlar estos asuntos en Panamá”, manifiesta Chris Davie.
“Fifer había abusado de su puesto como director ejecutivo de la mina, para cometer irregularidades; empleaba gente que no trabajaba en el proyecto y sabía que el nuevo administrador podría percatarse de estos asuntos de inmediato”, sostiene la fuente conocedora del tema Petaquilla.
En la administración de Petaquilla Gold reinaba el desgreño; algunos empleados no aparecían en los libros de contabilidad; los gastos en comida eran muy elevados; lo mismo las facturas por viáticos.
Otros proyectos sociales que atribuían funciones a la empresa eran insostenibles. Solo basta echar un vistazo a las páginas de internet para percatarse de las múltiples quejas y denuncias de los trabajadores de la mina, que hoy reclaman más de 16 quincenas. Entonces, esta situación jugaba contra Fifer, quien temía ser descubierto por los directivos entrantes, como en efecto ocurrió.
La empresa había pagado una cifra mínima a los acreedores, pero la deuda de Petaquilla Minerals Ltd. parecía impagable. Los compromisos comerciales de la empresa ahogaban las finanzas y los $12 millones en efectivo con que se contaba solo podrían saldar la gastos de operación por unos meses.
Solo a la firma neoyorquina Platinum Partners se le adeudaban $40 millones, un préstamo que en su momento negoció Fifer. La garantía de esta transacción eran los bienes de la empresa, incluso la concesión minera.
EL ‘MAIL’ QUE LE DEVOLVIÓ A FIFER EL CONTRL
Fifer tomó un avión para hablar con los prestamistas y usarlos como plataforma para retomar el control.
“Con el correo que le había enviado Martinelli, Fifer se reunió con los financieros y les mostró la carta del presidente. Les dijo que Chris Davie y otros miembros de la junta directiva buscaban préstamos en la banca para pagar lo adeudado. Pero si estaban interesados en seguir recibiendo los intereses, debían llamar a una junta directiva de la empresa y provocar la renuncia de los que le relevaron en el puesto. De lo contrario, se ponía en el tapete la posibilidad de que el grupo prestamista ejecutara la deuda y tomara posesión de los bienes de la empresa”, relató la fuente a La Estrella de Panamá.
El 5 de noviembre de 2009, la junta directiva en pleno, liderada por Chris Davie, renunció. El insólito hecho en la empresa pública se inclinó por la ética y el profesionalismo de los que decidieron retirarse del proyecto, antes que enfrentar peores situaciones.
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