Laffit Pincay Jr, una dura vida al galope en la que triunfó el talento

El jinete se montó a una yegua mansa con un juramento en mente, ser el mejor de todos. En la carrera se intercalaron el peso, el estrés y los triunfos, que más adelante le valieron para ser reconocido como el mejor jockey en 50 años


Laffit Pincay Jr.

Laffit Pincay Jr. vivía obsesionado por mantener un peso de 110 libras. El jinete se hacía paso entre los mejores de la plaza estadounidense a finales de la década de los 60. Su vida giraba entre las calorías, el rendimiento y sus condiciones físicas. Parecía poco, pero esas dos libras que no tenía encima las resentía el cuerpo en la pista. Eso sí, en su mente no se desaparecía aquella voz interior que emanó de un juramento a sí mismo delante de Dios el día que entró por primera vez a la pista en Panamá, su tierra natal, montado en una yegua mansa: dar lo máximo para poder ser un buen jinete. Se lo quedó tan grabado, que sabía que más adelante lo recordaría. En ocasiones, cuando el estrés lo sofocaba, lo agobiaba entre el peso, el rendimiento y la disciplina pensó en retirarse antes de tiempo. Pero lo superó. Disfrutó momentos gloriosos, pero se enfrentó a una dura realidad que de tajo le impidió volver a montarse a un caballo. El hombre humilde del barrio de San Felipe que se propuso sacar a su mamá de la pobreza y volver a su país con las manos llenas, nos recibió en el estudio de su casa en Los Ángeles, California, donde no caben más trofeos y reconocimientos, para contarnos qué se siente ser elegido como el mejor jinete de los últimos 50 años.

¿En dónde nos recibe?, ahí se ven varios de tus trofeos...
Esos son algunos de mis trofeos, los pasados Eclipse Awards que me gané. Tengo seis y este que me han dado ahora, pues son siete. Estoy en mi oficina. Tengo otros trofeos aquí. La tengo decorada con puras memorias y retratos, fotos y de todo tengo aquí.

¿Qué siente cuando entra a ese estudio lleno de recuerdos?
Me siento muy orgulloso de todo lo que hice, me trae muy buenos recuerdos. Tengo unas cartas enmarcadas que me mandaron los presidentes Bill Clinton y el presidente George W. Bush felicitándome.


La presión de montar esos buenos caballos y no estar en las mejores condiciones por no comer suficiente, era duro para mí.


¿Por qué ocasión le escribieron?
Eso fue cuando rompí el récord de carreras ganadas, que pasé a (Bill) Shoemaker, que recibí eso. Ambos dándome felicitaciones, muy bonito lo que me pusieron. También tengo una resolución que me dio el gobernador de Englewood, estaba en el hipódromo de la ciudad y me dieron esa resolución y también pusieron mi nombre a una calle, fue muy bonito. Eso fue el año que me retiré, 2003.


Hagamos un breve ejercicio con la memoria, recordemos el día que entró a la pista montado en una yegua mansa y se prometió ser el mejor si esa era la carrera para usted, y volvamos a este momento, ¿qué ha pasado con Laffit Pincay?
La verdad que yo me acuerdo el primer caballo era una yegüita que llevé a la pista, la llevé a trotar y a caminar y me acuerdo de que, antes de entrar a la pista la paré y me hice un juramento: yo no sé si la voy a hacer, pero voy a dar lo máximo, lo más que yo pueda para ser un buen jinete. Y eso nunca se me ha olvidado, nunca, nunca. Hasta pensé algún día me voy a acordar de este momento. Y pasaron los años y comencé a montar en Panamá y tuve la oportunidad de conseguir un contrato en Estados Unidos gracias a Ramón Navarro que habló con Mr. Hooper, y me avisó que estaba interesado en que yo fuera a Miami a trabajar un caballo y nos fuimos allá a firmar el contrato por tres años y me regresé a Panamá. Mi mamá no me quería dejar ir porque decían que no era un contrato muy bueno. Yo le dije a mi mamá: esta es una oportunidad, tres años se van a pasar rápido. Yo lo que quería era irme. Todos los jinetes panameños quieren montar en Estados Unidos. Inclusive yo, estaba desesperado, quería montar en el Norte para ser como Braulio Baeza, y como Emanuel Icaza, Jacinto Vásquez, tantos jinetes panameños que habían hecho bien en el norte. Mi mamá me dejó y aproveché la oportunidad para ir y para que veas, me fue muy bien.

Claro, pero hubo momentos no tan gloriosos, ¿cuál es el que recuerda con mayor dificultad de la carrera?
La verdad que las carreras casi todas son difíciles a menos que montes un caballo que sea muy bueno. Pero para mí lo más difícil era prepararme y estar en buenas condiciones. Mantener el peso abajo, sin comer mucho, tenía que rebajar bastante, eso fue lo más difícil en mi carrera. A veces me sentía muy débil, pero nunca retrocedí, siempre hice lo mejor que pude, estuve tratando de estar en buenas condiciones. El amor que yo le tenía a montar caballos era muy grande. Muchas veces pensé que a lo mejor me tenía que retirar temprano, pero el amor a la profesión era tan grande que seguí luchando.


Por un corto tiempo porque me di cuenta de que me puse más pesado y débil. Así que tuve que dejar todo eso. Gracias a Dios tuve la fuerza de voluntad de dejar eso y comencé a hacer otras cosas. 

¿Por qué pensó que tendría que retirarse antes de tiempo?
Varias veces, no aguantaba no comer, estaba débil. La presión de montar esos buenos caballos y no estar en las mejores condiciones por no comer suficiente, era duro para mí. Cuando estaba joven era más fácil, pero cuando pasaron los años se me puso duro porque cuando el cuerpo cambia se envejece, no es lo mismo. Yo lo sentía más. Llegó un momento en que empecé a hacer una dieta que me ayudó mucho.

¿Cuánto tenía que pesar en ese momento para hacer una buena monta?
Cuando llegué a Estados Unidos pesaba como 110 libras. Entonces en espacio de dos o tres meses ya no podía hacer el peso. Era diferente allá, tenía que trabajar casi todos los días, seis días a la semana, así que mi cuerpo comenzó a coger más músculo. De ahí me fui a 115 libras. Pero como estaba ganando carreras a los entrenadores no les importaba el peso y me seguían poniendo. Por mucho tiempo estuve en 115 libras hasta que tuve que subir a 117 libras porque no aguantaba. Me cogía el chance, porque uno pierde montas cuando tiene sobre peso. Algunos entrenadores se molestaban cuando uno estaba pesado, pero a otros no les importaba. Ellos me daban bastantes montas y yo ganaba a pesar del sobrepeso.

¿Después tuvo que bajar de peso?
A veces tenía que hacerlo cuando el entrenador me exigía montar un caballo en 115 libras. Entonces yo hacía el esfuerzo porque eran carreras grandes y hacía el sacrificio. Muchas veces gané, pero sentía la debilidad porque esas dos libras me hacían mucha falta.

¿Eso le generó un estrés difícil de sobrellevar?
Sé que yo comía muy poquito. A veces no comía lunch, o desayuno, o comida. Es lo peor que uno puede hacer porque uno tiene que comer algo.

¿En algún momento sufrió de bulimia?
Sí, por un corto tiempo porque me di cuenta de que me puse más pesado y débil. Así que tuve que dejar todo eso. Gracias a Dios tuve la fuerza de voluntad de dejar eso y comencé a hacer otras cosas. Pero hablando del estrés tú tienes mucha razón, a mí me daba mucho estrés eso de que montaba muy buenos caballos y a veces yo me sentía muy débil para montar tantos caballos. Yo le decía a mi agente, por favor no me pongas tantos caballos, pero él respondía, pero si todo mundo quiere que los montes, ¿cómo les voy a decir que no cuando este caballo es favorito? Y yo lo hacía, pero era tremendo sacrificio.

En esos momentos de quiebre en el que pensó retirarse antes de tiempo, ¿qué otras cosas influyeron?
La verdad es que es duro tener una vida tan agitada y no poder divertirte. Los días que yo me divertía la pagaba muy duro al día siguiente. A veces no podía decir que no a una invitación de una fiesta grande. Y me tomaba mi vaso de vino, y cuando se toma uno un vaso ya se pone alegre y me tomaba otro, y después pensaba la voy a pagar (risas) y así mismo era. La verdad que no tenía esa vida que tenían otros jinetes que pueden salir y divertirse y al día siguiente están livianos, no tienen que ir a correr, toman su desayuno y están bien para montar. Yo no.

¿Por qué usted era diferente al resto?
Bueno porque yo nací para pesar 150 libras. Yo estaba montando con 117 libras, para montar con ese peso yo tenía que estar en 112 libras desnudo y me era duro. Cuando rebajaba era puro músculo y agua porque no tenía nada de grasa en el cuerpo.

Es duro tener una vida tan agitada y no poder divertirte. Los días que yo me divertía la pagaba muy duro al día siguiente. A veces no podía decir que no a una invitación de una fiesta grande.

Pero se requiere de fuerza para montar...
Exactamente, y a mí lo que me ayudaba es que yo estaba en tremendas condiciones.

¿Eso sigue siendo un problema de los jinetes?
Ahora no tanto porque han subido el peso en casi todos los estados y es más fácil. Ahora casi todos los caballos llevan 122 libras, que eso era lo que yo quería que hicieran cuando estaba montando. Lo hicieron cuando yo me retiré.

Después vino un momento más difícil, la caída de 2003 cuando repentinamente le impidió montar nuevamente, ¿cómo se maneja eso mentalmente cuando se trataba de la esencia de su carrera?
Sí, como no. Hay mucha gloria, lo disfruté mucho, cuando ganaba las carreras y satisfacción de ser el mejor jinete, ganarme la estadística, romper récords. Fueron momentos que disfruté muchísimo. Pero cuando me retiré y no pude montar más porque tenía una lesión en el cuello y los doctores me dijeron que no podía subirme al caballo, pues eso fue muy duro para mí. Imagínese, todos esos años que monté y que mi mente estaba enfocada en estar en buenas condiciones, montar bien, estudiar las carreras, y de repente no tenía nada que hacer. Yo no me preparé para eso porque nunca pensé que eso iba a pasar. Yo decía, ahora qué voy a hacer. Por mucho tiempo me afectó, después me divorcié, comencé a tener problemas en mi casa, me quedé solo, por un rato, fue muy difícil porque yo no sabía hacer nada. Pero aprendí. Uno se impone cuando uno está solo, tiene que aprender. Comencé a preguntar a mis amigos a quién llamar cuando algo se rompía en la casa. Me acuerdo de que se me dañó el refrigerador y no sabía a quién llamar, entonces hablé con un amigo mío y me dijo busca en el yellow pages (páginas amarillas). Yo decía yo no sé qué es un yellow page. Y él me consiguió el número, entonces yo empecé a apuntar todo en una libreta. De repente comencé a aprender y a desenvolverme en la vida.

Uno queda en el aire después de ese trauma, ¿cómo lo superó?
Después de la caída, descubrieron que yo tenía el cuello partido, yo tenía esperanza de que iba a volver a montar. Al final cuando me tomaron las radiografías me informaron que no podía volver a montar. Entonces hablé con mi familia, ellos no querían que yo montara, y decidí que tenía que retirarme porque tampoco sabía si me iban a dar un seguro para volver a montar. Pero yo me acuerdo de que no sabía qué hacer. Me levantaba en las mañanas y estaba en un limbo. No quería ir al gimnasio, decía, bueno todavía estoy viviendo, estoy caminando, voy a levantarme en las mañanas y voy a ir al gimnasio como si nada hubiera pasado. Así mismo hice cuando me separé de mi esposa, fue un momento muy duro. Me acuerdo de que me despertaba en las mañanas y me decía: me voy a levantar, aunque no quiera. Uno tiene que seguir. Yo siempre he dicho que no importa qué oscuro se vea, siempre hay una manera de salir adelante. La única manera es seguir tratando, seguir adelante, y de repente se te pasa.

¿Más nunca montó un caballo?
Nunca. Fue mucha nostalgia al comienzo. Después se me pasó cuando empecé a divertirme (risas).

La perseverancia siempre estuvo acompañándolo en su carrera, ¿eso fue lo que lo distinguió del resto de los jinetes?, o ¿cuál fue su secreto?
Bueno la verdad que no sé. Yo era bien cabeza dura, no me daba por vencido, no quería fallar. Una de las cosas que me preocupaba cuando vine a Estados Unidos era no regresar a mi país con las manos vacías, quería triunfar, era mi meta, mi sueño.

Cuando gané el Kentucky Derby, y también una carrera en Nueva York, el Jockey Club Cup que era una carrera muy importante, había mucha rivalidad porque el caballo Spectacular Bid era del este y Affirmed era del oeste así que la rivalidad era mucha, y hubo mucha propaganda, yo hice una buena monta y gané la carrera y ese caballo lo nominaron como el caballo del año. Fue algo muy grande y bien bonito.

¿Qué implica el premio Eclipse Awards ante sus ojos, como el mejor jinete en 50 años?
Esto fue algo nuevo que hicieron. Yo no sabía nada. La mañana esa yo llamé a mi hijo, con quien tenía muchos días que no hablábamos, y me preguntó si iba a ver el Eclipse Awards esa noche, y la verdad que yo no tenía planeado verlo, no sabía ni que lo iban a presentar. Cuando vi que habían sacado esa nueva categoría, pues pensé que a lo mejor tenía chance porque monté con tantos grandes jinetes, los mejores de todos los tiempos. Y la verdad que fue una sorpresa cuando dijeron mi nombre. Estoy muy contento y lo celebramos aquí.

¿Se enteró por la televisión cuando transmitían el programa?
Si, yo lo estaba viendo. Yo estaba con mi novia, con su familia y habíamos comido, nos estábamos tomando una copa de vino y comenzó el programa y la verdad que lo disfrutamos mucho.

¿Cuál es el momento más especial de su carrera que tiene grabado en la memoria?
Cuando gané el Kentucky Derby, y también una carrera en Nueva York, el Jockey Club Cup que era una carrera muy importante, había mucha rivalidad porque el caballo Spectacular Bid era del este y Affirmed era del oeste así que la rivalidad era mucha, y hubo mucha propaganda, yo hice una buena monta y gané la carrera y ese caballo lo nominaron como el caballo del año. Fue algo muy grande y bien bonito.

¿Hubiera querido que su hijo siguiera sus pasos?
No, la verdad que no. Desde que estaba chiquito le dije que no quería que fuera ni jugador de fútbol americano ni jinete. Es muy difícil, yo fui muy egoísta en esa manera con ellos, yo quería que tuvieran otra profesión o deporte.

La idea de que no siguieran sus pasos, ¿era por qué específicamente?
Porque es muy peligroso y es duro.

¿Por qué cree que lo escogieron los fanáticos como el mejor en 50 años?
No sé, me sorprendí. Yo todavía cuando voy al hipódromo me preguntan por qué no vuelvo a montar (risas).

Qué le puede decir a los jinetes panameños que están pasando tiempos difíciles por el cierre del hipódromo a raíz de la pandemia...
(Suspira) Les puedo decir que sigan preparándose, sigan en condiciones que en cualquier momento va a abrir, no se dejen ir, sigan luchando y tengan esperanza que todo va a cambiar.

No hay comentarios

Publicar un comentario