Centroamérica, el “puente” de la industria continental del narco

La ausencia de controles en las fronteras, seguridad corrupta y las rutas clandestinas han hecho exitoso el trasiego de drogas en la región

América Central debe restablecer las reglas jurídicas para luchar contra el crimen organizado trasnacional. Así lo revela el estudio Drogas, armas y dinero (Drugs, Guns and Cash), elaborado por un conjunto de organizaciones guatemaltecas como el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas Comerciales, Industriales y Financieras, el Centro de Investigaciones Económicas Nacionales, la Fundación para el Desarrollo de Guatemala y la Fundación G.

El crimen organizado trasnacional —integrado, principalmente, por los carteles de México y Colombia— dispone de dinero, estructuras, influencia estratégica y poder suficiente para desestabilizar a la mayoría de los países de la región.

Su estratégica posición geográfica ha convertido la región en un puente aéreo y marítimo natural entre el norte y el sur del continente, que los grupos que controlan el narcotráfico aprovechan casi como zona franca.

En la última década, las rutas entre Estados Unidos (EE.UU.) y Suramérica han cambiado y ha acogido más demanda el cinturón centroamericano, que se asemeja a una supercarretera.

El transporte de droga ha sido exitoso en parte por la ausencia de controles adecuados en las fronteras, fuerzas de seguridad corruptas, rutas clandestinas y la colusión en varios niveles.

Durante la presidencia de Ernesto Pastrana y Álvaro Uribe, el Plan Colombia fue parte de la acción antidrogas. Colombia se perfeccionó en estrategia, táctica y varios temas que hoy en día podrían servir a Centroamérica.

La solución que propone el estudio está basada en la promoción de programas judiciales que ayuden individualmente a cada país y a la región en su conjunto.

La seguridad individual y pública de la región debe unificarse en un esfuerzo conjunto para combatir el crimen organizado y retomar el control de sus territorios y la fuerza de sus respectivos planes de seguridad. El esfuerzo interdependiente entre la policía y el intercambio de inteligencia ha probado ser la mejor forma de combatir el fenómeno.

CRIMEN ORGANIZADO Y POLÍTICA
Las elecciones competitivas son una victoria para la región que por décadas sufrió la crudeza de las guerras civiles. En la mayoría de los países, las elecciones son cada vez más competitivas. Estas son viables para que los partidos políticos eleven el nivel de transparencia, pero también se inclinan por incrementar los costos de las campañas.

Según el reporte, el expresidente de Panamá Ricardo Martinelli se gastó $19 millones en su campaña política en 2009, un país con escasos dos millones de votantes. Agrega el reporte que las elecciones competitivas ofrecen una excelente oportunidad a los criminales que apuestan a hacer inversiones en la política.

No obstante, los esfuerzos para regular el financiamiento de las campañas políticas son extremadamente débiles. Con excepción de El Salvador, el resto de los países no ha introducido un límite a las campañas.

MÉTODOS DE TRASIEGO
Los métodos identificados con el tráfico terrestre pueden dividirse en tres categorías: por tierra, por el litoral marítimo y tráfico aéreo de cortas distancias.

Investigaciones realizadas en Panamá, Costa Rica y Nicaragua demostraron que, el año pasado, el tráfico por tierra utilizó distintas modalidades.

En un caso, las autoridades armaron el rompecabezas de una ruta dominada por el cartel mexicano de Sinaloa en la que se traficaban pequeñas cantidades de droga transportadas desde Panamá hasta Costa Rica a través de la carretera Panamericana. La cocaína se almacenada por varios días en una bodega antes de cargar otro vehículo para ser conducido a través del país por las principales carreteras de Panamá.

Pero al llegar a la frontera con Nicaragua, los traficantes dejaban a un lado los vehículos y preferían llevar la droga a pie o a caballo por áreas remotas.

Una vez dentro, la carga era trasladada a la orilla de un lago de Nicaragua, donde se transfería a botes para llevarla hacia el norte, donde se cargaban en vehículos que eran manejados a la frontera con Honduras.

El segundo método que utilizan los carteles involucra el litoral marítimo. De esta forma se transportan grandes cantidades de droga a través de barcos y semisumergibles llenos de droga desde Suramérica hasta México, sin tener que reabastecerse de gasolina.

VÍA MARÍTIMA Y AÉREA
Según la policía de Nicaragua, varias lanchas rápidas prefieren evitar su territorio para no toparse con la policía nicaragüense.

Las autoridades han detectado que los narcotraficantes pueden tener rutas marítimas desde el sur hacia México haciendo algunas paradas para abastecer combustible. Se cree que estas rutas se combinan con una red terrestre.

La tercera forma que han identificado las autoridades para transportar droga es por vía aérea. En este caso, avionetas clandestinas hacen paradas en Centroamérica, ya sea antes de transferir la carga a un vehículo terrestre o hacer otro vuelo hacia México.

El año pasado, varias avionetas cargadas de droga o dinero se estrellaron o fueron confiscadas en Honduras, México y otros países de la región.

Adicionalmente, las autoridades de Guatemala han descubierto varias pistas manejadas por el cartel mexicano Los Zetas. No obstante, el tráfico aéreo parece haber disminuido dramáticamente, en Centroamérica la práctica continúa. Esto es así, porque los países carecen de recursos para vigilar adecuadamente su espacio.

Los métodos expuestos tienen varias similitudes. La primera, que tienen capacidad de carga limitada, lo que indica que el tráfico por lo general se cargan cientos de kilos. Mientras que cantidades pequeñas se trafican con más frecuencia, lo que representa una ventaja para los narcotraficantes, en caso de que la mercancía sea confiscada. Pero lo más importante de todo esto es que todas las formas requieren de una organización con presencia en la región.

LOS ACTORES
Existen varias organizaciones que operan en la región. Además de las pandillas Calle 18 y MS-13, hay presencia de organizaciones criminales extranjeras, como la colombiana que históricamente no han sido ajenos a la zona. Sin embargo, en el último año se han detectado cada vez más carteles mexicanos poderosos que se han adueñado de varias rutas en la región.

Según varios reportes de arrestos y decomisos de droga, es claro que hasta el año pasado no hubo un monopolio de un cartel mexicano que tuviera control del tráfico por América Central.

Los Zetas, por ejemplo, son muy activos en varias partes de Guatemala donde realizan entregas por tierra y corto alcance aéreo.

Se ha detectado que el cartel de Sinaloa, el más poderoso de México en transporte de cocaína, opera en rutas desde Panamá a El Salvador. Sin embargo, estas rutas son dinámicas y no siguen un perfil en especial. Puede ser que en ocasiones se vea a los mismos integrantes del cartel en Centroamérica, o a locales en varias fases de la operación del tráfico.

En El Salvador y Nicaragua, por ejemplo, han sido arrestados nacionales que operan para el cartel de Sinaloa encargados de varias fases de la ruta hacia El Salvador.

En Panamá, una investigación terminó con el arresto de varios mexicanos que habían llegado recientemente a la zona para monitorear de cerca las operaciones de la ruta.

En Guatemala, no obstante, es donde los carteles mexicanos permanecen más a sus anchas que en cualquier otro país de la región por las relaciones entre Los Zetas y los Kaibiles guatemaltecos.

Las instituciones débiles y la impunidad son una carta abierta en el istmo para el tráfico que ha utilizado el territorio por décadas para mantener su estabilidad. Sin embargo, los carteles han adoptado formas de actuar cada vez más violentas.

Los problemas comunes de seguridad, como homicidios, robos y narcomenudeo, son ahora más complicados por la presencia de los carteles que han transformado algunos de estos delitos en tráfico de drogas, tráfico humano, consumo de droga, secuestros y extorsiones que amenazan con la vida.

La región no lidia con grupos criminales pequeños que las policías locales son capaces de controlar, sino con estructuras que dominan territorios y negocios ilegales y, en algunos casos, capaces de retar a los gobiernos. Como resultado, las luchas que lograron gobiernos democráticos están bajo amenaza mientras los líderes buscan un plan para asegurar la región.

ENLACE CON EL TERRORISMO
En 2010, el Juzgado de Distrito Sur de Nueva York desclasificó una acusación ( indictment ) que evidenció la rápida expansión de las operaciones criminales con grupos terroristas.

Estas alianzas trascontinentales pusieron en la mira nuevos retos por las amenazas a Estados Unidos y otros países de Latinoamérica, África y Europa.

El documento mostraba que los narcotraficantes en Colombia, incluidas las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y Venezuela acordaron el movimiento de multitoneladas de cocaína a través de Liberia para la ruta europea.

El hijastro del presidente liberiano negoció el transporte de droga junto a colombianas, rusos y africanos. De acuerdo con la acusación norteamericana, dos de los cargamentos (de cuatro toneladas y de una tonelada y media) volaron a Monrovia desde Venezuela y Panamá, respectivamente. Un tercer cargamento de 500 kilos arribó por un buque venezolano. Lo que los traficantes desconocían era que la persona con la que hacían tratos actuaba como informante de la DEA estadounidense y grabó todas las conversaciones, dejando al desnudo toda la evidencia sobre las relaciones entre los carteles de la droga y sus nexos con los criminales que movían la cocaína a los crecientes mercados de Europa y la antigua Unión Soviética. Estas organizaciones criminales africanas tienen relación con el grupo terrorista islámico Al Qaeda.

De las 43 organizaciones terroristas y criminales, el Departamento de Estado de Estados Unidos enlista 19 que tienen claros nexos con carteles de la droga.

La historia da cuenta de otro caso que muestra las alianzas emergentes entre estos dos grupos cuando se ejecutó la Operación Titán, en Colombia y los Estados Unidos. En este operativo, que tomó dos años de investigación, se desmanteló una organización que transportaba droga desde Colombia a Panamá, Estados Unidos, Europa y el Medio Oriente. La mayoría de las drogas provenía de las FARC y algunos procedimientos eran trazados por el grupo libanés terrorista Hizbulá, que se nutre del apoyo financiero de Siria e Irán.

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