El jazzista y embajador Cultural de Panamá describe el impacto de la música en el ser humano. Con ella se aprenden valores sociales y cívicos, es un instrumento de cohesión, valores cívicos, un medio terapéutico intrínseco que en lo personal le ha ayudado a encontrarse a sí mismo y a romper barreras
Danilo Pérez.
La música tiene la capacidad de ser un gran catalizador de pasiones, de cohesionar sociedades, o hasta prevenir que un adolescente en riesgo social se incline por el delito. En la música no se puede hacer trampa, no hay espacio para corrupción porque todos deben sintonizarse con el mismo ritmo.
Cuando se encontraba haciendo el examen de ingreso para la carrera de electricista, de repente sintió un llamado divino. Tuvo una visión acompañada de un sonido. Se vio a sí mismo ovacionado, y en el fondo sonaba un saxofón. En ese momento supo que lo suyo era el jazz, la música, y no la electricidad. Dejó el examen tirado, se salió del salón de clases y llamó a su madre, a quien había prometido que se encarrilaría en una carrera, razón por la que se encontraba con el lápiz en la mano. Danilo Pérez siguió su instinto, un “llamado divino” como lo denomina, y no se equivocó. Su esfuerzo le compensó como uno de los jazzistas más reconocidos en el mundo. Nombrado embajador Cultural de Panamá, ha llevado el nombre de su país a todas partes. Para él la música es una especie de medicina terapéutica, un instrumento que impacta el cerebro que le permite transformar los retos en soluciones.
En casa de la familia Pérez, siempre unida, siempre sintió una influencia de su abuelo Inocencio y la abuela Pancha. Cada pieza de la cocina, por ejemplo, podía servir como un instrumento musical. En la casa siempre había música. El abuelo escuchaba ópera y la cantaba. La música siempre fue un ingrediente muy presente en las reuniones familiares. Así se engendró la música en el alma de un gran pianista de jazz que se formó con todo tipo de notas, la principal, la pasión y el apoyo de su familia.
¿Cómo se traduce la música en su vida?
La música ¡guau! desde mi aprendizaje cuando chico es una de las experiencias más lindas que tiene el ser humano para humanizarse, para aprender valores, para tener libertad, encontrarse uno mismo. Encuentro la música como una herramienta terapéutica muy fuerte en mi vida. Me ha ayudado a salir adelante desde chico. Como mi padre me enseñó desde chico, me enseñó que la música son los lentes con los que puedes interconectar el mundo. Desde pequeño me he identificado con la música como una herramienta para poder crecer como ser humano.
Como mi padre me enseñó desde chico, me enseñó que la música son los lentes con los que puedes interconectar el mundo.
La música impacta el cerebro, ¿qué produce exactamente que hace la música en este órgano?
Está comprobado que tiene un efecto activador en el cerebro, lo activa, interconecta. Por medio de la ciencia se ha comprobado que la música es salud. En el aspecto científico hay muchos estudios de esto, por eso existe la carrera de musicoterapia. Yo tengo en casa a una gran terapeuta que es mi esposa, Patricia Zarate, que escogió esa carrera. Otro aspecto importante es que es una herramienta importante para el trabajo en equipo. Por ejemplo, a través del Jazz tu aprendes a improvisar, y cuando estas improvisando te encuentras a ti mismo, y cuando lo haces estás dentro de un grupo. La música crea cohesión social, nos ayuda a conectarnos uno al otro, nos une. Eso es importante porque a través de la música tu aprendes valores cívicos, el respeto, colaboración grupal. En la corrupción, por ejemplo, la música es fantástica porque no puedes hacer trampa, desde chico aprendes estos valores. Por eso es importante, por la parte científica y por el valor social que tiene para nuestra sociedad.
¿Por qué el jazz es un instrumento en contra de la discriminación racial?
Lo importante del jazz es que, desde sus inicios, cuando se forma y se establece el blues, fue una expresión humana de libertad. Si ves como a través de unos hechos terribles que pasaron, como el periodo de esclavitud, entiendes cómo a través de la música se establece una oportunidad para crear algo eterno y mágico. Como los budistas dicen, transforma el veneno en medicina. Tiene ese potencial porque no acepta estos estereotipos, no acepta barreras sociales, las rechaza. Tú puedes estar en cualquier parte del mundo y bajo el paraguas de la música de una vez estamos conectados. Yo he estado en Japón y no hablo japones, pero digo blues, y me pude comunicar. El poder de comunicación que tiene el jazz es algo impresionante.
Lo importante del jazz es que, desde sus inicios, cuando se forma y se establece el blues, fue una expresión humana de libertad.
¿También incita a la violencia?
Sí, también incita a la violencia. La música ha tenido a través de nuestra historia un efecto positivo y también negativo en el ser humano.
¿Cómo la música puede influir en los jóvenes en riesgo social para evitar que incursionen en delito?
Es una muy buena pregunta. En la fundación hemos hecho muchos programas y la improvisación desarrolla la capacidad de resolver problemas a través del pensamiento creativo y personal. Sacar a los niños de la pobreza a través de la música es algo que nosotros hemos constatado que es real. El proyecto de la Fundación y el Panama Jazz Festival son testigos de eso. Nosotros le seguimos el progreso a los estudiantes y una vez que terminan les ayudamos a crear conciencia de su horario, trabajamos con ellos en el tema de la continuidad, que es importante que se vayan a estudiar, que aspiren, que tengan sueños pero que regresen para asesorar a la nueva generación. Eso es lo más importante. La música tiene un impacto en el cerebro y de formación social que es muy importante en la vida de niños y jóvenes, tener música porque la práctica ayuda a la integración social de los niños y la experiencia profesional en la música ayuda a romper con el ciclo de la pobreza.
Usted pasó su niñez en una casa en donde toda la familia estaba sintonizada en la misma nota. ¿Eso fue fundamental para convertirte en pianista o tenía el talento y lo desarrolló en el ambiente que creció?
Yo creo que el medio ambiente es importante. La oportunidad que me dio mi padre, sobre todo en conectar la música para humanizar al ser humano, me ayudó a entender la importancia utilizando la música para aprender matemáticas, las clases de geografía… eso me dio la base para entender el poder que tiene la música en nuestro desarrollo humano. También creo que aunado eso, hay que agregar que siempre ha sido muy disciplinado, muy trabajador, y. me encanta la música. Soy un apasionado, todo eso junto, teniendo el medio ambiente, los mentores, es lo que haya permitido que me haya desarrollado como músico.
Antes de músico eligió la carrera de electricista porque su madre le exigía una profesión. Pero ha mencionado que cuando estaba haciendo el examen de admisión tuvo una visión que le cambió el rumbo. ¿Qué pasó en ese momento exactamente?
Fue un llamado. Nosotros estamos en un diálogo constante con el universo y no lo vemos, no nos damos cuenta. Creo que yo sentí la voz de la divinidad que me estaba hablando y me dice: la música. Me vi que me estaban aplaudiendo. Escuche un tema. Esto lo he recordado este año porque este año falleció una persona muy importante en mi vida, el gran Weyne Shorter y haciendo memoria, me doy cuenta de que una de las canciones que tocó en mi mente ese momento que yo decidí salir del examen para ser electrónico, fue una canción del Weather Report, uno de los grupos más importantes de jazz que se llama “a remarc you make” en la que había un solo de saxofón de tenor, que me llamó, lo sentí tan profundo. Fue un llamado que tuve.
¿En ese momento usted ya conocía la canción?
Sí, yo la escuchaba. Mi padre había conseguido unos videos y yo conocía el grupo de Weather Report en Panamá. Acuérdate que en Panamá había una historia de música de jazz muy fuerte y yo tuve la oportunidad de crecer alado de todo ese movimiento del ‘tambo jazz’ liderizado por Víctor Boa. Grandes mentores como Cecilia Núñez, el profesor Edgardo Quintero que falleció este año. Pero volviendo a la pregunta, fue un llamado. Lo sentí muy claro y todavía hasta estos momentos tomo mis decisiones de esa manera.
¿Siente aún esa voz interior que le guía?
Exacto, y lo sueño a veces.
El reto más grande de mi carrera fue alejarme de mi familia. No sentir que tenía a mis padres alado mío.
Cuando empezó en la carrera, ¿se sintió en algún momento intimidado en el extranjero por el talento de sus colegas?
Absolutamente. Todo el periodo de mi niñez en Panamá todo mundo me dio espacio, me dio guía, me pude desarrollar. Pero cuando llegué a Estados Unidos a Berklee College Music, en Boston, fue diferente. Nunca se me olvida esta historia. Yo iba a ver a todos los conciertos, no me perdía ninguno. Cada pianista que yo escuchaba yo le preguntaba: maestro yo quiero estudiar con usted. Ellos me respondían: no yo soy estudiante. ¡Guau! Fue la primera vez que me dio temor y empecé a dudar, será que mi mamá tenía razón y esta es una carrera muy difícil, no hay espacio para mí. Afortunadamente al vivir en Boston, un gran amigo y músico que era cónsul en Panamá, Jorge Carrizo que también era pianista y había estudiado en Bercklee, funcionó como mi psicólogo. Cuando yo me reuní con él le expliqué lo que estaba pasando y los temores que sentía y lo que me dijo es: Danilo, estas oportunidades salen una vez en un millón y a ti te salió por alguna razón, yo sé que tú puedes hacerlo, la pregunta es si tú sabes que puedes hacerlo. Después de esa conversación él me dijo: desde que yo te conocí yo vi tu talento y se hasta donde puedes llegar. Pero tú tienes que sentirlo, me dijo. Entonces empecé a practicar más de lo que practicaba. Me encerré en el cuarto, no quería salir del piano, empecé a tener disciplina, un horario. Cuando me salió mi primer trabajo en Nueva York fui donde él, estaba muy contento, y le dije: ¡Jorge! Me gané la audición del gran cantante de jazz John Hendricks. Y él me respondió: ¿tú estás sorprendido de eso? Yo no.
¿Cuál ha sido el tropiezo más grande en su carrera?
Esa es una pregunta con muchas respuestas, pero la que me acuerdo que el reto más grande de mi carrera fue alejarme de mi familia. No sentir que tenía a mis padres alado mío. Una vez que me acostumbré creo que lo demás que he vivido es aplicar todas las lecciones que aprendí en mi casa. Seguir siendo la persona a la que mi familia me dio las bases para desarrollarme. Seguir comprometido con mi país, a seguir ayudando no importa donde llegar. Es una promesa que siempre hice desde chico a cumplirla. Yo diría que los tropiezos que he tenido han sido tropiezos bastante normales, de seres humanos que somos. Pero nuevamente, con la base familiar, la ayuda de la música, los amigos compañeros, mis hijos, mi gran esposa, todos me han ayudado a seguir adelante.
¿Alguno de sus hijos heredó este talento o han escogido la música como carrera?
Los tres salieron con ese gen de la música. Ahora, de los tres la más grande está estudiando biotecnología, la segunda, Carolina, está estudiando producción en Berklee y está aprendiendo todo lo que tiene que ver con la música comercial y el canto. Le gusta mucho el jazz, es muy talentosa. El chiquito también está muy definido con su ingeniería de sonido y el bajo, es un gran talento en el bajo.
¿Cómo se conserva la fama, y la humildad?
Por eso te digo que la hay que recordar mucho la parte de la familia y no perder el curso. Yo vengo de la generación de Panamá que nos prometieron la reversión del Canal. Desde chico yo acompañaba mucho a mi mama a sus reuniones y crecí con esa generación que podíamos decir que vimos ese sueño. Siempre me he identificado con mi país, siempre lo llevo en mi corazón. Cada vez que me pasan cosas de ganarme un Grammy o un premio siempre pienso que me encantaría que todos los panameños estuvieran ahí conmigo en ese momento.
¿Cuáles son los planes para el Jazz Festival 2024 (enero 15-20)?
Este año se les está dedicando a un gran jazzista que se llama Billy Cobham, panameño compositor de jazz y baterista. Cobham nació en Colón y ha sido nombrado uno de los bateristas más influyentes de la historia del jazz. Ha trabajado con grandes personalidades, Carlos Santana, Ron Carter, y otros. Para nosotros es importante celebrar porque rescata la memoria histórica de Panamá. Es importante que como panameños sepamos que tenemos un legado histórico y exponente del jazz que ha dado nombre al país.
¿Qué impacto cree que causa usted en Panamá con su trabajo?
El impacto que hemos tenido es que la convicción de que juntos llegamos lejos. Este proyecto es de Panamá, de país que sigue un sueño que yo tenía y de otros panameños. Fue el momento preciso que fue el alineamiento para poder empezar el Panama Jazz Festival y la Fundación Danilo Pérez. Es un sueño que quise desde que me fui a estudiar.
¿Qué seguimiento se le da a los niños que asisten a la fundación para cuando terminen sus cursos puedan continuar en la música?
Nosotros tenemos currículo bien desarrollados, novedosos que no solo utilizamos en Panamá, sino que han sido fuente de inspiración para que el Berklee Global Jazz Institute, un instituto creativo aquí en Boston. Sobre esa combinación nos ha ayudado a crear un currículo educativo y novedoso que nos ayuda a darle seguimiento a los muchachos desde pequeño. El secreto es que la mentoría nunca para. Nosotros hasta hoy estamos trabajando con muchachos que tuvimos desde los 10 años.
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