La justicia que no encuentra la luz

Hace 6 años se efectuó una de las operaciones de la DEA en conjunto con las agencias de seguridad y antinarcóticos en la región donde se aprehendió una red de supuestos narcotraficantes que traficaban droga desde Colombia  a los Estados Unidos usando como plataforma logística y de lavado de dinero a varios países de la región la operación “Océanos Gemelos” mejor conocida como el caso Rayo.

En esta “habilidad” policial se logró aprehender a mas de 100 imputados que supuestamente actuaban bajo la dirección de su líder Pablo Rayo Montaño, una red dedicada al tráfico ilegal de drogas y lavado de dinero.

En noviembre de 2010 se efectuó la audiencia preliminar de este caso, no obstante a la fecha el juicio ha sido aplazado en mas de dos ocasiones. Los imputados en este caso han purgado tiempo de cárcel, algunos gozan de medidas cautelares, pero lo mas irónico de todo esto es que al sol de hoy no saben si el tiempo que pasaron detrás de la rejas les mereció una condena. Nadie sabe si es culpable o inocente.

El expediente ha pasado por las manos de 3 jueces, antes otros cuatro fiscales se la pasaron recabando pruebas que abultaron en mas de 100 tomos del expediente, ninguna de ellas parece dar luz a quienes imparten justicia.

Como éste muchos son los expedientes que agonizan entre la frontera de la desidia y la mora judicial. Se sitúan en un limbo que se desplaza entre la voluntad del juez, la amnesia colectiva, polvo que carcome las fojas y los incentivos para fallar.

Lo que raya en lo ridículo son las estadísticas. Según el diario El Siglo, de los 56 homicidios registrados en el 2011, solo una persona ha sido condenada. Esto representa un índice de impunidad del 95% en ese periodo.

De estos expedientes, casi la mitad no contaban con vista fiscal a un año después de haber ocurrido el hecho. En la mitad de los casos tampoco hubo detenidos. Los mismos fiscales deben tragarse que entre un 15% y 25% de los procesos de homicidios en Panamá y Colón no logran identificar al autor material de los hechos.

Pero lo mas sorprendente son los casos de alto perfil, los intocables que se pegan a las gavetas de los pupitres de las fiscalías y juzgados, esos que parecen tenerle miedo hasta a ser leídos por los encargados de impartir justicia.

En estos días solo un iluso podría creer en las palabras del presidente de la corte cuando tomó posesión; “acabar con la época de los expedientes engavetados”.

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