La arquitectura del narcotráfico

Muchos de los planes, las estrategias y la logística del narcotráfico se diseñan en el istmo. El lugar donde se hacen pactos, entregas, rutas y blanqueo de capitales. Panamá es un sitio atractivo para los carteles porque cuenta con un sistema financiero dolarizado, casinos, rumba y compras

Es la droga de los ricos. Sin embargo su consumo no responde siempre a la cartera. La droga blanca, la que con una dosis más fuerte intensifica el high de donde posteriormente pocos pueden aterrizar. Doña Blanca es difícil de dejar, se hace una compañera fiel e irresistible, pero con el tiempo deja un dolor profundo en el cuerpo y en el alma, algo insoportable.

De principio a fin es uno de los negocios más lucrativos del mundo, de los que más corrompen instituciones y autoridades, de los que se tiñen de sangre y crueldad. Es el único polvo blanco que, aunque convertido en piedra, sus consumidores estarían dispuestos a dar la vida por él.

El narcotráfico es una guerra sin cuartel que se libra en las calles a plomo, soborno, extorsión y violencia que por lo general viene acompañada de una alta dosis de crueldad.

Es el negocio de las rutas cambiantes, el que vive en una incesante persecución, el que aviva la creatividad en sus formas de camuflaje y crea nuevas vías para hacer llegar la droga al norte o a Europa, los dos mercados más importantes del vicio.

La cantidad de cocaína que se produce en el mundo es abstracta, ni los propios carteles lo saben; sin embargo, el más reciente informe de la Oficina de las Naciones Unidas Contra las Drogas y el Delito (ONUDC) estima que rebasa las mil toneladas.

Colombia dejó de ser el principal productor de cocaína para ceder su lugar a Perú. Un logro para los colombianos que redujo la cantidad de plantíos a casi un tercio de hectáreas cultivadas. Pero se trata de un triunfo amargo; en Colombia el negocio se ha transformado en un problema de microtráfico que condujo a un alto consumo de droga en la plaza local.

La acción de las autoridades colombianas ha provocado que a los señores de la droga se les dificulte sacar grandes cantidades por sus mares como era común en años anteriores, lo que ha orillado a los narcos a abrir mercados en casa.

Casi la mitad de la droga encomendada al mercado externo se asigna ahora al narcomenudeo, lo que ha generado un problema de salud pública muy serio y obligado al vecino gobierno a adoptar nuevas medidas en materia de prevención.

LA METAMORFOSIS
La situación del vecino país alteró el modus operandi en Panamá, donde las cargas parecen haber disminuido en tamaño: de toneladas a cientos de kilos. Una ‘‘narcoestrategia’’ que pretende evitar pérdidas dramáticas como antes ocurrían al ser interceptados por los ‘tumbadores’, narcopiratas que roban la mercancía mientras está en tránsito.

No obstante estas adversidades que se presentan en el transporte de la droga, en el istmo prima una gran ventaja sobre otros países como Colombia o México, aquí aún no hay territorios específicos controlados por carteles particulares donde el solo hecho de cruzar sus límites sea una garantía para morir. Igualmente, las rutas se alteran, informes de inteligencia señalan que el número de envíos directos a Costa Rica se disparó, los transportistas prefieren hacer viajes rápidos por el Atlántico, el Pacífico y/o por aire más que por tierra.

La razón de esta atracción por las rutas al vecino país tico es que en Panamá las incautaciones han sido fructuosas, por lo que los grupos prefieren seguir de largo con sus cargamentos sin tocar tierra panameña. Cuando ocurre lo contrario, la droga es escoltada por integrantes de grupos de carteles mexicanos o colombianos para evitar los famosos ‘tumbes’ y garantizar la mercancía hasta el punto de destino.

Las ramificaciones de estas organizaciones criminales se han internacionalizado por la naturaleza del negocio y en los años recientes sus integrantes han migrado a otros países producto de las acciones militares o policiales en países como México y Colombia, de donde son originarios estos carteles, lo que ha provocado la migración de sus miembros a Centroamérica.

NEGOCIO PRECISO
Detrás del trasiego de drogas existe toda una logística básica para cuadrar la ruta. Un concepto que toma en cuenta el personal, generalmente local, al momento del transporte; las cuotas de derecho a piso, los sobornos correspondientes, por el cuido la mercancía; y librarse de los riesgos de los ‘tumbadores’ en el camino.

Panamá es el tercer país donde más se incauta droga después de Estados Unidos y Colombia, con un promedio de 52 toneladas anuales; aun así, las adictas venas en el norte demandan mucho más que eso, tres veces más es el cálculo más conservador. Panamá es la boca del embudo. Cercana a los países que producen el 80% de la cocaína del mundo, su posición es un escalón estratégico para el trasiego de drogas. Pero en realidad nadie sabe la cantidad de droga que entra al norte y menos el número de narices enviciadas que demandan el polvo.

El informe de la ONUDC confirmó que en 2011 la cocaína incautada por Centroamérica fue 13 veces superior a la incautada por México.

Tanto el suministro de cocaína a los Estados Unidos como la delincuencia organizada en México han sido enormemente alterados, pero la primera línea de combate contra la cocaína parece haber migrado al sur.

Este cambio también se reflejó en los datos sobre movimientos de cocaína recopilados por el Gobierno de los Estados Unidos.

La cuota de todos los incidentes de flujo detectados cuyo destino o punto de incautación fue Centroamérica se disparó hasta un 85%.

Los cargamentos directos a México cayeron de 174 en 2000 a 30 en 2011, mientras que aquellos hacia Panamá, Costa Rica, Guatemala y Honduras se dispararon a partir del 2006. En diez años Honduras aumentó el número de incidentes de 20 a 233, por ejemplo.

LAS ATRACCIONES DEL PARAÍSO
Todo lo que necesita un narco para sus negocios está en Panamá: Bancos, sociedades anónimas, negociaciones y pláticas con representantes de la DEA, refugio, casinos, rumba, mujeres, en fin. . . ¡Todo! ‘Esa es la primera razón por la que vine a Panamá’, dice Jeremy McDermott, director de Insight Crime, un centro de estudios sobre crimen organizado en América Latina y el Caribe.

McDermott es uno de esos ingleses que hipnotiza con su acento. Rubio y de ojos claros, divide su vida entre Colombia y el resto del continente desde donde recoge información sobre el crimen organizado.

Jeremy explica que los narcos han encontrado cómo bailar al ritmo del centro bancario panameño. A pesar de los fuertes controles, los criminales ‘se hacen de varias cuentas a nombre de terceros en las que depositan menos de 10 mil dólares para evitar las sospechas y así mover y blanquear sus capitales’.

En el menú de preferencias la Zona Libre de Colón, en el atlántico, históricamente ha sido el paraíso de compras de licores, ropa, electrodomésticos y todo tipo de artículos que ingresan a Colombia en forma de contrabando.

La fórmula es financiar el contrabando entre Zona Libre con el dinero del narco, y en el vecino país vender en los célebres pulgueros conocidos como San Andresitos, donde los colombianos recuperan su dinero y les queda de lo más limpio.

Mientras, a lo interno el sistema judicial panameño les resulta convenientemente lerdo y vulnerable.

Entre 2011 y 2012 en las fiscalías de Drogas panameñas se contaron 58 expedientes por blanqueo de capitales por delitos relacionados con drogas.

El tema en los juzgados es lento, y los abogados que tramitan saben que cuando el caso supera la primera instancia, las audiencias se aplazan en forma continua.

Hay poca certeza del castigo. Expedientes en los que fiscales tratan de probar el blanqueo de capitales donde las sumas están mal hechas, o investigaciones tan débiles que nunca se logra probar que el patrimonio en cuestión es producto del tráfico de drogas.

Estos hechos se suman a las facilidades y comodidades del sistema financiero para abrir sociedades anónimas. Un instrumento ideal para ocultar los dineros ilícitos.

Como si fuera poco las condiciones de conectividad naturales y geográficas; por tierra hay conexión con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en la ruta del Darién. Desde Colón se envían y reciben contenedores hacia y desde cualquier parte del mundo. Amplias costas en ambos mares hacen casi imposible detectar todas las lanchas rápidas o go-fast, sumergibles y semisumergibles que logran abastecerse de combustible con la complicidad incluso de poblados. Gente a las que el dinero fácil las seduce.

Panameños y colombianos dominan el mercado de transportar la droga a través del Istmo. No obstante para reducir los riesgos, los mexicanos han adoptado la costumbre de escoltar la mercancía para asegurarla.

Además de la pérdida de cocaína por la actuación del Estado, también se pierde un porcentaje desconocido debido a los ‘‘tumbadores’’. Existen tal vez de 40 a 50 facciones de ‘‘tumbadores’’, aunque algunas fuentes sitúan este número mucho más arriba. Algunos líderes carismáticos han logrado unificar varios grupos en unidades más grandes, pero estos están muy a menudo en conflicto por las áreas de tráfico.

LA FORMA
‘Doña blanca’ utiliza tres vías principales para llegar al norte: botes pesqueros del Pacífico y otras naves marítimas, incluyendo semisumergibles, destinados principalmente a Guatemala, que suministran cocaína al cartel del Pacífico. Lanchas rápidas en el Atlántico y otras embarcaciones surgidas del ingenio como semisumergibles, además de aeronaves que salen de la frontera de Venezuela con destino a Honduras para el Cartel del Pacífico y los Zetas.

Las aeronaves preferidas son la ‘Cessna Conquest’ y la ‘Beechcraft Duke’, pero también se han detectado algunas más grandes.

Para aterrizar se valen de pequeñas pistas informales en terrenos disimulados por la vegetación. La cocaína se puede trasladar hacia el norte en una serie infinita de combinaciones porque se trata de zonas raramente vigiladas. Las aeronaves hacen varios vuelos cortos entre Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala.

Es un negocio donde la innovación es necesaria para asegurar que no habrá ‘percances’ y evitar los radares de las P-3 Orion, aeronaves de vigilancia de los EEUU.

Algunos traficantes evitan la densa selva del Darién y hacen el corto viaje hasta Panamá por mar desde el golfo de Urabá en el Atlántico colombiano (alrededor del 55% de los cargamentos detectados) o por Juradó en el Pacífico (45%).

La idea es esperar una brecha en las patrullas. Cada envión incluye una gama de botes entre ellos lanchas artesanales más lentas. Panamá es el ‘‘caleto’’ logístico de los narcos en Centroamérica, aquí almacenan la droga y después la exportan por tierra, mar y aire.

LOS PASOS DE LA DROGA
Desde que empezó a moverse la droga hacia el norte, Panamá figuró en las rutas del tráfico de cocaína, arrancó desde sus inicios en la década de los 70. Muchos de estos caminos se construyeron a partir de redes preexistentes de contrabando de electrodomésticos y otros productos de lujo entre Colombia y Panamá. Desde los años 80, cuando el negocio se consolidaba a paso forzado y Colombia se hizo en extremo violenta, Panamá siempre estuvo ahí como uno de los principales eslabones.

En todos los países afectados —incluso en los Países Bajos y los EEUU— con el tráfico de cocaína, se endureció el crimen organizado, no solo en cuanto al recurso de la violencia, sino en su capacidad de penetración en la economía, agencias del Estado, la política y de la sociedad.

Aquella infiltración mafiosa prospera en particular donde hay menos regulación, más corrupción, mayor permisividad y poco debate e investigación acerca de estos fenómenos.

En Amsterdam, Holanda, ante la evidencia de que el crimen organizado había penetrado determinados sectores de la economía local, la alcaldía introdujo medidas para blindar puntos débiles de contacto o de entrada de estos grupos en sectores como los bienes raíces y la prostitución.

En Colombia, después de la muerte de Pablo Escobar (1993), prosperó la idea de que el narcotráfico se había fragmentado, y estaba por acabarse. Pero no fue así, solo en Medellín, dos décadas después de muerto el capo, ha habido igual número de homicidios (45 mil), que en los veinte años precedentes a su muerte.

En Panamá, después de la invasión norteamericana y la salida de escena del exdictador Manuel Antonio Noriega, surgió el mismo espejismo sobre el futuro del narcotráfico, que tomaría otra ruta. Sin embargo, sigue presente en el negocio, a tal punto que Panamá tiene hoy el estigma de ser una plaza para el blanqueo en sectores como la construcción y finca raíz, pero también es percibido como una especie de ‘zona de paz’, donde los narcos se pueden relajar o hacer otro tipo de transacciones.

1 comentario

  1. TAN CLARO COMO AGUA DE TINAJA....OPINO LOS NORTEAMERICANOS LES CONVIENE QUE SUS CIUDADANOS SIGAN CONSUMIENDO LA DROGA PUES ELLA SE ENCUENTRA EN ALTAS ESFERAS DEL GOBIERNO Y DE LOS TRES PODERES DEL ESTADO NORTEAMERICANO COMO CONSUMIDORES Y COMO TRAFICANTES. NO PUEDO CREER QUE UN PAIS TAN PODEROSOS NO PUEDA CONTROLAR EL CONSUMO DEL POLVO BLANCO. RESPETUOSAMENTE,

    ResponderEliminar