Pandemia infla el precio de la droga y acentúa el tráfico por vía marítima

La interrupción de los mercados comerciales en el mundo afectó la disponibilidad de insumos para la elaboración de la pasta de cocaína lo que encarece el precio de la sustancia ilícita en forma exagerada en Europa. En Panamá se elevó entre un 25% y 50%. El cierre de fronteras y espacio aéreo incrementó el trasiego por mar

Los carteles de la droga han modificado, al menos durante la pandemia, las rutas de trasiego de trasiego como consecuencia del cierre de fronteras internacionales y los controles locales espontáneos instalados en las carreteras que vigilan el cumplimiento de las restricciones de movilidad instaladas por las autoridades de salud.

El virus ha golpeado al narcotráfico como las autoridades hubieran deseado hacerlo, especialmente la producción de cocaína, disponibilidad y calidad.

La ruptura de la cadena de suministros del comercio mundial, también ha impactado la comercialización de precursores químicos para la elaboración de la pasta de cocaína, además ha provocado una escasez del producto en los mercados europeos y el estadounidense que ha disparado los precios de la sustancia hasta en un 240%, según reportan especialistas citados por medios internacionales.

En Panamá el precio del narcomenudeo de cocaína “ha aumentado más de un 20% en atención a la disponibilidad, y obliga los puntos de venta a reinventarse para colocarla. La típica bolsita que se vendía en $20 ahora cuesta $30. También se ha bajado la calidad porque deben estar fragmentando y estirando con cualquier otra cosa”, indicó una fuente relacionada a la investigación de delitos en Panamá que solicitó reserva de su nombre.

Como a muchos sectores del comercio, los productores de pasta de cocaína se han visto afectados por el cierre de empresas en Asia y Europa, proveedores de precursores químicos inherentes a la pasta de clorhidrato de cocaína. Durante los meses de marzo y abril, especialmente, estas sustancias escasearon en Colombia, el país que exporta el 90% de la cocaína que ingresa a Estados Unidos, lo que mermó la capacidad de producción de ésta sustancia. Analistas opinan que los carteles “echaron mano a las reservas de mercancía que tenían para intentar abastecer el mercado”.

“Antes las incautaciones eran 80% cocaína y esta vez, en el año de la pandemia, nos llama la atención porque los viajes están casi paralelos entre cocaína y mariguana”, reflexiona Oriel Ortega, director del Servicio Nacional de Fronteras de Panamá.

Ortega analiza que la merma de cocaína puede estar afectando la proporción de la cantidad de sustancias en relación a años anteriores. Calcula una relación de 40% (mariguana) y 60% (cocaína). “Pudiera influir también que al cerrar los pasos en las fronteras les haya influido porque sembrar y transportar la yerba verde no requiere de insumos químicos como cocaína”, estima el uniformado.

Lo menciona por la reciente incautación de 785 paquetes de mariguana que interceptaron los fronterizos en la Playa Cocal, en el Caribe darienita.

No obstante, el cargamento no presenta aún un patrón constante como para aseverar una modificación en el trasiego de las cantidades de ambas sustancias. No ocurre igual con los cargamentos incautados por el Servicio Nacional Aeronaval (Senan), que durante el mes de agosto se hizo de 3,700 paquetes, en su mayor parte cocaína.

“En base a los resultados de la captura de droga comparado entre el año pasado y éste, llevamos un 15% más. Esto significa aproximadamente 3,600 paquetes más que el año pasado”, detalla Nonato López, director del Senan. Hay que recordar que en febrero, la Aeronaval detuvo un alijo de cinco toneladas de cocaína que eran transportadas en un semisumergible interceptado en las costas de Bocas del Toro.

Esta cifra corresponde a un poco más del 5% del total decomisado por el Senan desde principios de año hasta el 31 de agosto, cuando se contabilizaron 28,100 paquetes de droga entre cocaína y mariguana.

“La falta de materia prima, proveniente de Holanda o de Asia, ha encarecido la cantidad de cocaína disponible en el mercado. Ahora mismo hay un control de los mismos medios que transportaban la materia prima debido a la disminución del comercio en general, lo que hace más difícil el camuflado de ese tipo de químicos, como la acetona. Al estar detenida la producción comercial, los importadores clandestinos no tienen cómo justificar su uso”, manifiesta un comisionado retirado de la Policía Nacional.

El tráfico aéreo se interrumpió en la mayor parte de los países, por lo que la posible detección de una aeronave llamaría la atención de los controladores, a pesar de la presencia de pistas clandestinas y la capacidad de las avionetas de volar fuera de la detección de los radares. “Con la apertura del espacio aéreo, seguramente incrementará el flujo por esta vía de los envíos”, añade el comisionado retirado.

RUTA MARÍTIMA
En cuanto a las rutas de trasiego, en Panamá se ha detectado que el 57% de los cargamentos incautados durante el mes de agosto ocurrieron en el océano Pacífico, mientras que el 43% ocurrió en el Caribe, de acuerdo un informe de Senan.

Las autoridades han notado que los envíos en el Pacífico tienen una variedad de distintivos en los paquetes, indicativo de que se trata de diferentes grupos criminales que se suman para participar en el cargamento. “Su articulación inicia desde el cultivo, sus dueños requieren insumos químicos, sus proveedores brindan la materia prima, por eso la cocaína tiene diferentes marcas, como si fueran diferentes laboratorios”, explica Ortega.

Con respecto a la modalidad, el 57% ocurre en lanchas rápidas; un 21% en barcos pesqueros; el 7,9% de la droga viaja en contenedores; el 5.7% en lanchas artesanales; un 5,4% en tanques de doble fondo; y un 1.9% escondida en la superficie de la nave.

El 73% del tráfico ocurre en horas de la madrugada, los jueves y viernes son los días de mayor tráfico, y el 60% de los aprehendidos son de nacionalidad panameña, el resto extranjeros.

El impacto del Covid-19 también se ha hecho sentir en la mercancía de contrabando que se está moviendo más por lanchas rápidas a través del Caribe. Esto responde a nuevas formas de introducir los productos por el cierre de fronteras a pesar de la gran porosidad que persiste en esta región, puntos ciegos imposibles de cubrir para los estamentos de seguridad para controlar el paso de mercancía ilegal.

Este medio conoció que ante la falta de ingresos producto de la pandemia, la población panameña que habita en las fronteras ribereñas contribuye con el crimen organizado que operan como bases de apoyo. Prestan sus embarcaciones, esconden el producto, entre otras actividades, para posteriormente entregarlo a las estructuras que manejan la logística local que mueve la droga hacia Costa Rica u otros países.

En cuanto al movimiento terrestre de droga, el Senafront notó el paso de cinco vehículos con doble fondo pero con la particularidad de que los escondites iban vacíos. Los carros fueron decomisados. Ortega mencionó que el paso de mulas humanas, aquellas que cargan en la mochila los paquetes de droga, también ha mermado.

En la parte portuaria, López señala que en el mes de agosto se registraron dos casos de droga oculta en contenedores, uno provenía de Ecuador y otro de Colombia. “El factor es la ayuda de alguna persona que da la información o el patrullaje que hacemos de rutina en diferentes puertos donde detectamos algún sello aduanero violado”. La policía capturó 580 paquetes en el puerto de Cristóbal a finales de agosto, y el Senan 300.

La logística es la misma: la mercancía viaja en uno de los contenedores a bordo de un buque portacontenedores. Atraca en puerto donde hay una persona de la organización lista para recibirlo.

Este contendor en un momento dado va a ser exportado en otro barco con destino a Europa u otro país de Centroamérica.

La Administración de Control de Drogas (DEA por sus siglas en inglés), publicó un estudio en julio de 2020 sobre la situación de droga en el Estado de Delaware, Estados Unidos (The drug situation in Delaware), en el que detalla los pasos de la distribución de droga una vez ingresa a su territorio.

Grandes cantidades de la sustancia arriban a los puertos de Nueva York o Filadelfia como fuentes primarias de abastecimiento, o a Carolina del Norte, Georgia, Texas y Puerto Rico, como mercados secundarios desde donde se transporta la droga a Delaware. Las organizaciones criminales mexicanas, a cargo del transporte de la droga desde Colombia son los principales abastecedores. Una vez ingresada la droga se transporta en vehículos comerciales privados o rentados, frecuentemente adecuados con un doble fondo.

También emplean servicios de mensajería comercial. El puerto marítimo de Wilmington ubicado en Carolina del Norte es la puerta de entrada principal de frutas tropicales, jugos y bananas provenientes de países de origen y tránsito de drogas en Centroamérica. El canal del río Delaware actúa como un corredor de tráfico marítimo para las drogas ilícitas que llegan a ese estado, o de paso a otros. Los buques de carga atracan a diario y las fuentes de la DEA indican que en los contenedores, varios kilos de esta carga corresponden a cocaína que se distribuye después a lo largo de la costa Este de Estados Unidos o sigue su trayecto para el mercado europeo.

PRODUCCIÓN
El Ministerio de Defensa de Colombia contabiliza oficialmente 177 mil hectáreas de cultivo de la hoja de coca. No obstante, el resurgimiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) disidentes del acuerdo de Paz firmado con el gobierno, han visto en el cultivo y la producción de pasta de coca un modo más que de subsistencia. La proliferación de estos cultivos es muy posible que la cantidad de hectáreas sobrepase las cifras oficiales. Es difícil determinar la cifra exacta de plantaciones.

El gobierno de Estados Unidos estimó en mayo pasado una cifra récord de sembradíos en 2019 que alcanzó las 212 mil hectáreas.

Los colombianos han tomado la decisión de reanudar la fumigación aérea con glifosato para erradicar los cultivos de hoja de coca.

No obstante, de acuerdo al investigador consultado, la producción se ha incrementado también en Bolivia, Ecuador y Perú, “que la suben luego a Colombia que son los que tienen más experiencia en mover la droga”. Hay producciones, añade, de pequeños agricultores que están acostumbrados a la coca porque ningún otro cultivo puede sustituir su ingreso y esto lo está aprovechando las Farc, hay más producto movilizando.

“Los tres países están produciendo y moviendo grandes cantidades pero aún no se habla tanto de esto y de ahí bajan al mercado suramericanos. La migración de peruanos y bolivianos a Chile y Argentina tiene que ver con eso, sobre todo en ciudades marginales que están moviendo la mercadería a nivel local”, comenta el investigador.

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