La disyuntiva de flexibilizar las inversiones de la CSS

La Ley Orgánica de la Caja de Seguro Social, a pesar de ser una entidad financiera, cuenta con un brazo financiero raquítico que le impide hacer inversiones para garantizar ingresos alternos y robustecer sus reservas


Lo primero que dejó claro el subdirector es el errado concepto que se percibe de la institución. Como es lógico la mayor parte de la población la asocia con el servicio que presta, el médico, pero en realidad se trata de una institución financiera que cobra primas y asegura riesgos.

Elevar la cuota obrero patronal, que actualmente es de 22%, como parte de las opciones para solventar el déficit del programa Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja de Seguro Social (CSS), conllevaría a más evasión por parte de empresarios y trabajadores. Así lo dejó saber el subdirector de la entidad, Francisco Bustamante, en una disertación reciente ante la Mesa Plenaria del Diálogo Nacional que busca alternativas para sufragar el déficit de este programa que ha obligado a tomar fondos de las reservas calculadas a agotarse en 2025.

La forma de evadir la contribución obrero-patronal generalmente es con el pago de bonos o viáticos a los empleados. Por eso para Bustamente, se deben explorar otras alternativas para mejorar las fuentes de ingreso de la CSS.  

Lo primero que dejó claro el subdirector es el errado concepto que se percibe de la institución. Como es lógico la mayor parte de la población la asocia con el servicio que presta, el médico, pero en realidad se trata de una institución financiera que cobra primas y asegura riesgos. Para cubrir los riesgos tiene que constituir unas reservas amplias, sólidas y productivas que contribuyan a la generación de ingresos para sufragar los riesgos profesionales, de enfermedad y maternidad y el componente de pensiones que se nutre de los ahorros de los participantes, cuyo flujo de recursos debe ser atractivo y grande para que pueda satisfacer la pensión y la esperanza de vida de sus asociados.



El problema en todo este esquema, es que el brazo financiero que tiene la CSS es tan raquítico que “le impide  garantizar las inversiones debido a la normativa vigente y un desarrollo institucional que no logró hacerlo operativo”, explicó Bustamante.

Esa precisamente será una de las deliberaciones que tendrán que hacer los integrantes de la Mesa del Diálogo por la Caja de Seguro Social, flexibilizar y limitar las acciones de los responsables de las inversiones.

Algo que Bustamante retrotrae emulando al exprimer ministro de Inglaterra Winston Churchill en sus momentos más oscuros durante la Segunda Guerra Mundial, y la importancia de tomar decisiones a tiempo: ¿La hora más gloriosa de la generación o la más trágica del país?

Entre las fuentes de ingresos de la CSS se cuentan las cuotas de las personas incorporadas al régimen de seguro voluntario; las utilidades de inversión de los fondos y reservas de los distintos riesgos; las multas y recargos; el 10% de las primas cobradas por el riesgo profesional;  las herencias, legados y donaciones, y el 10% de los ingresos netos de las concesiones que el Estados otorgue en materia de fibra óptica.

En este último punto siempre ha existido la percepción de que la Caja ha dejado de percibir este dinero sin razón.



El problema, explicó Bustamante, es la redacción que existe en la ley Orgánica Orgánica que rige a la entidad (Ley 51 del 2005) en el que se estipula que la concesión de fibra óptica debe contribuir al IVM, no obstante, la fibra óptica es una tecnología, no una concesión, lo que impide que las empresas que explotan la tecnología paguen a la CSS. En resumen, implica modificar la redacción.

Otro ejemplo que citó Bustamante es la velocidad con la que debe actuar la CSS para adquirir títulos o valores en el mercado financiero. “El mercado de las inversiones es tan ágil que se pierden oportunidades. Pero a la vez,  esta es un arma de dos filos, porque de no haber tenido esta camisa de fuerza, algunas cosas pudieran haber ocurrido que no serían tan favorables para la entidad, por eso es un tema de discusión sobre si se modifica y cómo”, apunta el subdirector.

Otra disyuntiva se centra en la inversión de bienes o inmuebles que puede hacer la entidad. La ley permite hacer inversiones de cada fondo, en forma individual, en proyectos, no de otros fondos y  con financiamientos muy condicionados de la banca.

“No es malo que no se permita endeudamiento, pero tampoco es tan bueno porque pone una camisa de fuerza a las inversiones de la CSS”, comentó Bustamante.

Otro instrumento es poder comprar hipotecas de vivienda a un banco. Otra arma de doble filo tomando en cuenta la trágica experiencia de la crisis financiera internacional de 2008 que colapsó debido a la burbuja inmobiliaria.  

El año pasado el rendimiento de todos los programas presentó un comportamiento negativo debido al efecto de la pandemia. 

Las reservas del Programa de Enfermedad y Maternidad  disminuyeron -$70,8 millones; el de Riesgos Profesionales de -$60,2 millones; Gestión Administrativa -$47,5 millones. El IVM, no obstante, aumentó $794,5 millones. Esto se debe a que el subsistema mixto reportó $1,122 millones, no obstante, el sistema exclusivo conocido como solidario, tuvo un déficit de -$328.33 millones. “Por eso la ganancia es la corbata que tapó las manchas de la camisa”, acotó el subdirector.

De ahí la idea de algunos sectores en fusionar ambos programas para reflotar el programa solidario, sin la necesidad de adoptar medidas paramétricas que impliquen subir la edad de jubilación o la cantidad de cuotas, situaciones  que en este momento crisparían los ánimos de ciertos sectores que esperan  cualquier excusa para desestabilizar el equilibrio y la paz social, como ha ocurrido en otros países.

Las reservas son ahorros a los que se echó mano para sufragar el déficit del IVM debido a que la cantidad de cotizantes cada vez es menor y los beneficiarios son más. 

La pandemia obligó a los directivos de la Caja a optar por inversiones a corto plazo mientras se supera la situación. Cuando se percibió que venía la crisis, previeron que habría una caída de ingresos y optaron por el flujo de caja en efectivo para hacer frente a los gastos de jubilación, lo que implica que haya efectivo y menos inversiones a largo plazo. Es un efecto combinado.

A pesar del panorama, los directivos de la CSS son optimistas. Señalan que la recuperación de la recaudación marcha poco a poco, aunque ese optimismo no significa tener control sobre la situación. De ahí la importancia de reactivar económicamente el país con las medidas de bioseguridad para no volver a los cierres por incrementos de contagio, situación que sería catastrófica para la economía.

La Caja no está en quiebra, subrayó el director Enrique Lau a la Mesa Plenaria. Es el IVM el programa que mete presión a las finanzas de la institución. Un tema que los gobiernos anteriores dejaron pasar, lo obviaron deliberadamente para no caer en reformas estructurales que podrían exacerbar el ánimo de sectores opuestos a las reformas paramétricas. Lo que se ha convertido ahora en una tarea impostergable.

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