Madiba, el hombre que nunca muere

Nelson Mandela es uno de los grandes líderes de nuestros tiempos. Su fortaleza emocional y física transformó casi todo un continente donde el color de piel era suficiente para condenar a un ciudadano a una vida de tercera y cuarta categoría.

Hasta el final de su vida luchó por vencer a la enfermedad que insistía llevarlo a la tumba, es posible que sus días sean mas cortos ahora si no es que ha muerto antes de que se publique esta columna.

No obstante, lo rescatable de Mandela, ha sido la revolución que logró en su tierra natal donde inició la lucha por la igualdad de los derechos ciudadanos. En un principio efectuó protestas no violentas, después lideró campañas mas violentas contra el gobierno de turno. Acciones que ante una parte de la opinión pública le pesaron como un terrorista, no como libertador de los negros.

Las circunstancias parecían orillarlo a tomar medidas mas drásticas, mismas que lo encerraron por 27 años. La cárcel le limitó la libertad, pero no sus ideas y el creciente fervor de su lucha que muy pronto fue la de todo un pueblo que vivía reprimido por siglos por la colonia británica.

Tal vez los blancos que dominaban no solo el gobierno, sino la riqueza del continente, jamás imaginaron que los propios nativos serían quienes ocuparían la silla presidencial en los años venideros. Mucho se debe a la lucha de Mandela, que gracias a su tenacidad ofreció una lección a los colonialistas cuando llegó a ser presidente e instaló elecciones multiraciales en 1994. Hecho impensable tan solo unas décadas atrás.

No solo enseñó a su gente como era factible conquistar un sueño, sino que les abrió la posibilidad de alcanzarlo a través de una constitución mas equitativa, y un movimiento de reconciliación que pretendía hacer justicia sobre los abusos a los derechos humanos que había sufrido su pueblo.

El legado de éste guía de la humanidad no puede limitarse a su pueblo, o el continente; fue un ícono del equilibrio mundial, de esparcir el sentimiento de humanidad que cargaba en sus hombros con humildad. Lo hizo con el estandarte de su fundación en el tema del VIH/SIDA, un virus que se propagó masivamente en África haciendo que en las morgues y los hospitales se contabilizaban los cuerpos por docenas.

Personajes como Mandela son muy poco repetibles en nuestros días, son gente con un alma muy especial, con misiones concretas y contundentes, con ideales muy claros y sin distracciones, capaces de soportar dolor físico, con fortaleza mental ante las fuertes adversidades, y que al final palpan en vida sus logros revolucionarios y la libertad de un pueblo que desafió a decir no a un trato de animales.

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