Celos que “matan”. La guerra de las agencias de inteligencia

El fin de la guerra fría y la proliferación en los métodos de terrorismo internacional han forzado cambios inéditos en torno a los servicios de inteligencia. Las amenazas actuales descansan en organizaciones terroristas internacionales y criminales, disposición de armas de destrucción masiva, inseguridad y migración que pueden convertirse en caldo de cultivo para actividades ilegales y, entre este variado menú, también preocupan las fuerzas armadas al margen de la ley.

Estos retos, y la constante búsqueda por el protagonismo informativo ante los altos mandos gubernamentales, ha provocado un celo indignante entre quienes luchan por la obtención de datos difíciles y peligrosos.

Esta lucha de procesamiento de datos motiva a muchos países a conseguirla y proporcionar a sus pares un mayor acceso a información mas amplia; lo que se traduce en poder político, económico y control.

La dimisión de Dennis Blair, jefe de inteligencia de los EU, es una señal clara de que la lucha contra el terrorismo en ese país fracasó y requiere un replanteamiento.

La gota final la puso el frustrado atentado en Times Square hace un par de semanas. En diciembre el nigeriano Omar Faruk abordó un avión a Detroit como cualquier pasajero, pese a la información sospechosa que se tenía de él, no aparecía en la lista de restringidos. Un claro ejemplo de la falta de coordinación y participación de la información inter agencial norteamericana, que parece no haberse superado a pesar del atentado del 9/11.

Si a eso sumamos que el crimen organizado ha logrado infiltrarse y penetrar a altos mandos de las principales organizaciones antinarcóticos de EU, como recientemente lo reconoció el presidente Obama, podríamos estar presenciando las primeras señales de decadencia de una de las principales potencias mundiales.

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