Panamá en busca de estadísticas de niños migrantes

El Estados firmó dos protocolos que permitirán el desglose de datos como sexo, edad o acompañante, de los menores que migran o transitan por Panamá. Información necesaria, pero inexistente hasta el momento

Cada día es más importante recoger datos sobre quiénes ingresan a nuestro país, con qué objeto, qué los impulsa a abandonar sus casas, y finalmente, si deciden permanecer en Panamá.

Estos datos, especialmente los que hablan de menores migrantes no están disponibles en nuestras estadísticas, al menos en forma desglosada. Lo que trae como consecuencia la falta de políticas públicas para atender a los niños menores de 17 años que viajan solos o acompañados por algún familiar, así como para los que solicitan refugio en el Istmo.

Los informes a groso modo recogen que hay menores que vienen a Panamá, o atraviesan el territorio, para continuar su ruta a distintos países. Puede ser que huyen de una situación de violencia, de la pobreza o que abandonan su casa por situaciones en deterioro de los gobiernos de sus países, en estos últimos casos la mayoría provienen recientemente de Venezuela o Nicaragua.

Pablo Ceriani, consultor de Unicef que visitó el Istmo recientemente habló con la Decana sobre la necesidad de contar con estos datos y los esfuerzos que realiza el gobierno para enfrentar las poblaciones en tránsito.

Según el consultor, se sabe que hay personas de Venezuela que ingresan a Colombia y hay presunciones de que muchas de ellas están saliendo hacia Ecuador y otros hacia el norte pasando por Panamá.

En el Istmo, como en buena parte de Centroamérica, el marco migratorio ha cambiado en los últimos años porque se empezaron a detectar migraciones de países africanos que atraviesan América para llegar a Estados Unidos. Aunado a esto, de Venezuela han abandonado el país casi dos millones de nacionales, una cifra nunca antes registrada.

Datos proporcionados por Unicef, actualizados hasta el 31 de agosto de 2016, reflejan que en 2015, ingresaron a Panamá 143 mil migrantes.

En este sentido, hay una necesidad de cuantificar la migración de niños. Esto asegurará que ninguno se quede atrás y que no sean explotados por grupos criminales.

Según Ceriani, quien fuera hasta 2017 vicepresidente del Comité de Naciones Unidas para la Protección de los Derechos de Trabajadores Migrantes y sus Familias, algunos niños entran por el Sur, es decir, por la provincia de Darién. Específicamente en esta zona es importante saber cómo vienen estos menores, si están solos, y de qué lugar provienen para responder con eficiencia a esta situación.

Los niños abandonan sus países por una combinación de factores: situación de pobreza, desigualdad, discriminación por su preferencia sexual, violencia en el barrio, conflictos armados. “Las edades oscilan entre 15 y 17 años, pero si uno mira las estadísticas de niños de Honduras, Guatemala, El Salvador hacia México y Estados Unidos, hay una tendencia creciente de menores de 12 años”, explica Ceriani. Muchos de ellos llegan solos, de la totalidad de niños, aproximadamente el 30% son menores de 12 años. De ellos el 65% vienen acompañados de adultos (padres o parientes) y el resto viaja sin acompañante. En el caso de niños mayores de 13, 14, y 15 años, el número de niños que migra solos aumenta en progresivo.

MIGRACIÓN VS SEGURIDAD
Una práctica común de los países es atender a las olas migratorias con políticas policiales, o enmarcadas en saber si cumplen con los papeles para ingresar al país. “Esto no debe ser así”, dice Ceriani. Se responde, por ejemplo, en Europa y Estados Unidos como un problema de seguridad desde hace varios años.

“Ese tipo de respuestas no ha generado cambio alguno, y tampoco ha reducido problemas en términos de seguridad. El contexto panameño se enmarca en el sentido de que empieza a haber cada vez más niños que migran y que es importante responder a eso con políticas que entiendan el fenómeno, y cómo hacer para proteger los derechos en base a los protocolos firmados para la protección de los derechos de los niños”, señaló el especialista.

Los países que buscan respuestas de protección terminan agravando al problema porque si en las fronteras no existen organismos que reciban a los niños cuando entran a su territorio, lo que sucede es que se puede armar un negocio de tráfico de personas o de trata.

Ante esto, añade el consultor, “la propuesta es formalizar un mecanismo de protocolo de atención a niños que migran con los marcos normativos que decida cada país”. Es decir, trabajar lo que debe hacer la institución que detecte a los menores. La segunda fase es la aprobación del protocolo para tener un marco legal de acción, y la tercera etapa es la implementación, poner en marcha lo que dice la letra. En este sentido, requiere de un diagnóstico adecuado, una realidad sobre la cual se va a trabajar.

PROTOCOLOS
Recientemente el gobierno firmó dos documentos para la protección de la niñez en situaciones de migración.

El Protocolo para la identificación, referencia y atención de las niñas, niños y adolescentes que requieren protección internacional, y el Protocolo Institucional para la protección de la niñez y la adolescencia en situaciones de migración.

El primero del esfuerzo conjunto entre la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENNIAF) y la Oficina Nacional para la Atención de Refugiados (ONPAR), adscrita al Ministerio de Gobierno, en el cual diferentes instituciones de la República de Panamá, organismos internacionales y organizaciones no gubernamentales han brindado su apoyo en la construcción de las directrices para su abordaje en el país.

Actualmente, se encuentra formalmente aprobado por parte del Ministerio de Gobierno.

El segundo, es el resultado de un proceso participativo en el cual diferentes entidades públicas, organismos internacionales, actores sociales y organizaciones no gubernamentales que trabajan con población migrantes, han participado y brindado su apoyo en la construcción de las directrices para el abordaje de la población menor de edad migrante en el país. El documento se encuentra aprobado por Senniaf, pero pendiente de aprobación en el Ministerio de Seguridad y Migración.

NIÑOS ESCAPAN DE LA VIOLENCIA EN SUS PAÍSES
Los vacíos en los datos sobre los refugiados, los solicitantes de asilo, los migrantes y las poblaciones internamente desplazadas ponen en peligro la vida y el bienestar de millones de niños en tránsito.

Información de Unicef estima que 50 millones de niños están en movimiento en el mundo de hoy. Millones más se han visto profundamente afectados por la migración. La necesidad de pruebas sólidas para desarrollar mejores políticas sobre la migración infantil nunca ha sido mayor.

Los niños desplazados y migrantes hacen frente a numerosos desafíos tanto en su recorrido como a la llegada porque, en muchos casos, sus opciones suelen ser limitadas para moverse por caminos seguros y en compañía de sus familias. Con frecuencia se encuentran en situaciones de violencia, abuso, explotación o discriminación. No reciben educación ni atención médica adecuada. Su condición de recién llegados puede obstaculizar su integración y, así, hacer que resulte aún más complicado el aprendizaje de un idioma nuevo y la adaptación a otra cultura. Estas dificultades dejan secuelas físicas y psicológicas permanentes.

El llamado a la acción confirma que existen vacíos alarmantes en la disponibilidad, confiabilidad, oportunidad y accesibilidad de datos y pruebas, dos elementos esenciales para entender cómo la migración y el desplazamiento forzado afectan a los niños y sus familias. Por ejemplo: Solo existe información registrada sobre la edad del 56% de la población de refugiados que se hallan bajo el mandato del Acnur.

Los datos revelan que solo el 20% de los países o territorios desglosan por edad sus datos sobre personas internamente desplazadas a causa de un conflicto. Casi una cuarta parte de los países y territorios no cuenta con datos desglosados por edad sobre los migrantes, incluido el 43% de los países y territorios de África; y la falta de información sobre los niños migrantes y desplazados les priva de la protección y los servicios que necesitan.

Muchos niños refugiados han sufrido casos espantosos de violencia en sus países de origen y, a veces, también durante su huida en busca de seguridad. Razón por la que se requieren datos fiables para proteger y garantizar los intereses de los infantes.

Recientemente, en Estados Unidos la prensa constató uno de los episodios más bochornosos de las políticas migratorias norteamericanas. Basada en cero tolerancia, la dministración del presidente Donald Trump, separó a más de 2,500  adultos y niños.

La imagen indignante  retrataba a los menores que se encontraban prácticamente enjaulados, el gobierno había dividido  a los niños (entre 5 y 17 años)  de sus padres y los dejaba en condiciones inapropiadas, decían en medios internacionales  defensores de los derechos humanos.
Posteriormente la justicia de ese país, ordenó al gobierno reunificar a  las familias.

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